jueves, octubre 31, 2019

Maya Deren, de Carlos Tejeda



Hay una cita de la cineasta Maya Deren, recogida por mi compadre Carlos Tejeda en este libro breve y ameno y esclarecedor, que me parece deslumbrante: Lo que particularmente me entusiasmó del cine era su capacidad mágica para hacer que hasta los conceptos más imaginarios pareciesen reales. Resume, en unas pocas líneas, la esencia del cine. Antes de leer esta monografía, yo no sabía nada de Maya Deren, o no lo recordaba, y he sabido que fue pionera del cine underground, venerada por artistas de la talla de David Lynch y Anais Nïn (con la que mantuvo amistad y luego rivalidad) y objeto de estudios y retrospectivas. Su filmografía oficial, si descontamos todo aquello que rodó pero no estrenó ni le dio forma, ocupa poco más de 1 hora de metraje, y se puede ver en YouTube: suelen ser cortos en los que no hablan, y en los que lo onírico y lo simbólico juegan un papel fundamental.

El libro de Carlos Tejeda, que también se ocupó de monografías sobre Andrei Tarkovski y Jim Jarmusch (la de éste último, escrita junto a otro de mis compadres: Hilario J. Rodríguez), es riguroso e informativo y en unas 130 páginas analiza a Maya Deren, sus influencias y sus trabajos, sus símbolos y el poder embrujador de sus imágenes. Está dentro de la colección "Mujeres en la Historia" que publicó El País y, aunque salió en los kioscos, seguro que aún podéis encontrarlo.


[Prisanoticias Colecciones]

Cold Brook: 2 carteles



Little Women: 3 carteles




martes, octubre 29, 2019

Recordando a Beckett, editado por James y Elizabeth Knowlson


Hay libros cuyas traducciones sólo podemos conseguir gracias a que en países como Argentina se ocupan de ello. Supongo que obedece a que no interesan comercialmente en España… Uno de estos casos es este volumen, cuyo subtítulo dice: "Entrevistas inéditas a Samuel Beckett y testimonios de quienes le conocieron". Para el lector de Beckett, que suele ser un fanático no sólo de su obra sino también de la persona (yo mismo lo soy, aunque aún no me haya leído todos sus libros, que hace tiempo compré), es una publicación que tiene mucho interés, aunque tampoco sea tan necesaria como la biografía que aquí publicó La Uña Rota, escrita por Anthony Cronin. Quizá lo más admirable sean las abundantes imágenes que incluye el volumen, así como los testimonios del propio Beckett, que siempre dejó frases admirables incluso en las conversaciones con sus amigos y en los comentarios que iba soltando en entrevistas o encuentros. Hay algunas contribuciones que interesan ya sólo por el nombre del elegido para hablar de Beckett: por ejemplo J. M. Coetzee, Paul Auster, Edward Albee, Jessica Tandy & Hume Cronyn, Anthony Minghella o Raymond Federman. Un libro, sobre todo, para mirarlo y guardarlo como un fetiche. 


[Editores Argentinos. Traducciones de Elina Montes y Milita Molina]

Frankie: 2 carteles



Ford v. Ferrari: nuevo cartel


Robert Evans (1930 - 2019)


lunes, octubre 28, 2019

Fin de guardia, de Stephen King



Tercera y última parte de la Trilogía de Bill Hodges, tras Mr. Mercedes y Quien pierde paga, que ya comentamos en este blog. Como apunté en el texto breve sobre el segundo de los libros, no se puede contar mucho de la trama si los lectores no han leído los dos primeros. Baste decir que, dado que Stephen King (creo que ya lo escribí aquí o en algún otro sitio) es un catalizador de los terrores contemporáneos desde hace décadas, y que, si en las otras entregas nos sumergía en temas como el terrorismo y los accidentes y las agresiones automovilísticas, esta vez toca el suicidio: el suicidio de los jóvenes que ven su futuro negro, pero también el de quienes, por vejez o enfermedad, tampoco ven otra salida a sus vidas. Aunque en esta novela es "una voz" la que les convence para que pongan fin a todo: dicha voz proviene de la mente del asesino del primer título de la trilogía, con el que los protagonistas aún no han zanjado del todo las cuentas. Hay, además, una cuestión que planea por la novela como una sombra, y que acaba surgiendo en las últimas páginas: lo injusto que resulta que alguien contraiga una enfermedad mortal y que luche por su vida mientras otros, en cambio, sanos y jóvenes, optan por quitarse la suya. Dejo aquí un fragmento:

