sábado, enero 31, 2009

Cartel de Crossing Over


Exposición benéfica ArtSalud




Inauguración de la exposición de ArtSalud a beneficio de ALCER‏. Día 6 de febrero, en el Palacio de la Audiencia de Soria. El acto contará con dos amigos de este blog: Luis López Martínez y Ángel González González.

Labordeta, por Antonio Pérez Morte



En el número 3 de Aragón en portada.

Blues entre la Niebla

Uno cuenta con personas que, aunque sólo nos hayamos visto las caras un par de veces, sabe que le cubrirían las espaldas en cualquier batalla. Es el caso, por ejemplo, de mi colega leonés Alfonso Xen Rabanal. La vida de Alfonso es agitada, o al menos lo era, sobre todo en lo que se refiere a los demonios y suplicios interiores. Llevamos un tiempo comunicándonos mediante el idioma entre líneas de los blogs y el correo electrónico. La primera vez que lo vi fue en León. Yo estaba alojado en casa de mis amigos y acudimos a una presentación. Alfonso leyó poemas de otros autores y se fue embriagando durante el acto. Luego estuvimos juntos por ahí, en los bares del Barrio Húmedo, y él se encargó de incendiar la noche y beberse la madrugada. De su blog disfrutamos muchos: “Crónicas para decorar un vacío en la niebla”. En su espacio hay un “blues de luz azul”, poemas y recomendaciones, guerra contra el sistema y un ritmo en la prosa que recuerda el alma negra de la música de Nueva Orleans.
Xen atravesó una época muy difícil. Un matrimonio que no era feliz, un suegro que creía haber contactado con extraterrestres, un curro como vigilante de seguridad en un museo y dos años entre la niebla de las montañas de Asturias, custodiando de noche una mina, amén de problemas diversos de salud, de buscar un camino y una salida sin encontrarlos, pensando que la vida que estaba viviendo era una ficción y no lograba escapar de ella. De todo eso nos habla, ahora y por fin, en su libro “La cámara de niebla”, editado por Eclipsados en su colección de Narrativa. Y aquí hacemos un breve inciso porque el editor (otro colega, Ignacio Escuín) ha publicado de una misma tacada a estos autores de lujo: Vicente Muñoz Álvarez, Patxi Irurzun, Nacho Abad, Gabriel Oca, Jorge Riechmann y el propio Xen. A todos ellos los he conocido o he asistido a sus recitales. Aquel día en León conocí también a Gabriel Oca, otro superviviente. Quizá el lector poco familiarizado con la narrativa española contemporánea, o muy versado en best-sellers, no sepa quiénes son estos tipos. Pero yo les recomiendo buscar sus nombres y sus obras en Google porque una gran parte del futuro de la literatura en castellano está en sus manos. Y si no, al tiempo.
“La cámara de niebla” es un libro inclasificable y sin ataduras, como un estallido de libertad. Es, a la vez, novela, ensayo, diario, blog y manual de supervivencia interior. Su estructura es fragmentaria, sin un hilo conductor salvo la lucha por mantenerse en la Niebla, a medio camino entre el Instinto y la Razón, entre la Luz y la Oscuridad. Xen nos va relatando, intercaladas en sus reflexiones, algunas de esas trampas que la sociedad le puso en el camino (el matrimonio, el trabajo de vigilante nocturno, el suegro problemático, los chismorreos de sus compañeros) y que hemos mencionado antes. Muchos de los capítulos provienen de su blog, ya los habíamos leído allí porque lo que su autor practica es una especie de escritura en directo, forjada en la resaca y con la lucidez que reporta a quien la sufre. Uno de los aspectos más interesantes es la manera en que él relaciona su ordenador comido por los virus (y al que le pasa un antivirus para desinfectarlo) con su vida y su cabeza: el pasado, los malos recuerdos constituyen los virus (las ventanas de publicidad o “pop ups” que saltan de pronto para destruir su ánimo) y la resaca es el antivirus, la manera de olvidar y limpiarse mientras escribe. Podríamos llenar muchas páginas hablando de las reflexiones y pensamientos e historias de este libro, pleno de musculatura y valiente, con influencias de Céline y con una prosa introspectiva en torno a un hombre perdido en la Niebla.

Recordatorio para hoy


Más información en el blog de Gsús Bonilla.

viernes, enero 30, 2009

La cámara de niebla, de Alfonso Xen Rabanal




…a veces, sólo a veces, cuando todo duele, me gustaría que la vida tuviese la opción que te da este windows xp de regresar a la configuración del sistema en la que, presumiblemente, todo funcionaba… tener la capacidad de obviar los virus que agujerean mi estómago, los virus del recuerdo que enturbian la soledad de mi pensamiento, los que me han impedido escribir estos días… Ser capaz de tener bajo la manga un modo a prueba de fallos con el que ir por la vida… A veces…
…pero es sólo un momento… acto seguido te das cuenta de que no existe en tu vida pasada un puto momento feérico en el que algo funcionase… que el único camino es hacia delante y como puedas con sus pérdidas y vacíos… y en él me encuentro: con una palabra debajo de la manga: único parche para heridas internas y externas que poseo…

Cartel de State of Play


La próxima semana: The Cardenio Proyect


Obra de Jesús Eguía Armenteros. Se representará durante tres días (3, 4 y 5 de febrero) en la Sala Triángulo. Reparto: Juan Díaz, Ricardo Birnbaum, María Felices, Rafa Navarro, Ernesto Gil & nuestra amiga Déborah Vukušić. Página web.

Creatura nº 36


Ayer me llegó el número de enero. Ya he leído la entrevista a Salvador Moreno Valencia, algunos poemas y el análisis sobre el cómic y la adaptación de The Spirit (y estoy de acuerdo: la película es una mierda). Los contenidos, en este post del Kebran.

Mañana: homenaje a Bettie Page en San Sebastián


Revolutionary Road

Un hombre va a la oficina en la ciudad, confundido entre cientos de trabajadores idénticos a él. Es su cumpleaños, pero no parece un día especial. La noche antes ha vuelto a discutir con su mujer. Apenas se aguantan. El tipo decide invitar a comer a una de las secretarias del edificio en el que trabaja. Tras la comida y unas copas, se inventa una excusa y llama al trabajo diciendo que él y la chica estarán buscando archivos en otra de las plantas de la empresa. Acaba con la secretaria en la cama del piso de ella. Después se viste y llega a su hogar más o menos a la hora de siempre. Cuando abre la puerta, su mujer le sorprende. Sonríe, está radiante, se ha maquillado, se ha puesto un vestido, le pide perdón por su comportamiento de la víspera y le ha preparado una fiesta de cumpleaños junto a sus dos hijos: cena, tarta, unas velas. En ese instante al hombre lo tritura la culpa. Ha hecho algo que no debía y lo sabe. Se ha ligado a otra para eliminar el sabor amargo de sus disputas conyugales y para que el día de su cumpleaños (treinta, ya) sea diferente al de su existencia gris y rutinaria. Ha faltado a la nobleza que le debe a su esposa. Y, mientras él estaba por ahí, disfrutando de la infidelidad, su mujer y sus hijos preparaban su fiesta doméstica. La culpa y los remordimientos lo machacan. Tiene que sonreír sabiéndose un canalla. Tiene que disimular.
Este fragmento pertenece a la novela de Richard Yates, “Revolutionary Road”, traducida por las editoriales como “Vía Revolucionaria”, y ahora también a la película del mismo título de Sam Mendes, con Leonardo DiCaprio y Kate Winslet en dos de sus mejores actuaciones. En cuanto vi esta escena supe que Mendes había adaptado con habilidad a Yates. He citado varias veces este libro, pero nunca aclaro qué es lo que me gusta de sus páginas. Todo. Pero ese fragmento es uno de los más logrados por el autor. Consigue que sintamos la culpa y los remordimientos del padre. Justo el día en que decide pasar a la acción y echar una cana al aire es cuando los suyos lo reciben como si fuera la gran esperanza de la casa. Así, el peso de la conciencia es abrumador. Si al volver a su hogar las peleas hubieran continuado y no hubiera fiesta y todo indicara que es un día como cualquier otro, a él no le pesaría su traición. Quizá sonreiría por dentro mientras cena, pensando: “Sé algo que vosotros no sabéis. Es mi secreto. Mi propio regalo de cumpleaños”. En la novela, Yates utiliza las palabras: los pensamientos de él, cómo se siente, etcétera. Pero esto es muy difícil de llevar a la pantalla sin el recurso de una voz en off. Mendes y el guionista no la utilizan. La culpa y la conciencia atraviesan al espectador merced a la interpretación de DiCaprio. Lo que Yates nos contaba debe resumirlo el actor en su mirada, en sus gestos dolidos. Y lo hace. Esta es otra de las grandes obras de Mendes (“American Beauty”, “Camino a la perdición”, “Jarhead”). Entre sus próximos proyectos, por cierto, están un filme con guión del escritor Dave Eggers y una adaptación de “Middlemarch”, de George Eliot.
Sin llegar a la perfección de la novela, algo imposible de alcanzar porque estamos hablando de una obra maestra de la literatura, “Revolutionary Road” es una adaptación fidelísima. Quien crea que va a presenciar una historia de amor a lo “Titanic” está muy confundido. Los sueños inalcanzables, los proyectos aplazados y la conciencia de estar viviendo una vida que nadie quiere son representados en la pantalla con el dominio de un cineasta sabio, ácido y preciosista. Brillan los secundarios Dylan Baker y Michael Shannon (nominado al Oscar), y es injusto que no nominaran también a DiCaprio y Winslet. A mí me ha gustado mucho la película.

