lunes, febrero 28, 2022

Las listas del pasado, de Julie Hayden

 

 

En noviembre de 2021, es decir, hace sólo unos meses, tuvimos noticia de una nueva editorial con sede en Madrid: Muñeca Infinita. Aquí vamos a hablar de los dos primeros títulos, dos de las grandes sorpresas de la temporada. Son esa clase de libros olvidados, por fin traducidos en España, que por derecho propio deberían encabezar las listas de lo mejor del año que introducen tantos suplementos culturales… si no fuera porque la mayoría de esas listas suelen estar amañadas (sí, tienen sus estrategias para hacerlo). Muñeca Infinita se propone rescatar, principalmente, esas voces memorialísticas que logran el milagro de cruzar la ficción con la autobiografía.

El primer título es Las listas del pasado, un conjunto de cuentos de la norteamericana Julie Hayden (1939 – 1981). El segundo, la novela Vestido negro y collar de perlas, de la autora Helen Weinzweig (1915 – 2010), nacida en Polonia pero pronto afincada en Canadá. He leído los dos y hoy me ocuparé del primero.

La historia de Julie Hayden es, sin duda, rara y conmovedora. Durante años trabajó en The New Yorker, donde fue publicando sus relatos y se relacionaba con gente del calibre de E. B. White y William Maxwell. Julie era hija de una poeta galardonada con el Premio Pulitzer, Phyllis McGinley, y de “un analista de relaciones públicas de Bell Telephone”, Bill Hayden, a quien dedicó su único libro. Durante su infancia, y según desveló su hermana, fue una niña atemorizada por todo. En su juventud se obsesionó con los pájaros, las plantas, la naturaleza: pruebas de esa obsesión son rastreables en los relatos.

A mediados de los 70, Hayden publicó la recopilación de sus cuentos. A partir de ahí entró en ese ciclo de mala suerte en el que a alguien le vienen mal dadas y todas juntas. Arrastraba el tormento del alcoholismo. Seguía afectada por sus innumerables fobias. Le diagnosticaron un cáncer de mama, pero se negó a someterse a la quimioterapia. Al parecer empezó a ducharse sólo ocasionalmente y su aspecto físico se fue deteriorando. Murió a los 42 años.

Si el lector quiere averiguar más datos, casi todos están contenidos en el prólogo de apertura del volumen, a cargo de la escritora S. Kirk Walsh.

Muchos años después de su fallecimiento su libro estaba descatalogado y algunas pocas copias de segunda mano se vendían por ahí a precios prohibitivos. Hasta que, en marzo de 2010, Lorrie Moore leyó uno de los más célebres relatos en un podcast del New Yorker. Walsh escuchó el programa durante un viaje en coche con su marido y se apasionó por aquella autora olvidada. Después de leer aquel libro deslumbrante, escribió una pieza para Los Ángeles Review of Books, que es el prólogo incluido en el volumen publicado. Cheryl Strayed, la celebrada autora de Salvaje, leyó el artículo de Walsh y eligió Las listas del pasado para una editorial que le había pedido reeditar alguno de esos libros agotados e imposibles de encontrar.

Así que hay una línea de rescate que empieza en Lorrie Moore, continúa en S. Kirk Walsh y acaba en Cheryl Strayed. Un homenaje triple de tres autoras que gozan de respeto y de una sólida trayectoria.

Pero vamos con Las listas del pasado. Se divide en dos partes.


La primera se titula “Vidas breves” y contiene 6 cuentos. Sobre ellos planea la sombra de la crudeza de las ciudades, las maravillas que podemos encontrar en la naturaleza, la soledad de quienes no se han casado, el ocaso de quienes enferman y van muriendo mientras los invitados entran y salen de sus casas… (como en “Las visitas”, un relato en el que se cruzan varios personajes y donde la escritora dice que […] no hay nada artístico en la muerte, que es el final de todos los cuentos).

En “Paseo con Charlie”, una mujer camina por ahí con su sobrino. La frase de inicio ya nos indica que estamos ante una escritora especial: De la mano y muy correctamente, Charlie y yo cruzamos la Quinta Avenida como si fuera agua. Más adelante notamos cierto desequilibrio en ella cuando afirma: No puedo recordar adónde me dijeron que fuera o qué teníamos que hacer.