No ha conseguido distribuir más que una cantidad limitada de Zappit –y por Dios, una parte considerable de la remesa era defectuosa–, pero los adolescentes son criaturas gregarias, y las criaturas gregarias mantienen vínculos mentales y emocionales. Esa es la razón por la que los peces forman bancos, y las abejas, enjambres. La razón por la que las golondrinas regresan cada año a Capistrano. En la conducta humana, por eso se hace "la ola" en los estadios de fútbol y de béisbol, y por eso los individuos se confunden en medio de una multitud sencillamente porque la muchedumbre está ahí.
Los chicos adolescentes se ponen los mismos pantalones holgados y se dejan el mismo asomo de barba por miedo a que se los excluya del rebaño. Las adolescentes adoptan los mismos estilos de vestimenta y se vuelven locas por los mismos grupos musicales. Este año toca We R Your Bruthas; no hace mucho eran 'Round Here y One Direction. Tiempo atrás eran New Kids on the Block. Las modas se propagan entre los adolescentes como el sarampión, y de vez en cuando una de esas modas es el suicidio.


[Plaza & Janés. Traducción de Carlos Milla Soler]

Cartel de 21 Years: Quentin Tarantino [QT8: The First Eight]


Quisiera no haber visto del hombre...

Quisiera no haber visto del hombre, la primera vez que entró en el almacén, nada más que las manos; lentas, intimidadas y torpes, moviéndose sin fe, largas y todavía sin tostar, disculpándose por su actuación desinteresada. Hizo algunas preguntas y tomó una botella de cerveza, de pie en el extremo más sombrío del mostrador, vuelta la cara –sobre un fondo de alpargatas, el almanaque, embutidos blanqueados por los años– hacia afuera, hacia el sol del atardecer y la altura violeta de la sierra, mientras esperaba el ómnibus que lo llevaría a los portones del hotel viejo.

Juan Carlos Onetti, Los adioses

Trailer de Adopt A Highway



sábado, octubre 26, 2019

Invierno / El río, de Rick Bass


INVIERNO

Hace exactamente un año Errata Naturae publicaba Invierno, una especie de diario donde el escritor Rick Bass fue consignando los pormenores de su estancia en una zona de Montana, en un valle rodeado de bosques y montañas. Se fue con su novia, a finales de los años 80, buscando un lugar donde poder retirarse para que ella pintara y él escribiera. En aquel lugar los inviernos son terribles, con temperaturas bajo cero que hacen que la leche de una taza se congele si uno sale a dar un pequeño paseo con la bebida en la mano, con la amenaza de los hielos y de las nieves y de los animales salvajes. Pese a ello, Bass comienza a amar ese invierno tan áspero, tan cruel (¿puede ser cruel la naturaleza?). Escribe, sí, pero también tiene que dedicar gran parte de su tiempo a conseguir leña para preparar un fuego y calentarse ambos, y esto implica salir a buscarla, cortarla, acarrearla en el vehículo, emplearse a fondo físicamente para que nunca les falten reservas. La tarea le agota.

Su compañera, Elizabeth Hughes, hizo los dibujos que salen en el libro. Así el volumen, este diario que transmite serenidad al lector, queda completo: letras e ilustraciones que nos muestran un territorio inhóspito y salvaje, pero al mismo tiempo de una pureza tal que no sorprende que tantas personas se retiren a los bosques. Pero no nos engañemos: la aventura de Bass y Hughes incluye el frío, a menudo el miedo y la inseguridad, el temor a ser sorprendidos por un oso, las leyendas que cuentan los escasos lugareños sobre el Bigfoot, el temor a los aludes, la sensación de quedar incomunicados, la falta de recursos del mundo contemporáneo… Hacia el final, los padres del autor los visitan y Bass senior le dice a su hijo que le nota cambiado. Éste, al principio, no quiere reconocerlo, pero luego admite: Pero mi padre tenía razón. He cambiado. […] Mi corazón también ha cambiado. Tengo menos prisa.

