domingo, septiembre 30, 2018

La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine



En este brutal contexto, la utilidad de los saberes inútiles se contrapone radicalmente a la utilidad dominante que, en nombre de un exclusivo interés económico, mata de forma progresiva la memoria del pasado, las disciplinas humanísticas, las lenguas clásicas, la enseñanza, la libre investigación, la fantasía, el arte, el pensamiento crítico y el horizonte civil que debería inspirar toda actividad humana. En el universo del utilitarismo, en efecto, un martillo vale más que una sinfonía, un cuchillo más que una poesía, una llave inglesa más que un cuadro: porque es fácil hacerse cargo de la eficacia de un utensilio mientras que resulta cada vez más difícil entender para qué pueden servir la música, la literatura o el arte.

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Entre tantas incertidumbres, con todo, una cosa es cierta: si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza generadora de lo inútil, si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, sólo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida. Y en ese momento, cuando la desertificación del espíritu nos haya agostado, será en verdad difícil imaginar que el ignorante homo sapiens pueda desempeñar todavía un papel en la tarea de hacer más humana la humanidad…

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Un artista, un poeta, un escritor célebre trabaja toda la vida, trabaja sin pensar en enriquecerse, muere y deja a su país mucha gloria con la sola condición de que se proporcione a su viuda e hijos un poco de pan.
(Victor Hugo)

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Cuando la crisis atenaza a una nación es más necesario que nunca duplicar los fondos destinados a los saberes y a la educación de los jóvenes, para evitar que la sociedad caiga en el abismo de la ignorancia.

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A los estudiantes se les disuade de emprender carreras que no producen recompensas tangibles y ganancias inmediatas. Poco a poco, el creciente desapego al latín y el griego llevará a cancelar definitivamente una cultura que nos posee y que de manera indiscutible nutre nuestro saber.

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Sólo la conciencia de estar destinados a vivir en la incertidumbre, sólo la humildad de considerarse seres falibles, sólo la conciencia de estar expuestos al riesgo del error pueden permitirnos concebir un auténtico encuentro con los otros, con quienes piensan de manera distinta que nosotros. Por tales motivos, la pluralidad de las opiniones, de las lenguas, de las religiones, de las culturas, de los pueblos, debe ser considerada como una inmensa riqueza de la humanidad y no como un peligroso obstáculo.


[Acantilado. Traducción de Jordi Bayod]

Próximamente: Cosas conocidas y extrañas



De Teju Cole. En Acantilado.

The House That Jack Built: 7 carteles








Holmes and Watson: primer cartel


Cartel de Nomis


sábado, septiembre 29, 2018

The Room. Un desastre fílmico convertido en obra de culto, de Guillermo Triguero



Muchas películas de serie Z resultan francamente divertidas por lo malas que son o porque hay muchas anécdotas interesantes relativas a sus desastrosos rodajes, pero sin duda The Room es un caso único. Por lo general, una película basura nos resulta más o menos comprensible en sus intenciones hacia el espectador. Por muy malo que sea el guion, por muy cutres que sean sus efectos especiales, por muy mal que esté resuelta la trama, casi siempre podremos entender al menos qué pretendían sus creadores; y de hecho, lo que suele resultarnos gracioso es comprobar la diferencia entre lo que se pretendía y lo que se consigue.

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En otras palabras: The Room es una obra básicamente incomprensible en la que los espectadores no tenemos en qué apoyarnos para entender muchas de las cosas que suceden en pantalla. En una película basura previsible, lo más seguro es que sus personajes nos parezcan terriblemente planos o estereotipados, pero al menos intuiremos que se han construido con base en una idea que el guionista ha sido incapaz de reflejar de forma realista. Eso no existe en The Room. Es imposible entender las motivaciones de sus personajes ni el porqué de sus acciones: tenemos a un adolescente que le pide a su protector que le deje observar cómo tiene sexo con su chica (algo a lo que este se opone pero sin parecer ofendido), a un grupo de amigos que juegan a pasarse una pelota de fútbol vestidos de esmoquin o a una madre que le dice a su hija que padece un cáncer de pecho con una indiferencia pasmosa. Asimismo, la película está repleta de escenas terriblemente insustanciales, que no aportan nada a la trama ni a los personajes y que, por tanto, nos hacen preguntarnos qué pintan ahí.


