Pedí por correo electrónico, a una librería leonesa, algunos de los libros que me faltaban de la obra de Vicente Muñoz Álvarez. Me enviaron “38 Poemash” (o poemas-ceniza, como indica la incorporación de la hache final), “Estación del frío”, “Canciones de la gran deriva”, “Perro de la lluvia y otros cuentos”. Ya tenía “Privado”, “Los que vienen detrás” y “Parnaso en llamas”, de los que hablé en su momento en mi bitácora. El primero y el tercero son poemarios; el segundo es un libro de relatos urbanos. Los otros se los pedí al librero leonés y éste se los debió pedir a Vicente en persona, porque cuando le escribí un correo y le dije que había conseguido hacerme con varios de sus libros antiguos, Vicente me contó que el librero se los había solicitado a él. Poco a poco voy reuniendo la obra de Vicente Muñoz Álvarez y la de David González. Encuentro ejemplares de sus libros cuando menos me lo espero o, como en este caso, los pido por internet. Recuerdo que “Los que vienen detrás” lo encontré por casualidad en una librería de viejo de Madrid, en la que a veces pesco joyas a buen precio. Desde que me llegó el pedido de León, de vez en cuando me leo uno de estos libros: “38 Poemash” contiene poemas muy breves, casi me atrevería a decir que son haikus, y, a pesar de su brevedad, contienen mucha sustancia, su lectura me inunda de placer. “Estación del frío” es una criatura de Ediciones del 4 de Agosto que incluye una antología de versos antiguos y una segunda parte con poemas inéditos. Es una edición numerada, de trescientos ejemplares. Un pequeño libro que es una gozada, como lo es también el prólogo que lo precede, escrito por otro colega común, Diego Marín A., quien ha abandonado su labor en esa editorial por motivos que aún desconozco.
A mí me gustaría, aunque fuese extenso, copiarles aquí algún poema de Vicente, que es un poeta (y narrador) muy preocupado por el paso del tiempo, la soledad, el desencanto, los perdedores, el refugio interior como vía de escape de la locura del mundo, las imposturas e imposiciones de la sociedad y su modelo de vida, los sueños que una vez arrojamos a la basura. Es un poema que puede encontrarse en “Canciones de la gran deriva” (a la hora de escribir estas líneas todavía no he leído el libro entero), perteneciente a la Colección Zigurat que dirige otro de los grandes poetas en castellano, David González, y que también aparece recogido en “Estación del frío”. Se titula “Uno de tantos”, y dice así: “Vivir a costa de padres / que las pasan putas / para llegar a fin de mes. / Levantarte y decir: / muy buenos días. / Hacerte pajas a escondidas. / Comer sus huevos. / Utilizar su biblioteca. / Leer a Miller / o a Bukowski / o a Kerouac. / Ser un licenciado en paro. / Tener entre veinticinco / y treinta años / y justificar tu edad / preparando oposiciones. / Escuchar música. / Llevar el pelo largo. / Sacar a pasear al perro. / Follar de vez en cuando. / Ir a ver exposiciones. / Deprimirse. / Vencer la idea del suicidio. / Llegar borracho a casa / y caer rendido en el sofá. / Pensar: / Ya vendrán mejores tiempos”. Me parece un retrato demoledor de la juventud, de ese período duro y deprimente por el que todos hemos pasado alguna vez.
Otra de las facetas que admiro en él es su condición de antólogo y seleccionador de libros que reúnen cuentos, poemas y dibujos de autores españoles. Es una tarea ingrata (lo sé por experiencia), que depara muchos sinsabores y algunas satisfacciones. Junto a Eloy Fernández Porta preparó “Golpes. Ficciones de la crueldad social”. Con David González, “Tripulantes”. El próximo año llegará “Hank Over: Resaca”, homenaje a Charles Bukowski que ha preparado con Patxi Irurzun.