Un fragmento:

Me estoy alejando de la raza humana. No quiero sonar grosero, pero me está gustando. Me asusta un poco darme cuenta de lo mucho que me gusta. Es como si bajaras la vista para mirarte las manos y vieras que está brotando el pelaje. No es tan malo como podría pensarse.


[Errata Naturae. Traducción de Silvia Moreno Parrado]

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EL RÍO

Resulta muy interesante, justo tras leer Invierno, que es no ficción, que es autobiográfico, adentrarse en los tres relatos de El río (que acaba de publicar Volcano Libros) y rastrear entre sus páginas la experiencia del autor ahora pasada por el filtro de la ficción. Algunos de los detalles que Bass nos señalaba en Invierno, como el manejo de la motosierra o las descripciones de los ríos y de los peces, aparecen aquí y allá en algunos pasajes, en algunos momentos, de estos tres relatos. El denominador común siempre es el agua, ríos por los que los personajes van y vienen, cruzan y se bañan, ejes alrededor de los que gravitan los cambios, los hallazgos, sus vidas…

-"Mahatma Joe" es la historia de un predicador que llega a un valle de Montana y logra acabar con una celebración anual: los Días Nudistas en los que todo el mundo iba por el pueblo sin ropa. Años después, Mahatma Joe Krag sigue sin haber convertido a la gente al cristianismo, sigue sin haber cambiado las cosas como él quería, y entonces descubre algo que le motiva: junto a "su esposa y criada, Lily", cultiva en secreto y por la noche unos cuantos terrenos para enviar lo cosechado a los niños hambrientos de África. Mientras tanto, una mujer que suele bañarse desnuda en el río, los observa en secreto…

-"Pruebas de campo" es un extraño relato que comienza con una imagen que parece surgida de la mitología griega: dos hermanos descubren a una especie de coloso que, nadando por el río a contracorriente, tira de una barca que contiene estatuas de hierro. El individuo va desnudo y lleva una cuerda atada a la cintura para arrastrar la chalupa. Los hermanos se hacen amigos de este insólito Hércules y el hombre se vuelve una especie de miembro nuevo de la familia: incluso la madre sospecha que se trata de un hijo que perdió, que ha vuelto a sus brazos. También es el río el marco en el que se desarrolla parte de la historia.

-"El río" trata sobre River Platte, título original del libro, y de cómo un ex jugador de fútbol va a dar una charla muy bien pagada al campus donde trabaja un amigo de los viejos tiempos. El antiguo deportista lleva dentro una herida reciente: su novia se ha ido de casa y no sabe con certeza si ella volverá o si se ha ido para siempre. Se produce entonces el choque entre el reencuentro con el pasado y la inseguridad sobre el futuro. Los colegas de su viejo amigo, algunos de ellos poetas, le invitan a participar en una pesca nocturna que tiene mucho de ritual y de celebración de hermandad. Esta parte, donde el río vuelve a simbolizar el tiempo y sus servidumbres, recuerda (y puede que sea un homenaje velado) a una obra que a mí me gusta mucho y he leído un par de veces: El río de la vida, la gran novela de Norman Maclean que aquí publicaron en Muchnik y en Libros del Asteroide. Aquí va un fragmento de este relato:

Es una noche lenta. Están en el río, con el agua hasta la cintura, en mitad de la oscuridad, al borde del canal hondo. El agua borbotea y salpica, levanta un aire fresco que les baña la cara, presionando contra sus piernas, como tratando de arrastrarlos. Ellos lanzan sus moscas una y otra vez al corazón del canal, al pliegue, no dicen nada, solo los cuatro, esperando y mirando fijamente la cabaña vacía al otro lado del río, el lado escarpado. Las moscas se quedan un segundo flotando sobre sus cabezas en el lance trasero, esas diminutas moscas amarillas mezcladas con las estrellas, antes de que las lancen hacia delante, a flotar en el río y luego ir a la deriva, cabalgando el torrente alocado  del centro del río, esperando a que el viajero cabeza de acero las atrape. Los hombres, al otro extremo del fino sedal, miran fijamente la cercana oscuridad de las aguas negras y rápidas, a la espera de sentir la sacudida del hombro, el tirón como de electrocución que les dice que cebo, pez y hombre están conectados.