[Editorial Hermenaute]

Cartel de Serenity


Dark Phoenix: primer cartel


Próximamente: Salvación en Sand Mountain



De Dennis Covington. En Dirty Works.

Creed II: nuevos carteles



Cartel de The Great Buster


En Aleteia: James Cameron. La historia de la ciencia ficción


Galveston: 2 carteles



sábado, septiembre 22, 2018

Todo oscuro, sin estrellas, de Stephen King



Dos notas, que probablemente ya he comentado en este blog algunas veces:

1. Tengo todos los libros de Stephen King que se han traducido en España porque empecé a comprarlos de niño (o me los regalaban) y se ha convertido ya en una especie de hábito o tradición de coleccionista. No significa que los haya leído todos. Incluso Cujo, que es el primero que tuve, aún no lo he leído.
2. Suelo clasificar sus libros de una manera un tanto simple, pero certera: libros buenos, malos y regulares. A veces los buenos son muy buenos (caso de It, Misery, Cementerio de animales, La larga marcha o El misterio de Salem's Lot, que son algunos de mis favoritos). Aunque sean malos, los termino siempre.

Todo oscuro, sin estrellas es, para mí, de los buenos. Ojo, no tan bueno como, por ejemplo, Todo es eventual (uno de sus mejores libros de relatos), pero me parece un conjunto bastante digno, aunque en realidad no sean cuentos o relatos, sino historias tan largas que podríamos considerarlas novelas cortas.

Son 4 y el libro tiene algo más de 400 páginas: de ahí que diga que, para mí, son novelas cortas. En todas ellas hay hombres malos, hombres cabrones, psicópatas, tipos que no dudan en hacer daño a las mujeres. Y ellas (si salvan el pellejo) tienen que arreglárselas para esquivarlos y eliminarlos de su camino.

En "1922" hay un padre de familia que nunca llega a un acuerdo con su mujer y acaba asesinándola, con la complicidad de su hijo. En "Camionero grande", una escritora de éxito se topa en una carretera poco transitada con un tipo gigantón que la secuestra y la viola. En "Una extensión justa", un individuo enfermo de cáncer hace una especie de pacto con el diablo que exige (si quiere alargar sus años de vida) una contrapartida negativa, es decir, que tiene que hacerle una putada a alguien si quiere deshacer la putada que le han hecho a usted, le indica la especie de diablo con el que hace el trato, de tal manera que su mejor amigo va ir reuniendo años de mala suerte y tragedias mientras el otrora enfermo de cáncer va recopilando vientos favorables: es el más breve y quizá, por la mala leche que destila, el mejor del recopilatorio. Y por último está "Un buen matrimonio", donde una mujer descubre, tras muchos años de convivencia mutua y tiempos felices, que su marido es un asesino en serie…

Como dice King en el epílogo, lo que a él le interesan son las personas normales metidas en circunstancias extraordinarias: cómo resuelven una situación extrema una escritora, un ama de casa, un enfermo o un granjero.


[Plaza & Janés. Traducción de José Óscar Hernández Sendín] 

If Beale Street Could Talk: primer cartel


Próximamente: Fuego en la montaña


De Edward Abbey. En Errata Naturae.

The Sisters Brothers: 4 carteles





Kursk: primer cartel


miércoles, septiembre 19, 2018

Devastación, de Tom Kristensen



Devastación es una especie de clásico oculto que, auspiciado por los elogios de Karl Ove Knausgard, está viviendo una resurrección en forma de traducciones y reediciones. La novela de Tom Kristensen (1893 – 1974) cuenta el declive de un hombre en la treintena: Ole Jastrau, crítico literario y antiguo poeta (lleva años sin escribir poemas), quien un día se da cuenta de que es un borracho y empieza a tirarlo todo por la borda. Permite que conocidos del pasado pernocten en su casa, pese a la oposición de su mujer; se emborracha cada noche y a menudo se despierta horas después sin saber qué ha hecho ni dónde ha estado (y los escenarios en los que se levanta van cambiando: el calabozo, la casa de otra persona, etc). Las decisiones que va tomando y los pasos que da a medida que pasan los días y comete más errores son un compendio de lo que significa la autodestrucción: cuando alguien elige recorrer sus propios límites para saber hasta dónde puede llegar. Jastrau, así, deambula por Copenhague codeándose con periodistas, poetas, meretrices, damas burguesas, revolucionarios…