jueves, enero 29, 2009

Cartel definitivo de Watchmen


"World War Z" Concept Art



Tiempo atrás recomendé el libro Zombi. Guía de supervivencia, de Max Brooks (hijo de Mel Brooks y Anne Bancroft). Brooks también escribió Guerra Mundial Z, una novela de zombies que tengo aún pendiente de lectura. Ahora, Marc Forster prepara la adaptación al cine y en la red ya se puede ver este boceto, llamado en USA "concept art".

Mañana, en Oviedo: Palabras con Ángel


Resaca / Hank Over: 2º edición


Historias de Orlando

Por motivos de trabajo, a uno de mis primos le tocó viajar a Orlando y pasar allí unos días. Yo no sabía nada de Orlando, que está en Florida. De hecho, lo único que sé de Orlando es que es el título de una extraña novela de Virginia Woolf que leí hace muchos años. Me enseñó algunas fotografías tomadas con el móvil. Antes de verlas, me dijo: “Aquello es como Fargo” (se refería a la película). Le pregunté: “¿Todo nevado?”, y respondió: “No, no hay nieve. Es como Fargo porque no hay nadie. No se ve a nadie por ahí”. Amplios carriles para ir con el coche y, a ambos lados, pequeñas casas sin nadie por las aceras. Él y otro compañero de trabajo tuvieron una reunión en una empresa de tres pisos. El edificio más alto, probablemente. Me divertí mucho con las historias que me contó sobre Orlando. Las referencias de mi primo y las mías siempre son cinematográficas: así nos entendemos mejor. Me dijo que en el motel en el que se alojaron había un recepcionista indio. Le pregunté en broma si el indio le sacudió con un cinto, como le hacía un nativo a Steve Buscemi en “Fargo”. Me dijo que no. Menos mal. Todo parecía muy pacífico. Continuó con la historia sobre el motel: “Mi habitación daba directamente a la calle”. Los españoles no estamos acostumbrados a eso. En nuestros apartamentos primero suele estar el hall, o la recepción, y luego un jardín u otra cosa, como en los apartamentos de vacaciones de Benidorm en los que nos alojábamos cuando yo era niño. Salías y estaba la piscina. Cualquier cosa menos la calle. Desde su ventana veía el típico parking; como en “No es país para viejos”, aclaró. “Sólo había un coche blanco aparcado en medio”. Le daba miedo dormir allí porque no hay mucha seguridad. Al otro lado de tu puerta está la calle.
Un día estaban esperando a un taxi para ir hasta Cabo Cañaveral y el taxista tardaba en aparecer. En tres o cuatro ocasiones aparecieron agentes para preguntarles qué hacían allí, tanto rato esperando. “Esperamos a un taxi”. Uno dijo: “Pero, ¿lo han llamado?”. Por supuesto que lo habían llamado. Pero la seguridad funciona así en Estados Unidos. Dos tipos aguardando en la calle no pueden traer nada bueno, pensarán los encargados de velar por la seguridad. Cuando el taxi llegó alucinaron. Dentro iba una abuela filipina de metro y medio de estatura, con su nieto (un bebé) sentado en un cochecito, en el asiento trasero. Así que mi primo tuvo que montarse delante, junto a la señora, y su colega de trabajo detrás, junto al bebé. La mujer dijo que la madre, su hija, era estudiante y estaba en clase y por esa razón tenía que encargarse ella misma de cuidarla mientras hacía servicios con el taxi. De película.
Cuando llegaron a Cabo Cañaveral, el lanzamiento previsto para aquel día se había suspendido. Se lo dijo un tipo que encontraron en la calle. Unos cuarenta y seis años, gorra (supongo que de los Yankees), camisa, pantalón corto. El hombre se puso a largar. Hablaba en español, con acento cubano. Era un antiguo policía de Miami. Ahora trabajaba en seguridad, en el complejo de la Nasa en Cabo Cañaveral. Mi primo le dijo que ellos vivían en Madrid. Preguntó por la ciudad. Charlaron durante hora y media. El último día, cuando abandonaban Orlando y estaban en el aeropuerto, a punto de embarcar, una mujer latina les oyó hablar y se metió en la conversación para preguntarles si eran de España. Les dijo que estaba casada con un zamorano. Mi primo le juró que toda su familia era de Zamora y la mujer pensaba al principio que la estaba vacilando. Mi primo le dijo mi apellido. La mujer había oído hablar de mi familia. Vas a Orlando y te encuentras gente de tu tierra. Fascinante.

miércoles, enero 28, 2009

Bonnie & Clyde


Hilary Duff quiere hacer un remake de Bonnie & Clyde, la gran película de Arthur Penn. Mi pregunta es: ¿Por qué castigarnos así?

Festival Internacional de Trailers Falsos


Portadas exquisitas


Good Evening Mr. & Mrs. America and All the Ships at Sea, novela de Richard Bausch. Inédita en España.

2 de febrero: charla con los autores de Odio Barcelona


Lunes, 2 de febrero, a las 19:00 horas.
Librería Laie Pau Claris (bar del piso de arriba). C/ Pau Claris 85. Barcelona.
Con motivo de unas jornadas en torno a la ciudad de Barcelona la librería Laie de Pau Claris nos ha convocado para una mesa redonda en su bar. La mesa contará con la presencia de los autores Eloy Fernández Porta, Lucía Lijtmaer, Javier Calvo y Ana S. Pareja, editora del libro. Esperamos veros allí; os invitaremos a unas cervezas y esperamos, también, entablar un debate relajado y amistoso (o antipático y peliagudo) con los asistentes.