En el titulado “En palabras de” nos relata el paseo por el campo de un hombre (al que despidieron de su trabajo y que ahora se dedica a pintar) y la mujer con la que mantuvo una relación. Ese hombre se siente demasiado viejo para salir a buscar otro empleo. Lo ha perdido casi todo: Necesito mi trabajo. Necesito a mi familia. El dominio de la autora respecto a los nombres de las aves y de las plantas se detecta en el cuento, también en otros como “Leña” y “Una pizca de naturaleza”.

Quizá el mejor de todos sea “Ratas bebé de un día de vida”, la narración escogida por Lorrie Moore, que expresa el dolor de una mujer que camina por la ciudad, bebe alcohol de una petaca, entra en una iglesia para hablar con alguien… La ciudad parece acechar su soledad, su confusión, su vida a la deriva. Veamos este párrafo:

Ya es hora de dirigirse a la parte alta de la ciudad, tomándoselo con calma y obedeciendo los semáforos. El sol ya se ha puesto, dejando una mancha en el oeste. El escaparate de una tienda acepta con una sonrisa su reflejo: una mujer delgada en su abrigo blando, con grandes gafas negras, cerca de la mitad de su vida, perpleja porque los años pasaron tan rápido y los días tan despacio. Y algún día, vieja.

La segunda parte también agrupa 6 cuentos y se titula “Las listas del pasado”. Aquí encontramos vínculos entre los relatos: todos atañen a la familia de un abuelo que se va deteriorando, que va a enfermar y ser ingresado en el hospital antes de morir y que sólo pide que su familia le cuide su jardín, al que ha dedicado tanto tiempo y atenciones. Es un hombre que elabora listas de tareas pendientes, de objetos y alimentos que comprar. Incluso cuando el fin se aproxima, él sigue empeñado en elaborar listas de cosas que tiene que hacer. El patriarca camina por el hospital en “Paseo nocturno con los ojos cerrados”:

En el ojo de la tormenta, yo descanso. Estoy empeorando, estoy mejorando. ¿Cómo era la vida? No importa. Todo está bajo control, no hacen falta las listas, las enfermeras traen bandejas, el doctor se asoma y responde las preguntas al menos una vez al día. […] El cuerpo se perturba: duele en alguna parte por dentro, ¿tripas?, ¿pulmones”, ¿hígado?

Los relatos de esta segunda parte van haciendo mella en el lector por la capacidad de Hayden para mostrarnos la tenue línea entre la salud y la enfermedad, la vida y la muerte, como en el último, "Inclemencias del tiempo", cuando Cuerpo y Alma se separan. Leyéndonos, uno va recordando sus propias historias de pérdidas, los deterioros familiares a los que ha tenido que asistir. Y por eso es grande una autora como Hayden: por su capacidad de convertir en universal sus historias cotidianas, de hombres y mujeres que pasean y cuidan jardines y entierran a sus mascotas con sus propias manos.

Se ha comparado a Hayden con varias autoras contemporáneas. Quizá la similitud más acertada sea con Mary Robison, que aquí publicaron Alba Editorial y Malas Tierras: ambas tienen la misma habilidad para solapar distintas voces, para introducir pinceladas que uno no se espera y que a menudo te obligan a releer un párrafo, para la narración sin explicaciones, para esas elipsis que empujan a descifrar qué ha pasado antes y después, para esos saltos temporales que te pillan desprevenido.




[Muñeca Infinita. Traducción de Inés Garland]

All My Friends Hate Me: primer cartel

 


Cartel de Beauty of a Blank Space

 


jueves, febrero 24, 2022

Cerezas en el escondite, de Tomás Sánchez Santiago

 

 

En verdad, ¿qué puede importar la lectura, esa actividad de signo autista y excluyente, a una sociedad que apuesta en todos los órdenes por el ensordecimiento y la desorientación? Ya hace tiempo que uno se ha resignado a transformar mentalmente ese recado de aparente buena voluntad (“Es preciso leer”) por otro de estricto corte mercantil (“Hay que comprar libros”). Ese es el último objetivo oficial –digámoslo así– del ejercicio lector. Consumir libros antes de que el brochazo descomunal de la sobreabundancia editora los arroje, uno por uno, al limbo de lo invisible […]