Jastrau en seguida nos cae bien, y quizá es por eso que nos van doliendo las decisiones que toma, los caminos que escoge para continuar adentrándose en el fango. También es cierto que el autor, Tom Kristensen, narra de una manera en la que la tragedia está suavizada por la comedia. Hay un momento, hacia el final del libro, en el que dice:

Son tantas las cosas que pueden hacerse añicos en torno a un hombre que, al final, lo encuentra hasta cómico.

Uno busca las razones para la autodestrucción de Jastrau, pero nunca acaban de quedar claras. A veces uno decide descender sólo para probarse, para saber hasta dónde puede llegar, o porque no le encuentra sentido a las rutinas, a lo cotidiano, a las servidumbres a las que estamos obligados en una sociedad civilizada y occidental, o tal vez porque descubre que ya no es ni la sombra de quien fue. Aunque en un pasaje, hacia el final del libro, él mismo le dice a alguien:

 […] Uno puede opinar lo que le venga en gana, estética, ética, qué sé yo… Pero cuando sus opiniones se adentran un poco en el terreno de lo económico, adiós libertad. […] Ya ve, no soy más que un hombre común y corriente que ha hecho sus pinitos en la exploración del alma y la libertad absoluta. De momento, he logrado convertirme en un borracho.

A pesar de ser una novela voluminosa (647 páginas), en ningún momento llega a aburrirnos o a fatigarnos, quizá por el ritmo que va insertando el autor (abundantes diálogos, situaciones embarazosas, continuos cambios de escenario, comentarios mordaces de varios personajes…). Devastación ha sido un gran descubrimiento por parte de Errata Naturae. 


[Errata Naturae. Traducción de Blanca Ortiz Ostalé]

First Man: nuevo cartel


Banner de Stan & Ollie


Mary Poppins Returns: 2º cartel


Venom: cartel oficial


17 de abril de 1994

Son seres desafortunados

La enfermedad los hace tristes y orgullosos
y son peores aún los obedientes.

Aparentan comer, pero no comen.
Van dejando rastro de ellos por todas las paredes.

Deambulan susceptibles, por el largo pasillo,
como paseando,
pero en realidad están escondiéndose
de lo que quieren borrar de sus cabezas.

Son seres desafortunados.

No luchan ni leen.

Saben ya que están muertos.

Isla Correyero, Diario de una enfermera

Trailer de Captain Marvel



Colette: nuevo cartel


Cartel de Prospect


viernes, septiembre 14, 2018

Demian Ortiz: Perdidos. Un lugar para encontrar [90 Disparos Fotográficos a la Literatura Española]



Ya a la venta. 
Editorial Olifante: aquí. También en la web de Harpo Libros.



Operation Finale: nuevo cartel


Los hombres me explican cosas, de Rebecca Solnit


Los hombres me explican cosas, a mí y a otras mujeres, independientemente de que sepan o no de qué están hablando. Algunos hombres.
Todas las mujeres saben de qué les estoy hablando. Es la arrogancia lo que lo hace difícil, en ocasiones, para cualquier mujer en cualquier campo; es la que mantiene a las mujeres alejadas de expresar lo que piensan y de ser escuchadas cuando se atreven a hacerlo; la que sumerge en el silencio a las mujeres jóvenes indicándoles, de la misma manera que lo hace el acoso callejero, que este no es su mundo. Es la que nos educa en la inseguridad y en la autolimitación de la misma manera que ejercita el infundado exceso de confianza de los hombres.