Una banda, una obra, una web

Fui a ver a La Sonrisa de Julia en la Sala Caracol de Madrid, o sea, casi a tiro de piedra de mi casa y al lado de la sucursal de Correos a la que suelo acudir algunas mañanas. No veía a la banda desde aquel rompedor directo que ofrecieron en el Centro Cultural de Caja España, en Zamora, creo que ya hace año y medio de aquello. La sala estaba llena y la mitad éramos de mi tierra, como es habitual. Me gustó el modo de tocar del nuevo miembro del grupo, al que aún no había escuchado. A Marcos Casal, Diego Rojo y Raúl Delgado se ha incorporado el zamorano Víctor Antón, quien con veinticuatro años toca la guitarra y los teclados. Su aportación se nota. Las canciones suenan más cañeras. En los periódicos y en los telediarios empiezan a prestarles atención, lo cual aplaudimos. El directo estuvo muy bien.
También en el teatro que tengo al lado de casa estrenaron una obra titulada “Llueve en Barcelona”. Una historia sencilla que retrata a tres personajes: una prostituta, su chulo y su mejor cliente. Tres personas. Dos actores (Víctor Clavijo y Toni Cantó) y una actriz (María Valverde). Un escenario con una cama, un sofá y demás mobiliario de piso de pobre. No se necesitan más medios para hacer buen teatro. La obra la escribió Pau Miró, y el texto se inspira en lo que él veía y escuchaba en una cafetería de su barrio, el Raval de Barcelona. Hay cierto encanto en estos personajes a la deriva. Enternecen esa fulana joven y ese proxeneta que apenas sabe leer y que disfruta yendo a McDonald’s a comer hamburguesas y a beber Coca-Cola como si ese fuera el culmen de la vida. Uno se enamora, además, del personaje de María Valverde. Es deliciosa esa prostituta ingenua y con ínfulas de lolita que empieza a interesarse por la pintura y la literatura que representa su mejor cliente, dueño de una librería. Inolvidable es el momento en que el librero le regala un libro y ella chilla de placer y se lanza a abrir la novela (“La isla del tesoro”) y a leer algunos párrafos.
Estuve viendo, pero esto en internet, algunos de los “falsos trailers” de la página web Teaserland. Junto a los teasers que concursan en el Festival Internacional de Trailers Falsos podemos ver piezas montadas por directores célebres del cine español, a quienes los responsables de la web invitaron a colaborar. Algunos han hecho trailers falsos y otros han hecho trailers de sus próximos proyectos. Por ejemplo, Eduardo Chapero-Jackson ha presentado el de su cortometraje “The End”, en el que sale Miguel Ángel Silvestre (El Duque, para quienes no sepan su auténtico nombre). Hernán Migoya, con quien me he carteado algunas veces, ha rodado un trailer falso y burlón que se titula “El Sudaca Sádico”. Y Daniel Monzón ofrece una breve escena de su película rodada en Zamora, “Celda 211”. Podemos ver la vieja prisión de mi ciudad por dentro, con Luis Tosar mostrando una imagen impresionante, que causa respeto y mete miedo. Juan Cruz y José Corbacho me han hecho reír con “My Best Friend’s Cock” (prefiero no traducirlo, por si hay señoras en la sala), una parodia de las comedias románticas americanas. Lo interesante de Teaserland es perderse en el menú y ver al azar algunas de estas piezas y de las que han hecho quienes participan en el concurso. Se encuentran joyas. Los “fake trailers” de películas que no existen no los inventó Quentin Tarantino, pero es cierto que gracias a él y a “Grindhouse” vuelven a estar de moda. Lo de Teaserland me parece una gran idea. El ganador del festival recibirá treinta mil euros para rodar un largometraje. Con un par de ideas, una cámara y un programa de edición se pueden alumbrar cortos muy interesantes.

martes, enero 27, 2009

John Updike (1932 - 2009)

Empire Falls: próximamente en dvd


El 17 de febrero lanzan por fin en dvd, en España, esta miniserie basada en la prestigiosa novela de Richard Russo. Yo la vi hace tiempo y es una maravilla, sobre todo por el papelón que hace Paul Newman, quien, por cierto, de estar vivo hubiera cumplido ayer 84 años.

Cartel francés de Staten Island


Lo entendí hace tiempo...

es todo cuestión de orgullo y miedo;


una parada de metro con veinte parados posando para unas jodidas
estadísticas que nadie entiende.
gente que sonríe por las mañanas porque venirse abajo parece que dejó de
estar de moda
el día que alguien pensó, que por encima del hombro,
el mundo funciona.

tipos con cinturones anchos para aguantar su ego y kilómetros de risas
enfermizas
goteando sobre el asfalto,
marcando las tendencias de todos esos telediarios
que nunca nos van a dar la razón.

el espejo del baño vomitando tu rostro sobre las baldosas,
censando cada uno de los putos puntos por los que flaqueas,
y estas dichosas fuerzas que se escapan
porque - y a ver si lo pillas- las zancadillas acechan en cada esquina
y tú puedes ser el siguiente.

orgullo y pena, de veras,

un escritorio lleno de papeles disfrazados de intentos de,
sujetados por botellas de cerveza vacías y un obsceno olor a resaca
cada vez que te recitas tu nombre

para no olvidarlo.

resignarnos, quería decir, a que esta rutina
que nos tiene agarrados
por los huevos
sea otra forma de destino
y no al contrario.


el miedo contoneádose en tus entrañas
mientras ves como esa vida que pasa
es la tuya

y créeme

sí que importa.



Ester García Camps, de su blog La vida monta en Bici…

Rubén Lardín en Barcelona y Madrid


Presentación en Barcelona (28 de enero) y Madrid (3 de febrero) del libro Imbécil y desnudo (Ediciones Leteo), de Rubén Lardín, con sendos presentadores de lujo: Daniel Fernández (Lord Absence en la blogosfera) y Nacho Vigalondo.

Citas. 100



En lugar de vivir en el corazón y la mente de mis congéneres, preferiría vivir en mi apartamento.
Woody Allen, del libro de Eric Lax Conversaciones con Woody Allen

Primeras decisiones

Medio planeta esperaba el relevo. Esperaba a otro presidente en Estados Unidos. Cualquiera que no fuese George W. Bush. Ahora que por fin se ha logrado, ahora que renace un poco de esperanza en aquel país cuyas decisiones políticas afectan al resto del mundo, ahora que Barack Obama sustituye a Bush, es cuando algunas personas empiezan a desconfiar. Dicen que, en el fondo, Obama es más de lo mismo. Otro lobo, pero con piel de cordero. Vale. Puede que sea cierto. Puede que así ocurra. Ya veremos. Aún está por demostrar. Pero, como dijo alguien (ahora no recuerdo quién), nada puede ser peor que Bush. Igual que nada puede ser peor que tener de presidente a José María Aznar; ni siquiera lo sería Mariano Rajoy, si alguna vez ganara las elecciones. Es cierto que Bill Clinton no fue la versión JFK que creíamos, y que muchas de sus decisiones demostraron que era más de lo mismo, pero no fue tan dañino como Bush.
Lo que ocurre con Obama es que muchos ciudadanos despiertan así su racismo. Seamos claros: muchos ciudadanos prefieren a un blanco malo en la Casa Blanca que a un negro bueno. Aunque no sea negro. Aunque sea mulato. Pero no se fían de quien no es blanco. Tampoco se fían de las mujeres al mando. O quizá es como lo que me escribió una amiga hace poco, hablando de otro tema: “La gente no está acostumbrada a ser tratada con cariño”. El pueblo, en el fondo, prefiere recibir palos y mano dura. Mientras lo bañaban en críticas y aunque apenas había tomado el mando, Obama empezó a sorprender a sus detractores y recelosos con el decreto del cierre de Guantánamo dentro de doce meses. También vetó la tortura. Las cárceles ilegales de la CIA donde se torturaba a los prisioneros. A ello se suman otras decisiones importantes: el refuerzo de la Ley de Libertad de Información, el congelamiento de salarios de quienes trabajan en la Casa Blanca ganando cien mil dólares o más, los límites a los lobbies del gobierno, etcétera. Son las primeras decisiones de Obama.
Lo que más ha enfurecido a la derecha ha sido su resolución de autorizar “las ayudas económicas a los grupos de planificación familiar, sin tomar en consideración si apoyan el aborto” (El País), algo por lo que apostó Clinton, mientras que Bush hijo y Ronald Reagan retiraron esas ayudas. El Vaticano ya ha mostrado su disconformidad con la decisión. La noticia, como es frecuente en estos casos, se ha multiplicado en los medios. Es carne de articulistas de la derecha. Abundan las noticias y comentarios sobre el Vaticano y su disconformidad con la medida. Más o menos como siempre. Mientras tanto, en los mismos días, otra noticia que afecta a la iglesia es relegada. No tiene tanta repercusión. El tema no lo tratan en todos los periódicos, e incluso en algunos la noticia apenas ocupa mucho espacio. Casi es un breve. Algunos lectores ya sabrán a lo que me refiero. El titular dice así: “Decenas de alumnos sordomudos acusan de pedofilia a 25 profesores religiosos en Verona”. Se trata de “curas y religiosos del centro” en el que estudiaban los sordomudos, nos aclaran luego. Al menos del asunto se ha ocupado Carlos Boyero, en su artículo titulado “Niños”. Esa clase de noticias siempre tienen menos trascendencia en los medios. Un padre de familia que vea fotos de niños desnudos siempre estará en los grandes titulares y en los encabezamientos de los telediarios, pero un cura que abuse de esos niños va a la cola de los noticiarios. Es así, fíjense. Tal vez el Vaticano debería preocuparse más por quienes están vivos y sufren esos abusos por parte de los religiosos. Esos “casos aislados”, que llaman algunos. Mientras tanto critiquemos a Obama, ¿no?

lunes, enero 26, 2009

Carteles de Black Dynamite






Vuelve el blaxploitation. En la página web de Black Dynamite se pueden encontrar más carteles de esta película que recupera el espíritu de aquellas cintas de los 70 protagonizadas por tipos duros con pelo afro, patillas y bigotazos. No me la perderé cuando la estrenen en España. Cool, sin duda.

