viernes, agosto 31, 2007
Summer's Almost Gone
El hijo de Greta Garbo
Murió Grace Paley
jueves, agosto 30, 2007
Umbral, por Braulio Llamero
Umbral, por Braulio Llamero
Dicen de Umbral, a quien se está velando cuando enhebro esta sucesión de letras, que ha sido un maestro de columnistas. Y dándole vueltas a la frase llego a la conclusión de que al menos a este columnista insignificante que soy yo sí que le ha influido. Desde el principio y más aún al principio, obviamente. Superdotado para el manejo de la escritura, el columnista Umbral, en sus tiempos de máximo esplendor, constituía todo un catálogo viviente de las mil formas posibles de glosar alguna cosa. De un solo tema, quiero decir, era capaz de escribir cien o mil artículos y todos absolutamente diferentes y todos literariamente atractivos. Y después estaba eso otro, tan umbraliano, que decía veces y que yo, recordándolo, he dicho también muy a menudo a los amigos: -Los mejores artículos me salen cuando no tengo tema.
Porque escribir artículos frecuentes, todos los días, es cuestión esencialmente de hallar tema, materia sobre la que escribir. Ese es el reto, lo que lleva tiempo, lo que nos hace mirar obsesivamente diarios, escuchar conversaciones y mantenernos informados. Y cuando el tema se te resiste es cuando te entran sudores fríos, barruntando que habrá llegado el día en que se te acabaron los artículos. Nunca sucede en sentido estricto, pero el columnista lo teme siempre. Pues bien, en esos días "en blanco", cuando la cabeza se niega a darte la idea básica, el tema al que agarrarte y enganchar tu columna, era cuando Umbral, según el mismo, acababa escribiendo sus mejores artículos. Y salvando las distancias siderales, lo recuerdo a menudo porque he tenido muchas veces esa misma sensación. Los días en que, sin tema definido, te pones a escribir simplemente porque llegó la hora y no puedes posponerlo más, se produce de pronto el milagro: te sale un texto hermoso, intemporal quizá, de los que los lectores dirán después que era "de guardar".
Recuerdo eso, en fin, porque es uno de los detalles por las que siempre he tenido a San Umbral, laico y pecador patrón de los columnistas, presente en mis prosaicas y periodísticas plegarias. Aunque sé que la deuda es más profunda y que no escribiría como escribo columnas como ésta si en su momento no hubiera devorado y me hubiera dejado empapar por el estilo, tantas veces pirotécnico, de algunas suyas. Llegó a escribir Umbral, recuerdo, columnas periodísticas en impecables e inspiradísimos endecasílabos... Que la tierra le sea leve, pues, al viejo y gruñón maestro Paco Umbral, poseedor de una de las dos o tres mejores prosas castellanas del siglo XX. ¡Y a la Academia, donde no le dejaron entrar para que no "cantara" tanto la mediocridad de sus últimas hornadas de inquilinos, que le den!
Próximamente: Entrevistas de The Paris Review
Un hijo de mil padres
miércoles, agosto 29, 2007
Los Tojos
martes, agosto 28, 2007
Homenaje a Umbral
Las ninfas:
-Un adolescente es un proyecto de adulto que fracasa todos los días para volver a empezar.
-El adolescente sufre muchas crisis de identidad. No sólo la angustia de no saber quién es, sino, sobre todo, la angustia de no saber quién quiere ser, cómo quiere ser, qué quiere ser en la vida.
-Lo que se tarda en aceptar, lo que se acepta sólo con la madurez, es que no hay salvación para nadie en ningún sitio, que no hay una franja mágica de vida donde se detiene el tiempo y se es feliz para siempre.
Memorias eróticas:
-Si en el Universo hay un ser sobrenatural, es el gato. En algún libro tengo leído que son la única raza superior.
-El sesenta y nueve siempre me ha parecido una manera profunda, barroca y muy intensa de conocerse una pareja. En el sesenta y nueve no hay posesión del uno por el otro, sino una devoración recíproca, mística, un canibalismo espiritual, una antropofagia del alma, que naturalmente reside en el sexo.
El hijo de Greta Garbo:
-Escritor no es el que reordena el mar a su manera, cosa imposible, sino el que sabe echarse en la corriente del idioma, en las mareas de la lengua, y dejar que le atraviesen en todas direcciones. De ese naufragio debe hacer su cántico.
-De modo que siempre se está aprendiendo algo en la difícil asignatura de la mujer, en el largo aprendizaje de una madre.
Los cuadernos de Luis Vives:
-Un libro dura mucho de hacer y mientras tanto el autor va cambiando de carácter y proyectos (he aquí el gran inconveniente de la novela larga, que siempre está hecha de retales).
-Ser escritor es ante todo un afán, una necesidad de ser diferente.
-Yo creo que escribir nos calma los nervios, el alma, nos calma la vida, la fiebre, nos calma la enfermedad de ser escritores. Escribir es una forma de locura que sirve de remedio contra la locura de escribir.
Un ser de lejanías:
-Es malo que una mujer no te ame, pero hay algo peor: que te quiera como a un buen amigo.
-Amo a mi gata porque es la vida pura, el vivir y el matar, el estar avizor toda la noche. En la gata se explican muchas cosas, la honda felinidad de todo crimen, la caza como ley de la prehistoria, el jefe como anticipo del fascismo.
-Hace falta mucha humanidad para mirar como un perro.
Mortal y rosa:
-Ir a la mujer con manos de pianista mejor que con manos de ladrón. Que la mujer no se sienta saqueada, sino templada, pulsada, afinada.
-Nada descubre nuestro cuerpo, lo inventa, lo crea, como las manos de una mujer. (...) Unas manos de mujer me dan la medida de mi vida, la dimensión de mi pecho, la realidad de mi cuerpo, el contorno de mi mente. El propio cuerpo es una nebulosa hasta que las manos de una mujer lo crean, lo modelan, lo definen, lo concretan.
-Mirar a otros ojos da miedo. Los ojos queman los ojos. (...) Nada nos abrasa como una mirada. La mirada del odio, la mirada del amor, la mirada de la pregunta. Sé que mis ojos pueden incendiar el mundo. Sé que otros ojos pueden incendiarme. Sólo otros ojos. Unos ojos de mujer.
-La salud es un delicado equilibrio de deflagraciones. La cabeza que suena, los ojos que duelen, los oídos que pitan, la garganta que escuece, el vientre que sufre, los enfisemas, los vértigos, el insomnio, el miedo, las caries, las infiltraciones hiliares, las arritmias, la tos. Estamos vivos de milagro. Lo científico sería morirse en seguida.
-Meter la vida en un libro, tomarle medidas al tiempo. Eso es escribir.
-Estoy oyendo crecer a mi hijo. Un hijo es la propia infancia recuperada, la pieza suelta del rompecabezas. Lo que no viví en mí lo vivo en él, lo que no recuerdo de mí es él. Él es el trozo que me faltaba de mi vida. Yo soy el trozo que me faltaba de mi madre.
Dos declaraciones:
-Tu resentimiento me da la medida de mi triunfo.
-El joven se equivoca mucho creyendo inventar de la nada, y de donde hay que sacar las cosas, más que de la inspiración, es de la observación. La literatura no es inspiración, que no existe, es observación, mucha observación de la vida, de aquello que te llama la atención, que te motiva, que te gusta, que pueden ser desde tus padres a tu novia, o a un particular que va a llevar la leche a tu casa.