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No existe razón alguna que sea buena (y sí muchas malas) por las que las universidades empleen más tiempo en decirle a las mujeres qué han de hacer para sobrevivir a los depredadores que en decirle a la otra mitad de sus estudiantes que no sean predadores.

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Caminar por la calle puede ser una forma de compromiso social, incluso de acción política cuando caminamos de común acuerdo, como hacemos en las revueltas, en las manifestaciones y las revoluciones, pero también puede ser un camino que induzcan al ensueño, a la subjetividad y a la imaginación, una especie de dueto entre el empujar e interrumpir del mundo exterior y el flujo de imágenes y deseos (y temores) de nuestro interior. A veces, pensar es una actividad exterior y física.

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La peor de las críticas es aquella que busca tener la última palabra y dejarnos al resto en silencio; la mejor es la que abre un intercambio inacabable.

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Las mujeres tienen miedo todo el rato de ser violadas y asesinadas, y puede que sea más importante hablar de esto que el proteger las zonas de confort de los hombres. O dicho de otra manera, en palabras de alguien que en la red se presenta como Jenny Chiu: "Seguro que #NoTodosLosHombres son misóginos y violadores. Pero ese no es el punto a tratar. Pero sí que lo es el que #TodasLasMujeres viven con miedo a los que sí que lo son".

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Como señala Astra Taylor en su nuevo libro The People's Platform, el discurso de la libertad de opinión es utilizado para proteger el discurso del odio, es en sí mismo un intento de privar a otros de su libertad de habla, para atemorizarlos en silencio.

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El lenguaje es poder. Cuando transformas la "tortura" en "técnicas de interrogatorio mejoradas", o a los niños asesinados en "daños colaterales", rompes el poder del lenguaje de verbalizar significados, de hacernos ver, sentir y preocuparnos. Pero funciona en ambos sentidos. Puedes utilizar la fuerza de las palabras para enterrar los significados o para excavarlos.


[Capitán Swing. Traducción de Paula Martín] 

Todo el mundo nace, pero nadie recuerda cómo...

Todo el mundo nace, pero nadie recuerda cómo. La muerte sobreviene como el nacimiento, pero tampoco sabemos de qué modo. Nuestra experiencia última, al igual que la primera, es conjetural. Nos movemos entre dos oscuridades. […] Consideremos, pues, que las personas empiezan la vida con una experiencia que olvidan y la terminan con otra que imaginan pero no pueden comprender. Estas son las criaturas que el novelista se propone presentar como personajes de sus libros; éstas u otras parecidas que sean plausibles. Al novelista se le permite recordar y comprender todo, si le conviene. Conoce toda la vida oculta. ¿En qué momento después de su nacimiento tomará a los personajes? ¿Hasta qué punto los seguirá antes de la tumba? ¿Qué dirá o hará sentir respecto a estas dos extrañas experiencias?

E. M. Forster, Aspectos de la novela

Cartel de Hal


Guido Ceronetti (1927 - 2018)


Ser poeta es tener una moneda...

Ser poeta es tener una moneda
que puede ser luz o ser paloma
entre los dedos. Ser poeta es dejarla olvidada
o que siga libre su camino, su tintineo,
su vuelo, su destino. Ser poeta no tiene reglas,
ni horarios, ni prefijos. Ser poeta es uno de los destinos
que puede serle dado al hombre en este mundo.
Ha de ser fiel a él, y así nombrarlo y registrarlo.
Ha de dejarse mecer como viento por la vida
y llevar las palabras adonde ella le dirija.
Ser poeta es tener el alma repleta de noche,
por ella habitada y partida, y con su oscura luz
atravesarla y traspasaryla, para darle nombre.
Ser poeta es una pura forma de ser hombre.