Tres citas para mañana en Madrid







Mañana, a partir de las 19:00 horas, coinciden en Madrid tres actos literarios a los que me gustaría ir. Pero es imposible. Así que iré a la presentación de Javier Das porque se lo prometí hace tiempo. Estos son los datos de los eventos, según el orden de las fotos (de arriba abajo):

-Recital poético de Mercedes Díaz Villarías. A las 19:30 horas en Le Crew (C/ Caños del Peral, 11).

-Presentación de en estas 4 paredes, de Javier Das. A las 19:30 horas en el Centro de Arte Joven (Avenida de América, 13).

-Presentación de Yo también puedo escribir una jodida historia de amor, de Carlos Salem. Presenta Déborah Vukušić. A las 19:00 horas en Fnac Callao (C/ Preciados, 28).

Zamora es así


Viñeta de Guillermo Tostón, siempre certero y afilado.

Estreno en televisión

El martes, tras la emisión de “House”, cambié de canal. En la segunda cadena de Televisión Española salían James Cromwell y Josh Brolin. Sabía que ambos rodaron juntos “W.”, la película de Oliver Stone sobre George Bush, y que interpretaban a Bush padre y a Bush hijo, respectivamente. Las escenas sólo podían pertenecer a ese filme, y pensé en algún reportaje sobre cine o sobre política (la salida del anterior presidente de Estados Unidos y la entrada de Barack Obama). Unos minutos después fui a mirar la programación de la tele en internet: estaban poniendo la película entera. Apenas cuatro meses después de su estreno en Estados Unidos y sin que hayamos podido verla en los cines españoles y sin que haya salido aún en dvd. Insólito. Me cabreó. Esperaba ir a verla en pantalla grande y en versión original y ya no podré hacerlo. Supongo que todo se debe a uno de estos dos motivos, o ambos: o las manipulaciones de Bush en la sombra para que la película tenga poca repercusión, dado que la emitieron sin apenas haberla anunciado (en Italia también fue así); o el escaso éxito de crítica y público que ha tenido. En los últimos tiempos Oliver Stone es una fuente de decepciones: “Alejandro Magno” me pareció una basura, sus documentales no me motivan y me faltaron ánimos para ver “World Trade Center”. De “Un día cualquiera” destaco a Al Pacino. Así que, en realidad, su única obra decente desde hace más de diez años sería “Giro al infierno”. Pero quiero ver “W.” por una sencilla razón: Josh Brolin.
Brolin, por cierto, acaba de ser nominado al Oscar por uno de sus mejores papeles de los últimos años, es decir, el personaje al que interpreta en “Mi nombre es Harvey Milk”. Podrían haberlo nominado antes por cualquier otro papel de los que nos brindó en este nuevo y meteórico tramo de su carrera: en películas como “American Gangster”, “No es país para viejos”, “En el valle de Elah” y “Planet Terror”. Porque en todas ellas ha destacado como secundario de lujo. Sin embargo este año tiene competencia fuerte: Heath Ledger en “El caballero oscuro”. Será un merecido premio póstumo que sólo podrá disfrutar su familia. Lo que son las cosas. El anuncio oficial de las nominaciones de este año se pospuso un día por la toma de posesión de Obama. Ese retraso de un día hizo que la nominación a Ledger se anunciara justo un año exacto de su muerte, un veintidós de enero. Otro reconocimiento a una carrera resucitada es la nominación a Mickey Rourke por “El luchador”. Rourke, uno de mis actores preferidos en los años ochenta, ha pasado por todos los estadios posibles: ha aparecido en obras maestras, ha rodado grandes películas y monumentales bodrios, se ha destruido a sí mismo, ha caminado por infiernos personales y laborales y regresa por la puerta grande, tras pequeños papeles en “Animal Factory”, “El juramento” o “El mexicano”.
Y ahora volvamos a la televisión. En la cadena del número tres, la peor de las generalistas con mucha diferencia, anunciaron “Diamantes de sangre”. Fíjense en la trampa: tiene una “ese” de más en el título, lo cual hará que los espectadores despistados crean que se trata de “Diamante de sangre”, la de Leonardo DiCaprio. La primera es un telefilme posterior, que va a remolque del éxito de la segunda. Después vi el anuncio de “Valkiria”, que no es, lógicamente, en la que sale Tom Cruise (de próximo estreno), sino otra de esas versiones que ruedan para la tele y que anuncian como “Estreno en televisión”. A esta cadena sólo le falta hacer lo que en “Rebobine, por favor” llamaban “suecadas”, esto es, versiones caseras y baratas de películas famosas. Para engañarnos. A esto se le podría llamar oportunismo de baja estofa.

domingo, enero 25, 2009

Corrado "Junior" Soprano


Estoy en la cuarta temporada de Los Soprano. Disfruto cada minuto, cada capítulo, cada momento glorioso. No me gustará el día en que llegue al final y no queden más episodios. Mi personaje favorito sigue siendo Corrado Soprano, el tío cascarrabias de Tony. Lo interpreta el actor Dominic Chianese y tiene un gesto inolvidable cuando se cabrea que me recuerda a uno de mis difuntos abuelos. Grandísimo, el tío "Junior".

Sesión de spoken word & videojokey

Considero que Eloy Fernández Porta tiene una de las mentes más lúcidas y complejas del panorama de la literatura contemporánea. Su cerebro funciona como un superordenador capaz de aglutinar miles de referencias culturales, de clasificarlas y luego relacionarlas entre sí y que tengan un sentido distinto al original. Para que me entiendan quienes no hayan leído nada de su cosecha: Quentin Tarantino es capaz de rodar y montar una escena que homenajea a las películas de samuráis, con chicas que pelean con katana, y ponerle un tema de flamenco sin que quede mal; o de acoplar con acierto la banda sonora de algún olvidado spaghetti western a sus historias de gángsters. Y funciona. Esa habilidad también la tiene Eloy, como ha demostrado en sus colaboraciones para libros colectivos (“Golpes: Ficciones de la crueldad social”, “Tripulantes. Nuevas aventuras de Vinalia Trippers”, “Resaca/Hank Over. Un homenaje a Charles Bukowski”, “Odio Barcelona”, etcétera), o en su conocido ensayo “Afterpop. La literatura de la implosión mediática”. Supongo que también ese ejercicio se da en sus libros de narrativa, “Los minutos de la basura” y “Caras B de la música de las esferas”, ya incorporados a mi biblioteca, pero aún pendientes de lectura.
Para mí, hay un antes y un después de “Afterpop”. Por fin un ensayo filosófico no era tan tedioso como es habitual. Por fin alguien era lo bastante hábil y juicioso como para mezclar literatura, cómic, pensamiento posmoderno, música, videoclips, pop, cine y televisión sin que lo acusaran, no sé, de freak o de loco. El éxito de este libro hizo que Anagrama fichara su siguiente ensayo: “Homo Sampler. Tiempo y consumo en la Era Afterpop”. Aunque salió a la venta en noviembre del mes pasado y lo compré entonces, todavía no he podido ponerme con él. Pero no tardaré en leerlo y, entonces, escribiré aquí al respecto. El jueves pasado, Eloy Fernández, que además es profesor de Humanidades en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, presentó este nuevo libro en la sala de actos de Fnac en Callao. Fui a verlo con mi colega zamorano Mario Crespo. Nos gustó mucho. Salimos muy satisfechos y, tras algunas conversaciones por teléfono y correo electrónico, por fin pude estrechar la mano de Eloy. La sala se llenó. Lo que significó la presentación es difícil de explicar.
Para hacernos entender los rumbos que toma su ensayo, ofreció al público lo que él llama una sesión de “spoken word & videojokey”. Esto es, la lectura de textos (ensayos, relatos, poemas, canciones) en directo, mientras se proyectan en una pantalla vídeos seleccionados de YouTube y con un hilo de música tecno, pop, metal y electrónica. Sólo Eloy es capaz de sacar lo mejor de una película mediocre, los créditos iniciales del remake de “La isla del Doctor Moreau”, y ponerles de fondo un tema de Muzak y el título “El sueño de la radiación”. En la lectura de su célebre poema “Una tribu de jebis devora a un coolhunter” asistimos al trailer de “Holocausto caníbal” mientras suenan de fondo The Battles. Mi acto favorito fue este: un mix de escenas de “Yo soy la justicia 2”, con Charles Bronson repartiendo palos a diestro y siniestro y música cañera de la banda Trans Am, mientras el propio Eloy rapeaba “El justiciero de la noche modelna”, un ensayo canción que, no sin ironía, critica al sistema moralista y recto que trata de cargarse a la cultura popular. En la sesión del otro día hubo, por tanto, y con un decorado de música, palabras y vídeos, un recorrido por el consumismo, la tecnología, el tiempo, la influencia de los medios, el primitivismo… Una hazaña que me ha dejado aún con más ganas de leer el libro.