[Volcano Libros. Traducción de Esther Cruz Santaella]
 


Judy & Punch: 2 carteles



Próximamente: Baila con Lobos / El Camino Sagrado



De Michael Blake. En Valdemar.

Doctor Sleep: 2 carteles



Cartel de Richard Jewell


Queen & Slim: 2 carteles



martes, octubre 22, 2019

Vida metropolitana / Breve manual de urbanidad, de Fran Lebowitz



De Vida metropolitana:

No soy una persona insensible. Creo que todo el mundo debería tener ropa de invierno suficiente, alimentación adecuada y un techo digno. Creo, sin embargo, que, de no ser que se porten de una manera aceptable, deberían quedarse en casa bien arropaditos y bien comidos.

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No existe quizá, para aquellos a quienes afecta, momento de la vida tan desagradable, tan antipático, tan categóricamente insoportable como la adolescencia. Y por mucho que su trato resulte una experiencia poco grata para prácticamente todos cuantos se relacionen con él, nadie sufre una conmoción mayor que el propio quinceañero. Tras doce buenos años de halagos ininterrumpidos, no se halla en absoluto preparado para hacer frente a las duras consecuencias que una inadecuada apariencia personal entraña.

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La democracia es un concepto interesante, e incluso laudable, que, comparado con el del comunismo, que es demasiado soso, o con el del fascismo, que es demasiado inquietante, se presenta sin duda como la forma de gobierno más apetecible. Esto no quiere decir que no tenga también sus inconvenientes: el principal radica en esa deplorable tendencia a hacer creer a la gente que todos los hombres han sido creados iguales. Y, aunque a la gran mayoría le basta con echar una mirada a su alrededor para comprobar que difícilmente se da el caso, aún son muchos los que siguen convencidos de ello.


[Tusquets Editores. Traducción de Alberto Cardín]


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De Breve manual de urbanidad:

En otras palabras, todo el mundo habla de las personas, pero nadie hace nada por ellas.

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Ahora bien, la naturaleza, no puedo por menos que reconocerlo, tiene sus entusiastas, pero en términos generales no me busquéis entre ellos. Para decirlo con franqueza, no me cuento entre aquellos que quieren volver a la tierra; me cuento entre aquellos que quieren volver al hotel. Tal estado de espíritu se debe, por lo menos en parte, al hecho de que la naturaleza y yo tenemos muy poco en común. No vamos a los mismos restaurantes, no nos hacen reír los mismos chistes, ni, lo que es más importante, vemos a las mismas personas.

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-Mira, el año pasado gané cuatro mil dólares con las cosas que escribí –dije–. Este año me han ofrecido dos sumas de seis cifras por cosas que no he escrito. Está claro que he planteado mi carrera de forma equivocada. Resulta que no escribir, no sólo es divertido, sino enormemente rentable. Llama a ese tipo del cine y dile que tengo varios libros no escritos. Tal vez tantos como veinte.
Encendí otro cigarrillo y, después de toser un rato, acepté la realidad.
-Bueno, pongamos diez, en cualquier caso. Juguemos fuerte.  


[Tusquets Editores. Traducción de José Luis Guarner]



Marriage Story: nuevo cartel


Nick Tosches (1949 - 2019)


Adopt a Highway: 2 carteles



A Beautiful Day in the Neighborhood: 2º cartel


Star Wars: The Rise of Skywalker: trailer final


jueves, octubre 17, 2019

En Playtime / El Plural: Claire Vaye Watkins



Nevada: aquí.

Próximamente: La Costa de Chicago



De Stuart Dybek. En Pálido Fuego.