Santiago Montobbio,
La poesía es un fondo de agua marina

Cartel de Captive State


miércoles, septiembre 12, 2018

Una vida en palabras. Conversaciones con I. B. Siegumfeldt, de Paul Auster



Tenemos aquí 400 aprovechables páginas de conversaciones entre I. B. Siegumfeldt y Paul Auster, dedicando cada capítulo a un libro. En la primera parte, los escritos autobiográficos; en la segunda, las novelas. De esta manera, la experta y entrevistadora saca todo el jugo posible al autor porque ha analizado y estudiado cada libro en profundidad. A mí estas conversaciones me han dado una dimensión que conocía poco de Auster: el escritor proporciona muchas de las claves de sus libros, señala aquellos escasos pasajes autobiográficos que va introduciendo en sus ficciones, cuenta anécdotas reveladoras, reflexiona sobre la escritura… Lo cierto es que yo leí muchos de sus primeros libros, pero sólo uno de los últimos (Diario de invierno) y, gracias  a estas entrevistas, me apetece leer algunas de las obras que tengo en casa pero que aún no he abierto. Copio algunas de las reflexiones de Auster:

PAUL AUSTER: […] Creo que, en torno a los cinco o seis años de edad, llega un momento en que a uno se le ocurre una idea y es capaz, simultáneamente, de decirse a sí mismo que es a él a quien se le está ocurriendo esa idea. Ese desdoblamiento sucede cuando empezamos a reflexionar sobre nuestro propio pensamiento. Una vez que se es capaz de eso, es posible contarse a sí mismo la propia historia. Todos mantenemos una ininterrumpida narración en nuestro interior sobre quiénes somos, y la seguimos desarrollando todos los días de nuestra vida.

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P. A.: Es un libro sobre un hombre solo en una habitación, concretamente yo mismo. Lo que ocurre cuando uno está solo es que se da cuenta de que está habitado por otros. Otros te habitan y existes como individuo únicamente por tu relación con los demás. No me refiero exclusivamente a la familia y los amigos. También me refiero a las personas cuyas obras has leído. Forman parte de quién eres. En determinado momento, comprendí que ese libro sobre la soledad tenía que ser, en cierto sentido, una obra colectiva. Por eso cito tan libremente a otros autores, porque forman parte de las conversaciones internas que se desarrollan en el personaje autobiográfico de A. hablo con ellos, y ellos hablan conmigo.

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P. A.: […] De lo que hablamos aquí es de la ambigüedad. Supongo que lo que trato de decir es que a veces la vida parece como si fuera una novela, "una extensión de lo imaginario". Las coincidencias suceden de forma tan imprevista, parecen gritarnos tan fuerte delante de nuestras narices, que pensamos que deben tener su sentido. Las cosas ocurren de maneras tan extrañas que queremos atribuirles algún significado metafísico. Bueno, pues por más tentado que esté de creérmelo, lo que estoy diciendo en ese párrafo es que no me lo creo. Es muy extraño que la realidad se parezca a la ficción, pero no pueden interpretarse ambas cosas del mismo modo. Caería uno en la locura si empezara a interpretar la realidad como si fuera una novela. Más adelante, cuando seguí reflexionando sobre este asunto, llegué a denominarlos "la mecánica de la realidad". El azar creará pautas. Y parecerá que esas pautas poseen significado, pero son arbitrarias.

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P. A.: […] Comoquiera que sea, tenemos que dar cabida a las cosas que no entendemos. Tenemos que vivir con los puntos oscuros. No hablo de la aceptación pasiva, quietista, de las cosas, sino más bien de la comprensión de que hay cosas que no vamos a saber.

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P. A.: […] Todos tenemos que poner orden en el caos de nuestra vida cotidiana, todos tenemos que hallar un medio que nos evite caer en la locura.

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P. A.: […] Lo que tiene prioridad sobre cualquier otra cosa debe ser aquello que tratas de pintar o el objeto que intentas describir. El material que quieres captar en el lienzo o en el papel de escribir. La forma se encontrará por sí sola. Si hay belleza, no será porque te has esforzado en crear algo bello. Sino porque has procurado penetrar en lo que estás haciendo. Lo que implicaría que el proceso es más importante que el resultado, y, sin embargo, como artista tienen que interesarte los resultados. Así que escribes con las tripas, escribes con el inconsciente, pero al mismo tiempo no es pura ferocidad. No todo es impulso. Hacerlo bien conlleva mucha cantidad de arte y oficio. Por eso es por lo que los escritores pasan tanto tiempo puliendo frases y párrafos. En esencia, escribir es volver a escribir.