sábado, enero 24, 2009

Próximamente: La soledad de los ventrílocuos


Debemos apostar por quienes empiezan. Matías Candeira, amigo de este blog, publica en breve su primer libro en solitario: La soledad de los ventrílocuos (Tropo Editores). En los próximos días se espera que llegue a las librerías. Enhorabuena, colega.

Es el bar de siempre

Es el bar de siempre,
el de cada fin de semana,
al que vas desde hace años.

O es otro bar, me da igual,
una fiesta,
un concierto,
no cambia nada.

Y hay una chica ahí,
la estás viendo,
tiene una copa en la mano.

Te gusta, mucho,
demasiado, y sería genial
acercarse y hablar con ella,
hacerla sonreír,
ligar, coño,
e iros juntos.

Me da igual si lo llamas sexo
o hacer el amor,
pero esta noche es lo que te apetecería,
follar.

Aunque sabes que no va a ir bien,
lo sabes,
son demasiadas veces y no va a cambiar hoy,
ella no es el problema,
el problema eres tú.

Así que prepara la carta de presentación
y trata de explicar la situación,
aunque te aseguro que no va a explicar nada,
al menos a ti no.

Y te quedarás jodido, hecho polvo, hundido,
insignificante, odiando cada parte de ti,
repitiéndote una y otra vez
“para qué coño me meto en estas mierdas”

Porque sabes cómo funcionas,
bueno, más bien sabes cómo no funcionas,
aunque lo desees, da igual,
tu cerebro es un gran hijo de puta
y puede contigo.
Así que seguramente
no te acerques,
no la dirás nada,
y claro, no te irás con ella.

Tus amigos son plato seguro
y ellos no necesitan
explicaciones.

Hasta que no cambies la pieza
que falla,
hasta que no puedas ser tú quien mande,
hasta ese momento
estás jodido,

y lo que es peor de todo,

hasta ese momento,
te vas a sentir como la mierda
más grande del mundo.

Y lo sabes.



Javier Das, Inédito

O arriba o abajo

Durante el mes de enero al menos dos noticias sobre Zamora han aparecido en casi todos los medios de comunicación del país. El aniversario de la tragedia de Ribadelago y la XXIV Cumbre Hispanolusa. Del primer acontecimiento hemos leído reportajes en la prensa nacional y visto informes y documentales en la tele. No sé si los actos de conmemoración, con Ribadelago iluminado por focos en una noche de cellisca, aparecieron en los periódicos. Lo de la Cumbre entre España y Portugal, celebrada en la Fundación Rei Afonso Henriques, contó con varias “celebrities” de ambos países. Quizá lo más sonado haya sido la presencia de José Luis Rodríguez Zapatero en Zamora, cuya llegada fue recibida por un par de manifestaciones de diferente reivindicación. Podríamos citar lo del arsenal incautado, pero la primera noticia la tuvimos en diciembre, o sea que el resto no cuenta. Así que, en apenas unas pocas semanas, la ciudad ha copado el espacio de las noticias en varios medios. Entendiendo esto en relación al consumo de informaciones en estos tiempos: las noticias nacen y mueren casi el mismo día, y a la mañana siguiente ya nadie se acuerda de cuanto ocurrió en la víspera. Consumimos información a velocidad de vértigo.
Dado que Zamora ha estado presente en las cabeceras de los noticiarios en un par de ocasiones, en enero, es de suponer que no volverá a ser mencionada o atendida o reseñada hasta dentro de un par de meses, o hasta que llegue la Semana Santa y sus calles y su nombre vuelvan a comparecer en los telediarios y en los suplementos de viajes de diversos periódicos y revistas. Esto que digo puede parecer, a simple vista, una tontería. Pero no lo es tanto. Los focos de atención (me refiero al nivel nacional) se interesan por esta ciudad muy pocas veces al año. Suele ser por culpa de sucesos sórdidos: asesinatos, tiroteos, hallazgo de un arsenal ilegal, algunas de las tragedias relacionadas con el río y poco más. Desde fuera se puede tener la impresión de que en Zamora sólo pasan cosas malas, o se puede creer que la ciudad está gafada. Y es una pena que así sea porque, creo recordar que ya lo mencioné hace tiempo, allí también ocurren cosas buenas, asuntos dignos de mención, noticias que deberían salir de los límites de la provincia. Pero dichos sucesos no golpean, no atraen tanto a los lectores, y, ya lo sabemos: lo bueno no suele ser noticia, o pocas veces lo es.
Tal vez quienes vivan en la provincia no se den cuenta de algo: para quienes vivimos fuera de Zamora, la ciudad existe en los medios en cinco o seis ocasiones al año y el resto del tiempo desaparece. No figura. No cuenta. No aparece. Es como una montaña rusa: los vagones pasan más tiempo arriba y abajo del todo que en el medio, pues es en los extremos donde los trenes vacilan durante unos segundos, donde tienen importancia y no corren tanto. Lo que ocurre con esta ciudad respecto a los noticiarios nacionales es similar a esas atracciones de las barracas de feria en las que los visitantes podían medir su fuerza. Las habrán visto en las películas. Golpeaban con un mazo y el medidor subía como una bala hasta arriba (porque solían probar los más fuertes; los débiles de mi calaña preferimos dejarlo estar). Después caía a plomo. Zamora es eso, por desgracia: o está arriba, en lo más alto de los focos de atención, o está abajo, donde no se tiene noticia de ella y parece que no existe. A menudo busco noticias en los medios nacionales sobre mi ciudad. No las hay, salvo en dichas excepciones: noticias rotundas o malas o en las que aparezca la sangre.

viernes, enero 23, 2009

Portadas exquisitas


This Is Water: Some Thoughts, Delivered on a Significant Occasion, about Living a Compassionate Life, de David Foster Wallace. De próxima publicación en Estados Unidos.

Carteles de Viernes 13



Las secuelas de Viernes 13 suelen ser malas. Pésimas. Nunca estuvieron a la altura de la original, aunque tampoco era una maravilla, y en algún momento dejé de seguir la saga. Ahora Marcus Nispel, director del remake de La matanza de Texas, hace lo mismo con Viernes 13. Y espero que le devuelva a la historia de Jason y su máscara un poco de la dignidad que perdió en el camino. De momento, y aunque hay más, os dejo con este par de carteles. Su estreno está previsto para febrero.

135

Anoto estas palabras de François Mauriac: “La muerte destruye, pero la vida degrada”.