Del artículo “La hora del lector”

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Y, sin embargo, a pesar de esa zozobra ontológica que provoca mirarnos (u oírnos) desde unas afueras a nosotros mismos, la obsesión por fotografiarlo todo es una de las marcas que definen nuestra época hasta el punto de que ya no importa tanto ver la propia realidad como encamisarla en el ejercicio compulsivo de fotografiarlo todo. Como en el chiste sobre japoneses: “¿Te gustó España?”. “No sé, aún no he revelado”.

Del artículo “El mucho mirar”

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No tengo yo suficiente competencia en el diabólico mundo de lo digital; más bien soy eso que se llama un usuario renuente, que se deja llevar –y siempre tarde; y siempre a regañadientes– por las novedades que llegan a alborotar justo cuando ya empiezo a dominar lo que hasta hace poco me parecía inaprensible; de modo que cuando voy a agarrar la zanahoria, vuelve a moverse el palo. Nos pasa a muchos, ya sé.

Del artículo “La lectura en estado líquido”

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Decía Jules Renard que la patria de cualquiera llegaba solo hasta donde se podía ir en un paseo de atardecer. Y nada más. Es esta poética de los alrededores lo que se está perdiendo, esa manera de mirar con atención obstinada, como si no acabásemos de comprenderlo, aquello que de tanto salirnos al paso cada vez ha perdido color: ha desaparecido. Esa es la gloria de lo cercano pero también su riesgo: su facultad de mimetizarse, de hacerse agua en el agua hasta licuarse del todo en el pasapurés de nuestra mirada. Frente a ello, habremos de oponer esa resistencia que empieza por creer en nuestros alrededores inmediatos, volverlos a inaugurar cada día sin la oscura gelatina de la costumbre, esa dama siniestra que borra el verdadero rostro de las cosas, como la definiría Montaigne.

Del artículo “Pequeñas tiendas de barrio”

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Es de suponer que una vida social presidida por la múltiple lectura icónica que rige nuestras relaciones debería contar hace ya mucho en la educación con presencia preferente. Y no bastaría una materia optativa de escaso fuselaje sino una signatura central en el currículo del alumnado, impartida por profesores capaces de tratar críticamente el mundo de la publicidad, la técnica y el alcance estético de los videoclips y, sobre todo, los valores cinematográficos. Que los adolescentes y los jóvenes de hoy no tengan apenas referencias cinematográficas, siendo como es el cine un género paralelo a la literatura, a la pintura o a la música, no debe achacarse a su desinterés o a su ignorancia juvenil, como suele hacerse habitualmente, sino a la falta de formación en ese ámbito.

Del artículo “Hora de irse”

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En esos coloquios suele haber tres tipos de intervenciones: las de los que pretenden que el autor sepa más de lo que debe, las de los que pretenden saber más que el autor y las de los que pretenden que se sepa en la sala que el autor no sabe tanto como a primera vista parece.

Del artículo “Lo cierto y lo posible”



[Eolas Ediciones]

Gary Brooker (1945 - 2022)


 

Trailer de Flux Gourmet

 

Aquí

Iraj Pezeshzad (1928 - 2022)

 


Mothering Sunday: 2 carteles

 



Miguel Gallardo (1955 - 2022)

 


All the Old Knives: primer cartel

 


Mark Lanegan (1964 - 2022)​​

 


lunes, febrero 21, 2022

En Aleteia: Drive My Car

 

Aquí

The Cursed: trailer y 4 carteles

 


 

Aquí




Cartel de Vortex

 


sábado, febrero 19, 2022

El bar de las grandes esperanzas, de J. R. Moehringer

 

Íbamos para todo lo que necesitábamos. Cuando teníamos sed, claro, y cuando teníamos hambre, y cuando estábamos muertos de cansancio. Íbamos cuando estábamos contentos, a celebrar, y cuando estábamos tristes, a quedarnos callados. Íbamos después de una boda, de un funeral, en busca de algo que nos calmara los nervios, y siempre antes, para armarnos de valor tomando un trago. Íbamos cuando no sabíamos qué necesitábamos, con la esperanza de que alguien nos lo dijera. Íbamos a buscar amor, o sexo, o líos, o a alguien que estuviera desaparecido, porque tarde o temprano todo el mundo se pasaba por allí. Íbamos, sobre todo, cuando queríamos que nos encontraran.

