lunes, septiembre 10, 2018

Hombre lento, de J. M. Coetzee



El impacto le alcanza por la derecha, brusco y sorprendente y doloroso, como una descarga eléctrica, y le hace salir disparado de la bicicleta. "¡Tranquilo!", se dice a sí mismo mientras vuela por los aires (¡vuela por los aires sin ninguna dificultad!) y, en efecto, nota que los miembros se le relajan obedientemente. "Como un gato –se dice a sí mismo–: rueda por el suelo y luego ponte de pie de un salto, listo para lo que pase a continuación". La palabra "raudo", poco habitual, también asoma en el horizonte.
[…]
Se queda tendido en el suelo, en paz. Hace una mañana espléndida. La caricia del sol es agradable. Hay cosas peores que relajarse por completo y esperar a recuperar las energías. De hecho, puede que haya cosas peores que echarse un sueñecito. Cierra los ojos. El mundo se inclina bajo él y da vueltas. Pierde el conocimiento.

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Volviendo a la pierna, la pierna que recibió el golpe, al final él (el doctor Hansen) y sus colegas no han podido salvar la rodilla. Tuvieron una discusión exhaustiva y la decisión fue unánime. El impacto –más tarde le enseñará las radiografías– fue directo a la rodilla y hubo un componente añadido de rotación, así que la articulación quedó al mismo tiempo hecha pedazos y retorcida. En una persona más joven tal vez habrían intentado una reconstrucción, pero una reconstrucción de las características requeridas implicaría toda una serie de operaciones, una detrás de otra, durante más de un año, tal vez dos años, con una probabilidad de éxito de menos del cincuenta por ciento, así que, dadas las circunstancias y teniendo en cuenta su edad, se consideró mejor cortar la pierna por encima de la rodilla, dejando un buen trozo de hueso para una prótesis.  

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[…] »Pero tal vez lo estoy malinterpretando por completo. Tal vez lo que usted anda buscando no es un amor correspondido. O tal vez su búsqueda de amor encubre una búsqueda de algo muy distinto. ¿Cuánto amor necesita alguien como usted después de todo, Paul, hablando objetivamente? ¿O alguien como yo? Nada. Nada de amor. Los viejos como nosotros no necesitamos amor. Lo que necesitamos es que nos cuiden: que alguien nos coja la mano de tanto en tanto cuando empezamos a temblar, que nos preparen una taza de té y nos ayuden a bajar las escaleras. Que alguien nos cierre los ojos cuando llegue el momento. Los cuidados no son amor. Los cuidados son un servicio que cualquier enfermera que se gane el sueldo puede proporcionar, siempre y cuando no le pidamos más.

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-Hubo una vez en que todo esto fue nuevo –dice, haciendo exactamente el mismo gesto con la mano que ha hecho antes Drago–. Todo lo que hay en el mundo fue nuevo alguna vez. Hasta yo fui nuevo. En el momento de nacer, yo era lo último y lo más nuevo que había sobre la Tierra. Luego el tiempo empezó a hacer mella en mí. Igual que hará mella en ti. El tiempo te consumirá, Drago. Un día estarás sentado en tu bonita casa nueva con tu guapa nueva esposa y tu hijo se volverá hacia vosotros y os dirá: "¿Por qué sois tan anticuados?". Cuando llegue ese día, espero que recuerdes esta conversación.


[DeBolsillo. Traducción de Javier Calvo]