Sacristán y Alterio

En el Teatro Fernán Gómez, situado en Colón, han estrenado una obra que reúne por primera vez a dos pesos pesados de la interpretación: el español José Sacristán y el argentino Héctor Alterio. Fuimos a verla y yo no conocía el argumento. Quiere decirse que lo que me interesaba era el reparto. El libreto se titula “Dos menos”. Aunque la versión española es de Fernando Masllorens y Federico González del Pino, el texto original corresponde al francés Samuel Benchetrit. No es muy conocido en nuestro país, y sin embargo no sólo es escritor, sino guionista y director de cine. Hasta ahora ha rodado tres películas. Anagrama publicó aquí la primera parte de su autobiografía: “Crónicas del asfalto”. Según la web de la editorial, Benchetrit estuvo “fascinado por las lecturas de Brautigan, Fante y Bukowski”, cuyas obras lo empujaron a convertirse en escritor. Es lo que yo llamo tener buen gusto. Sobre todo en lo que respecta a John Fante y Charles Bukowski, dos de mis autores de cabecera. Este autor, además, estuvo casado con Marie Trintignant, la hija del actor Jean-Louis Trintignant. Luego ella cambió de novio: Bertrand Cantat, del grupo Noir Désir. Recordemos que, hace unos años, Cantat le dio una paliza que la llevó al coma y, de ahí, a la muerte. Tenía cuarenta y un años. Era una mujer morbosa, como demostró en la película “Noche de verano en la ciudad”, en la que se pasaba casi todo el metraje desnuda.
Benchetrit sabe, pues, algo del dolor. O mejor dicho: bastante. Creció en los suburbios de París. Y todo esto lo explico porque “Dos menos” data del dos mil cinco, es decir, dos años después de la muerte de su mujer. Y en “Dos menos” asistimos al modo en que dos hombres afrontan la fecha de su muerte. La obra empieza con dos enfermos echados en sus camas de hospital, a quienes el médico anuncia su pronta defunción. Tienen la fecha marcada. Uno vivirá una semana. El otro aguantará un poco más: quince días. Lo asombroso del texto es que, partiendo de ese punto doloroso e irreversible, y gracias a la complicidad de los actores y a su buena química, logra arrancar carcajadas del público. Se trata de ver la muerte con humor. Es como si, ajustados sus plazos, a los enfermos ya sólo les restara bromear un poco mientras esperan el final. La obra gira por caminos que uno no se imaginaba. Los dos hombres apenas tienen a nadie: uno (Héctor Alterio) cuenta que su familia apenas le visita porque está siguiendo el Tour de Francia; otro (José Sacristán) dice que tiene un hijo al que no conoce, y una mujer que le abandonó y de la que ha perdido el rastro. Así que deciden, esa misma noche, irse juntos y en pijama a recorrer mundo. Pronto se encuentran a una mujer embarazada que ha tenido problemas con su novio. Y, a regañadientes, deciden ayudarla. Su noche, sin que lo hayan previsto, empieza a recobrar un sentido.
Admito que el texto tiene algún momento flojo, y que esperaba un final más contundente. Pero los diálogos juegan con los dobles sentidos, con los equívocos, con el destino, el pasado y la familia. Es valiente esa reflexión sobre la muerte partiendo del humor. No es fácil. José Sacristán y Héctor Alterio están, simplemente, inmensos. En escena es muy importante el contraste entre las voces de ambos: la voz poderosa, como un torrente, de Sacristán; frente a la voz suave y dulce de Alterio. Durante una hora y media despliegan todas sus habilidades y encantos. Sus diversos registros en la comedia. Es un lujo verlos sobre el escenario. Ambos se han prodigado poco en cine en los últimos años y se agradece su reencuentro con el público. La obra la dirige Óscar Martínez.

jueves, enero 22, 2009

Nominaciones a los Oscar



Best Motion Picture of the Year
Nominees:
The Curious Case of Benjamin Button (2008)
Frost/Nixon (2008)
Milk (2008)
The Reader (2008)
Slumdog Millionaire (2008)

Best Performance by an Actor in a Leading Role
Nominees:

Richard Jenkins for The Visitor (2007/I)
Frank Langella for Frost/Nixon (2008)
Sean Penn for Milk (2008)
Brad Pitt for The Curious Case of Benjamin Button (2008)
Mickey Rourke for The Wrestler (2008)

Best Performance by an Actress in a Leading Role
Nominees:
Anne Hathaway for Rachel Getting Married (2008)
Angelina Jolie for Changeling (2008)
Melissa Leo for Frozen River (2008)
Meryl Streep for Doubt (2008/I)
Kate Winslet for The Reader (2008)
Seguir leyendo: aquí.

Los domingos de Jean Dézert, de Jean de La Ville de Mirmont


Impedimenta, con su buen gusto habitual, ha rescatado esta breve obra de un autor que murió joven, en la guerra, dejando sólo un puñado de poemarios, algunos cuentos y el libro que nos ocupa. A su personaje, Jean Dézert, se le ha comparado con el escribiente Bartleby, y no sin razón. Dézert es un funcionario de París incapacitado para la acción. Un tipo gris metido hasta los huesos en la rutina, al que no se le mueve la ropa pase lo que pase. Lo único que le motiva un poco es el domingo. El día de la semana que a otros deprime es el que Dézert emplea para pasear por la ciudad y para hacer lo que recomiendan en los folletos publicitarios: ir a los baños públicos, entrar en restaurantes distintos a los que frecuenta... Es una novela sobre el vacío existencial, que perdura en nosotros después de haberla devorado. La filosofía de este funcionario gris queda demostrada en este párrafo:
Pero, sobre todo, Jean Dézert hace suya una gran virtud: él sabe esperar. Durante toda la semana espera el domingo. En su ministerio, espera el ascenso, mientras espera la jubilación. Una vez jubilado, esperará la muerte. Él considera la vida una sala de espera para viajeros de tercera clase. Una vez adquirido el billete, no le queda más que, sin moverse, mirar pasar a los ferroviarios por el andén. Un empleado le avisará cuando arranque el tren; pero él no sabe hacia qué estación.

Portadas exquisitas


134

Anoto estas palabras del olvidado Jean de La Ville de Mirmont: “El único estudio, para el poeta, es el estudio de la vida; su labor más fecunda, vivir y vivir bien”.

Retratos de la miseria

En la edición digital de este periódico hay una galería de imágenes cedidas por el Archivo Histórico Provincial y la Subdelegación del Gobierno sobre la tragedia de Ribadelago, de la que se cumplen cincuenta años. Les aconsejo que no se la pierdan. Para mí es una exposición. Una exposición virtual. Me gustaría ver esas fotografías al natural, en un museo o en una sala de muestras. En el Museo Mapfre de Madrid han abierto, como comenté el otro día, una retrospectiva del fotógrafo norteamericano Walker Evans. También aconsejo que la vean si viven en la capital o están de paso, y que entren en la web de la Fundación para echarles un vistazo. En ambas muestras encuentro puntos en común: la miseria, la pobreza de la gente rural de antaño.
Un gran número de imágenes de la expo de Walker Evans pueden verse en la web de Mapfre. La mayoría son más grandes que las fotos auténticas que exhiben en el Museo. Son fotos hechas en gelatina de plata y provienen de colecciones particulares. Algunas de ellas son tan microscópicas que varios visitantes pegaban tanto la nariz a las fotos que daban la impresión de ir a estamparles un beso. Los visitantes y los internautas sabrán reconocer algunas en cuanto las vean. Son célebres, por ejemplo, la titulada “Ciudadano en La Habana”, fechada a principios de los años treinta, que algunas editoriales han utilizado como portada para sus libros (tengo por ahí “Amanecer con hormigas en la boca” y esa es la imagen de portada); o “Granjero arrendatario de Alabama”, una de las imágenes más conocidas de Evans. La muestra recorre varios períodos en los que Walker Evans viajó por el mundo: Nueva Orleans, La Habana, Virginia, Atlanta, Nueva York, etcétera, y en sus fotografías recogió paisajes, letreros de tiendas de carretera y de gasolineras, puentes, rascacielos y barberías de los barrios negros, pero sobre todo destacó por sus retratos de la gente. Pasajeros del metro. Hombres de los suburbios sentados ante las tiendas y las casas de sus zonas. Transeúntes. Indigentes. Trabajadores. Músicos callejeros. Quizá sus retratos más famosos o más reputados son los que ofrecen una estampa de la miseria de los jornaleros del sur en los años de la Depresión. De ahí surgió el libro “Elogiemos ahora a hombres famosos”, con James Agee, que mencioné el otro día. En dichas fotos se capta la dureza de las facciones de quienes trabajan en el campo y sufren las penurias económicas. Se capta la miseria. Vemos habitaciones de casas de madera, donde viven familias enteras de granjeros, y en las que observamos las viejas estufas, las jarras de latón, los cazos y las sartenes que se adivinan ennegrecidos.
Esa pobreza aldeana también la observamos en la muestra digital que citaba al principio. Las fotos de la tragedia de Ribadelago que más me han interesado son aquellas que muestran a los supervivientes. Mujeres con pañuelo en la cabeza que sostienen a sus hijos en brazos. Rostros congestionados por el daño y las pérdidas que ha ocasionado la tragedia. Niños asustados. Familias que posan juntas: notamos incluso la vastedad de sus ropas. Hay una (y es la que encabeza la web donde podemos ver las fotografías) que parte el corazón: retrata a una niña de pie entre el barro y los escombros. En su mirada está el resumen de todo el reportaje: miseria rural, tragedia y dolor, desamparo. La galería, por cierto, se titula “Cincuenta aniversario de la tragedia de Ribadelago”. Es un documento que complementa los documentales y reportajes que hemos podido ver en días pasados en televisión.