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P. A.: Me fascina la porosidad entre lo inventado y lo real; la intersección entre diversas esferas imaginarias.


[Seix Barral. Traducción de Benito Gómez Ibáñez] 

Cartel de Beautiful Darkness


Banner de Happy New Year, Colin Burstead


Cartel de Aquarela


lunes, septiembre 10, 2018

Próximamente: La caja de botones de Gwendy



De Stephen King & Richard Chizmar. En Suma de Letras.

Hombre lento, de J. M. Coetzee



El impacto le alcanza por la derecha, brusco y sorprendente y doloroso, como una descarga eléctrica, y le hace salir disparado de la bicicleta. "¡Tranquilo!", se dice a sí mismo mientras vuela por los aires (¡vuela por los aires sin ninguna dificultad!) y, en efecto, nota que los miembros se le relajan obedientemente. "Como un gato –se dice a sí mismo–: rueda por el suelo y luego ponte de pie de un salto, listo para lo que pase a continuación". La palabra "raudo", poco habitual, también asoma en el horizonte.
[…]
Se queda tendido en el suelo, en paz. Hace una mañana espléndida. La caricia del sol es agradable. Hay cosas peores que relajarse por completo y esperar a recuperar las energías. De hecho, puede que haya cosas peores que echarse un sueñecito. Cierra los ojos. El mundo se inclina bajo él y da vueltas. Pierde el conocimiento.

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Volviendo a la pierna, la pierna que recibió el golpe, al final él (el doctor Hansen) y sus colegas no han podido salvar la rodilla. Tuvieron una discusión exhaustiva y la decisión fue unánime. El impacto –más tarde le enseñará las radiografías– fue directo a la rodilla y hubo un componente añadido de rotación, así que la articulación quedó al mismo tiempo hecha pedazos y retorcida. En una persona más joven tal vez habrían intentado una reconstrucción, pero una reconstrucción de las características requeridas implicaría toda una serie de operaciones, una detrás de otra, durante más de un año, tal vez dos años, con una probabilidad de éxito de menos del cincuenta por ciento, así que, dadas las circunstancias y teniendo en cuenta su edad, se consideró mejor cortar la pierna por encima de la rodilla, dejando un buen trozo de hueso para una prótesis.  

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[…] »Pero tal vez lo estoy malinterpretando por completo. Tal vez lo que usted anda buscando no es un amor correspondido. O tal vez su búsqueda de amor encubre una búsqueda de algo muy distinto. ¿Cuánto amor necesita alguien como usted después de todo, Paul, hablando objetivamente? ¿O alguien como yo? Nada. Nada de amor. Los viejos como nosotros no necesitamos amor. Lo que necesitamos es que nos cuiden: que alguien nos coja la mano de tanto en tanto cuando empezamos a temblar, que nos preparen una taza de té y nos ayuden a bajar las escaleras. Que alguien nos cierre los ojos cuando llegue el momento. Los cuidados no son amor. Los cuidados son un servicio que cualquier enfermera que se gane el sueldo puede proporcionar, siempre y cuando no le pidamos más.

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-Hubo una vez en que todo esto fue nuevo –dice, haciendo exactamente el mismo gesto con la mano que ha hecho antes Drago–. Todo lo que hay en el mundo fue nuevo alguna vez. Hasta yo fui nuevo. En el momento de nacer, yo era lo último y lo más nuevo que había sobre la Tierra. Luego el tiempo empezó a hacer mella en mí. Igual que hará mella en ti. El tiempo te consumirá, Drago. Un día estarás sentado en tu bonita casa nueva con tu guapa nueva esposa y tu hijo se volverá hacia vosotros y os dirá: "¿Por qué sois tan anticuados?". Cuando llegue ese día, espero que recuerdes esta conversación.


[DeBolsillo. Traducción de Javier Calvo]