Cartel de Earthquake Bird


Nevada, de Claire Vaye Watkins



Hoy saldrá mi comentario de este libro de relatos en El Plural, así que aquí sólo copio 2 fragmentos del primer cuento, "Fantasmas, cowboys":

El día en que mi madre se fue al otro barrio, Razor Blade Baby se mudó aquí. Al final, no puedo dejar de pensar en los principios.
La ciudad de Reno, Nevada, fue fundada en 1859, cuando Charles Fuller erigió con troncos un puente de peaje sobre el río Truckee y cobró a los prospectores por acarrear la plata de Comstock al otro lado de la estrecha aunque rápida y movediza corriente. Dos años después, Fuller le vendió el puente al ambicioso Myron Lake. Lake, rápido también él, añadió un molino, un horno de secado y un establo para las reses al Silver Queen, su hotel y casa de comidas. Hombre nada cohibido, llamó Lake’s Crossing a aquella comunidad y encargó pintar dicho nombre en el puente de Fuller del brillante azul del cielo.

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O por aquí. Empecemos por aquí:
Cuando un grupo de jóvenes –la mayor parte adolescentes, uno de ellos mi padre– llegó al rancho en enero de 1968 haciendo autostop desde San Francisco, George estaba medio ciego. Aunque sin duda los olió a medida que se aproximaban al porche: sudor, gasolina, el tufo espeso y semidulce a marihuana. El grupo se ofreció a ayudar a George con las tareas y con el mantenimiento a cambio de permiso para acampar frente a los edificios de fachadas vacías del plató. Aunque un par de semanas atrás había contratado a regañadientes a un bracero –un buen chaval, un poco machote, que se hacía llamar Shorty y que quería ser, cómo no, actor–, a George le pareció bien, quizás porque no tendría que pagarles. O quizás porque el líder del grupo –un hombre llamado Charlie– ofreció a George dejarle a una o dos muchachas las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, para que cocinaran, limpiaran la casa, hicieran la colada y se acostaran con él cada vez que quisiera.
Mi padre no mató a nadie. Y no es ningún héroe. Esta no es esa clase de historias.


[Malas Tierras. Traducción de Ce Santiago]

Harold Bloom (1930 - 2019)​


Doctor Sleep: 2 carteles



Birds of Prey: 4 carteles





El cuento de la criada, de Margaret Atwood


Dormíamos en lo que, en otros tiempos, había sido el gimnasio. El suelo, de madera barnizada, tenía pintadas líneas y círculos correspondientes a diferentes deportes. Los aros de baloncesto todavía existían, pero las redes habían desaparecido. La sala estaba rodeada por una galería destinada al público, y me pareció percibir, como en un vago espejismo residual, el olor acre del sudor mezclado con ese toque dulce de la goma de mascar y el perfume de las chicas que se encontraban entre el público, vestidas con faldas de fieltro –así las había visto yo en las fotos–, más tarde con minifaldas, luego con pantalones, finalmente con un solo pendiente y peinadas con crestas de rayas verdes. Allí se habían celebrado  bailes;  persistía  la  música,  un  palimpsesto  de  sonidos que nadie escuchaba, un estilo tras otro, un fondo de  batería,  un  gemido  melancólico,  guirnaldas  de  flores  hechas  con  papel  de  seda,  demonios  de  cartón,  una  bola  giratoria de espejos que salpicaba a los bailarines con copos de luz.

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Éramos las personas que no salían en los periódicos. Vivíamos en los espacios en blanco, en los márgenes de cada número. Esto nos daba más libertad.

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Hay tiempo de sobra. Ésta es una de las cosas para las que no estaba preparada: la cantidad de tiempo desocupado, los largos paréntesis de nada. El tiempo como un sonido blanco. Si al menos pudiera bordar, o tejer, hacer algo con las manos… Quiero un cigarrillo.

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Todas las noches, cuando me voy a dormir, pienso: Mañana por la mañana me despertaré en mi propia casa y todo volverá a ser como antes.
Esta mañana tampoco ha ocurrido.

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Es sorprendente la cantidad de cosas a las que llega a acostumbrarse la gente si existe alguna clase de compensación.

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Como bien sabían sus artífices, para imponer un sistema totalitario eficaz, o cualquier otro sistema, deben ofrecerse algunos beneficios y libertades, al menos a unos pocos privilegiados, a cambio de los que se suprimen.


[Ediciones Salamandra. Traducción de Elsa Mateo Blanco]

Cartel de Crown Vic


John Giorno (1936 - 2019)​


Underwater: 2 carteles



Bombshell: primer cartel


domingo, octubre 13, 2019