miércoles, enero 21, 2009

Eloy Fernández Porta en Fnac Callao




Por si os apetece, el jueves 22 a partir de las siete de la tarde estaré en la FNAC de Callao haciendo la presentación de mi libro "Homo Sampler: Tiempo y consumo en la Era Afterpop". Sesión de spoken güord o como se escriba + vídeos + chundachunda del bueno + risillas.
Hale,
Eloy.

[Extraído de Hank Over]

Cartel de The Great Buck Howard


Gaza. Una cárcel sin techo, de Agustín Remesal


Desde los minaretes de las mezquitas de Gaza se anuncia el final del Ramadán. La ciudad pasó la noche en completa oscuridad. Los aviones israelíes bombardearon ayer otra vez la central térmica y el suministro de electricidad estará suspendido por tiempo indefinido. Amanece. No circula ni un solo vehículo por la avenida Abdel Naser. En las calles del centro comercial comienzan su concierto de runruneo los pequeños generadores eléctricos instalados sobre la acera. En las esquinas se amontonan toneladas de basura putrefacta: los camiones de la Municipalidad no disponen de gasoil para atender el servicio de recogida. En la zona más baja de la ciudad, los barrios de Rimal y Shiek, se han formado grandes ciénagas que arrojan un olor pestilente. Ha llovido mucho y las alcantarillas están atascadas. Gaza se ahoga en estado de putrefacción y sus habitantes han adoptado formas distintas de vida subterránea.

Mañana, en Madrid


Vacas de colores

Les digo a mis amigos que mi barrio ha cambiado. Que ya no hay tanta bulla, tanta bronca y tanta sangre como hace un año. Que la presencia policial casi constante le roba cierto carisma a la zona y me deja sin historias de peleas, pero a cambio puedo dormir sin interrupciones. Las sirenas se escuchan menos. Aunque todavía se escuchan: a menudo atraviesan la calle coches de policía a toda pastilla. Les digo que eso de las peleas diarias prácticamente ha acabado. Tras tomar algo en casa salimos a la calle y, justo entonces, nada más abandonar el portal, vemos unos metros más allá cómo dos tipos se pegan puñetazos. Hay gente que separa, gente que corre y, en breve, la reyerta queda disuelta. Son las tres de la madrugada. La situación logra, creo yo, que mis palabras no tengan valor. Digo que no hay broncas y salimos a la calle y nos topamos con una.
Por las calles de Madrid han colocado unas cien vacas hechas con fibra de vidrio y recubiertas de pintura y dibujos. Son muy coloristas y atraen a los niños. La iniciativa entra dentro de la CowParade. Un día te levantas, sales a la calle y en las aceras hay vacas de colores que fotografían los turistas y a las que se suben los niños, emocionados por las posibilidades de juego que ofrecen. Al parecer, CowParade ha recorrido otras calles de diversas ciudades del planeta. Veamos lo que dicen en la Wikipedia de esta muestra urbana: “El concepto es simple: artistas locales decoran esculturas de fibra de vidrio con forma de vacas; luego las esculturas son distribuidas por el centro de la ciudad, en lugares públicos como estaciones de metro, avenidas importantes y parques”. En la Plaza de Lavapiés colocaron dos de ellas y siempre tienen niños alrededor. Pero una no duró mucho. Creo que no llegó a estar dos días allí puesta. En la misma noche en la que presenciamos la pelea a puñetazos a un paso de casa, alguien se dedicó a arrancar una de las vacas de su soporte. Creo que están sujetas por tornillos a su soporte, pero dio igual. La vaca desapareció. A la mañana siguiente me lo contó mi vecina. Que ya se habían cargado una de las vacas y que se contaba que había aparecido su cadáver por Huertas (lo de “su cadáver” es de mi cosecha). Pero, buscando información en los periódicos, encontré otra versión distinta: cinco jóvenes la arrancaron para llevársela a su casa, cerca de Embajadores. Un vecino los vio, los siguió y al día siguiente la policía fue al domicilio de los chicos y la requisó. En cualquier caso, en el diario 20 Minutos contaban que otras vacas han sufrido destrozos en la ciudad. Es imposible llevar a cabo iniciativas de este estilo porque siempre hay hordas de fulanos que lo destruyen todo. Me pregunto si ha ocurrido lo mismo en otras ciudades.
Sigo con esa noche. El único bar abierto es el Candela. Nos metemos allí a tomar la última. El Candela es la Torre de Babel de los garitos. De madrugada se juntan diversas razas: blancos, chinos, árabes, negros, gitanos, etcétera. Nunca ha saltado la chispa, al menos en las veces en que he estado por allí. La chispa puede saltar porque se trata de gente muy distinta entre sí. Tomamos la copa que dan con la entrada. Siete euros. El Candela tiene algo especial. Tal vez sea la amplitud del local. O tal vez sea que sus paredes desprenden la sensación de que uno está pululando por un sitio mítico, cuna de famosos y cantaores. Al salir, un marroquí en torno a los cincuenta y pico años nos pide un pitillo. No tenemos. Empieza a hablar con nosotros y nos cuenta algo de su historia. Es un tipo majísimo. No entendí el motivo, pero nos enseñó sus papeles. Luego me fui a casa. Supongo que, a esa hora, ya habían arrancando la vaca.

martes, enero 20, 2009

La clase


Cartel de la película de la que hablo en el artículo de hoy.

Para que no se aprovechen de mí

Hoy me he despertado hombre de mundo,
generoso en las palabras y en los hechos.
Hoy me siento bueno por naturaleza
y espero que los demás no se den cuenta
para que no se aprovechen de mí.



Jorge Barco, Algún día llegaremos a la luna

Entre los muros

Hace unos días escribí sobre la educación y sobre un libro de Daniel Pennac en torno a sus años como alumno y, más tarde, como maestro: “Mal de escuela”. En aquella narración Pennac nos contaba su manera de afrontar los casos de alumnos difíciles. La publicación fue un éxito de crítica y de ventas. François Bégaudeau, profesor, escritor y periodista y autor de varios libros, publicó también una historia basada en sus experiencias en las aulas: “Entre los muros”, cuyo título en España ha sido cambiado por “La clase”. Bégaudeau enseñó Lengua en un instituto de uno de esos barrios marginales de París donde se mezclan las razas y la pobreza. Un curso le bastó como ejemplo para la narración. Se convirtió en un éxito. Aún no he leído “La clase”, ya disponible en las librerías, pero he disfrutado con la película que se inspira en el mismo, estrenada el viernes pasado. Obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cannes, con un jurado presidido por Sean Penn.
El director de cine Laurent Cantet quería rodar una película sobre los institutos y el material de Bégaudeau le atrajo: “Muy pronto decidí que toda la película debía transcurrir dentro del instituto. Pero yo quería demostrar que los institutos son como una caja de resonancia; un lugar que se hace eco de los acontecimientos; un microcosmos donde entran en juego cuestiones de igualdad o desigualdad de oportunidades, de trabajo y de poder, de integración cultural y social, de exclusión”. En la web de Golem, distribuidora del filme, se puede encontrar un interesante documento en pdf en el que director y escritor charlan acerca de este proyecto. Uno de los aspectos más curiosos de la película es que el propio profesor se interpreta a sí mismo. Cambian su apellido por Marin, pero la esencia queda. Bégaudeau tiene fuerza en la pantalla. Los alumnos tampoco son actores profesionales. Las cámaras jamás salen de entre esas cuatro paredes del instituto. Y el estilo empleado por el director es algo así como ficción documental. Similar a lo que ha hecho Ken Loach en algunos de sus trabajos. Con estas premisas (actores no profesionales, ambiente claustrofóbico, estilo documental) alguien podría pensar que el filme es soporífero, que cansa o que no engancha. Todo lo contrario. “La clase” es una película rompedora. Necesaria. Que mantiene en todo momento la tensión entre unos alumnos problemáticos y un profesor que prefiere optar por el diálogo y la comprensión antes que por los castigos.
En “La clase” el profesor escucha a los muchachos. Luego les corrige si yerran, polemiza con ellos y se presta al debate. A veces aquello supone una pérdida de tiempo, pero Bégaudeau sabe que los alumnos, a menudo, sólo necesitan expresarse, hacerse entender. El método funciona a veces. Porque la película no toma partido por nadie y presenta las conclusiones que se dan en la realidad: algunos alumnos salen adelante y otros no. El profesor comete errores y aciertos. Especialmente reveladora me pareció una de las últimas secuencias, cuando pregunta a cada alumno qué ha aprendido. Está la chica que dice que los libros recomendados en el instituto son malos, y le sorprende diciendo que en su casa ha leído “La república” de Platón. Está el chico que confiesa haber aprendido mucho. Y la alumna que dice que no ha aprendido nada. Que tampoco entiende nada. Cantet mantiene esa tensión entre profesor y alumnos, con conflictos incluidos (peleas, disputas, acusaciones, rumores) y la impotencia que sienten los educadores al enfrentarse a una auténtica jauría de muchachos perezosos, sin valores y sin conciencia de su responsabilidad.

lunes, enero 19, 2009

Próximamente: Canallas a tres bandas


Entre marzo y abril Trama Editorial publicará el libro Canallas a tres bandas (Antología de cuentos terribles), en la que tengo el placer de colaborar junto a grandes escritores y buenos amigos como David González, Carlos Salem y Marcelo Luján (en la foto). Marcelo es el antólogo y coordinador de este libro que reúne cuentos de autores españoles, mejicanos y argentinos. Seguiremos informando.

Algún día llegaremos a la luna, de Jorge Barco


WELCOME TO THE REAL WORLD

...................................Para Arturo del Gallego


Cuando el leve viento que acaricia tus cabellos
se vuelve puto frío que te hiela las sienes.
Cuando la hermosa nieve algodonada
te cala las botas y sientes congelados
los dedos de los pies.
Cuando el inmenso y maravilloso mar
donde se pierde y relaja tu vista,
un verano, nadando hasta las boyas,
ves que se ahoga tu mejor amigo.
Cuando gracias a la hermosa y ardiente
chimenea que adorna tu salón
se te incendia la casa y quema todos tus libros,

es que has vuelto al mundo real.

Mañana, en Madrid


Martes, 20 de enero
21.00 horas
Recital y presentación del libro
SI DIOS ME PIDE UN BLOODY MARY
Carlos Salem
Editado por Ya lo dijo Casimiro Parker

FOTOS y TAPAS
Doctor Piga, 7
Lavapiés

[Extraído del blog de David González]

Móviles con banda sonora

Entre las últimas y variadas modas de estos tiempos creo que no hay ninguna más molesta, horrenda y hortera que esa manía de los chavales de utilizar el teléfono móvil como si fuera un equipo de música. Sobre todo afecta, creo yo, a los usuarios de los transportes públicos: en el autobús, en el metro y en el tren de cercanías. También se da en la calle. Pero en la calle hay un sistema infalible para huir de ese ruido: cambiar de acera o alejarse del impertinente que nos tortura. En Madrid se cansa uno de esta moda. No sé si es frecuente en Zamora, dado que no hay red de metro y se utiliza menos el autobús, aunque cuando estuve por allí estas navidades no vi a nadie con la música del móvil a toda pastilla caminando por Santa Clara. Hay tanta aversión a estas tribus con teléfono musical que incluso han creado un grupo en Facebook: “Odio a la gente que cree que el móvil es un radiocasette”, que ya cuenta con más de cincuenta mil seguidores y suma más de mil mensajes para opinar del tema.
Supongo que esta moda nace de esa otra que nos importaron de otros países, y que aquí no funcionó o eso me parece a mí: la de los raperos con loro al hombro. En España los conocemos más por las películas. Pandas de individuos con un porteador que se echa el casete gigante al hombro y pone una cinta o un dvd con rap o con hip hop o con lo que sea que escuche esta peña. De ese modo, la música se extiende a otros ciudadanos y a los demás nos toca soportarla. Sin embargo, antaño había una diferencia: cada panda llevaba sólo un loro, lo cual suponía escuchar un único hilo musical. En la actualidad, lo que se ve en el metro es diferente: todos los chavales usan teléfono móvil desde la cuna, así que la mitad de una pandilla lleva música en el teléfono. Quiero decir que entras en un vagón, como le pasó a uno de mis colegas, y lo invade una horda de chavales y cada uno de ellos esgrime un móvil con la música puesta a un volumen matador. El resultado es incongruente dentro de la incongruencia. Me explico: si es incongruente ir por ahí con música en la mano, más aún lo es el hecho de juntarse varias personas con bandas sonoras diferentes. ¿No se vuelven locos? Cada uno tiene sus gustos musicales y ahí no deberíamos entrar. Pero no resistimos la tentación de hacerlo. Porque, si aún escucharan una música decente, que alegrara el oído, el resto de pasajeros tal vez no se molestaran tanto. A poca gente le disgustaría, por ejemplo, una canción beatle. El mayor incordio es que la banda sonora de esos móviles es muy hortera. Es lo que algunos califican de “música ratonera”. Y dicha melodía sólo gusta a unos cuantos. Al margen de los gustos, a algunos pasajeros les apetece leer en el vagón, o echarse siestas rápidas antes y después del trabajo, la típica cabezada para relajar los ojos tras tanto madrugón y tantas horas de oficina o de fábrica o de lo que sea. O les gusta disfrutar de una conversación. Y con los móviles sonando no pueden.
Prefiero a un buscavidas callejero que se mete en el vagón a tocar un acordeón o el tema principal de “El padrino” con un xilófono: al menos tratan de ganarse unas monedas. Los sufridos ciudadanos se preguntan por qué estos oyentes no se compran unos sencillos auriculares. No me vale la excusa del dinero: si uno tiene móvil, puede acceder a unos cascos. Tal vez sea una llamada de atención, como esos conductores que ponen chunda-chunda en el coche al máximo volumen y abren las ventanillas para que la ciudad entera sepa que tienen mal gusto (aunque ellos piensen que es bueno). Al final tengo que darles la razón a quienes dicen que, en esta vida, la suma de nuestros comportamientos depende de la educación. O algo así.

domingo, enero 18, 2009

Mi nombre es Harvey Milk


Gus Van Sant construye una de sus mejores películas, que en este caso gira en torno a la política, en la línea de El candidato o Todos los hombres del rey. Recordemos que Milk trata sobre el primer político abiertamente homosexual elegido para un cargo público en Estados Unidos (FilmAffinity). El reparto es impecable, pero destacan por motivos obvios Sean Penn y Josh Brolin. Sean Penn interpreta a Milk con mucha convicción. Sean Penn puede hacer cualquier papel. Siempre nos convence. Podría hacer de Madeleine o de Nelson Mandela y también nos lo creeríamos. Es un genio.