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Mucho antes de servirme copas, el bar me sirvió la salvación. Me devolvió la fe cuando era niño, cuidó de mí de adolescente, y me acogió cuando me convertí en un hombre joven. Aunque me temo que nos sentimos atraídos por aquello que nos abandona, y por lo que parece más probable que vaya a abandonarnos, finalmente creo que nos define lo que nos acoge. Yo, naturalmente, correspondí al bar y lo acogí también, hasta que una noche el bar me rechazó y, con ese acto de abandono final, el bar me salvó la vida.

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-No sé. A veces intento decir lo que tengo en la mente y es como si me hubiera tragado un diccionario y estuviera cagando páginas. Perdón.
-¿Me dejas que te diga una cosa? –me preguntó el cura–. ¿Sabes por qué Dios inventó a los escritores? Porque le encantan las buenas historias. Y las palabras le traen sin cuidado. Las palabras son las cortinas que colgamos entre Él y nuestro verdadero yo. Tú intenta no pensar en las palabras. No te esfuerces en buscar la frase perfecta. Eso no existe. Escribir es cuestión de adivinar. Cada frase es un tanteo educado, tanto del lector como tuyo. Piénsalo así la próxima vez que metas una hoja de papel en la máquina de escribir.

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Entendí que debemos mentirnos a nosotros mismos de vez en cuando, decirnos a nosotros mismos que somos capaces y fuertes, que la vida es buena y que el trabajo trae recompensas, y que después debemos intentar que nuestras mentiras se hagan realidad. Ésa es nuestra misión, nuestra salvación, y ese vínculo entre mentir e intentar era uno de los muchos regalos que me había hecho mi madre, la verdad que siempre asomaba bajo sus mentiras.

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Escribía en un arrebato, como en trance, sobre mi pueblo, y era la primera vez que experimentaba la escritura como catarsis. Las palabras salían solas, no me costaba ningún esfuerzo encontrarlas. Lo difícil era pararlas.



[Duomo Ediciones. Traducción de Juanjo Estrella]

Trailer de Elvis

 


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Los años oscuros. El país vasco, la posguerra

LOS AÑOS OSCUROS, EL PAÍS VASCO,
la posguerra. Zumaya, un buen sitio
del que ser. El mar. Los niños
que corren libres por las calles. El
aire aún. Los ojos de la niña,
Itziar. Las miradas, los silencios.
Veo esta preciosa película esta
noche. Van mal las cosas en
Barcelona. Parece que tendremos
que volver a no salir a la calle.
Más encierro. Adiós al mar.
Al campo. La ciudad dura,
triste, en este encierro. La
oscuridad de este tiempo.
Esta noche el aire es triste.

Santiago Montobbio,
De infinito amor vol. II (Cuaderno del encierro)

The Batman: 4 nuevos carteles

 





jueves, febrero 17, 2022

Próximamente: Bajo la dura luz

 

 

De Daniel Woodrell. En Sajalín Editores.

Cartel de Windfall

 


martes, febrero 15, 2022

En El Palomitrón: Obra literaria reunida de Luis Buñuel

 

Aquí

Cartel de Downton Abbey: A New Era

 


Obra literaria reunida, de Luis Buñuel


No me parece ni bien ni mal

Yo creo que a veces nos contemplan
por delante por detrás por los costados
unos ojos rencorosos de gallina
más temibles que el agua podrida de las grutas
incestuosos como los ojos de la madre
que murió en el patíbulo
pegajosos como un coito
como la gelatina que tragan los buitres

Yo creo que he de morir
con las manos hundidas en el lodo de los caminos

Yo creo que si me naciese un hijo
se quedaría mirando eternamente
las bestias que copulan en los atardeceres

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Un film se compone de segmentos, de residuos de actitudes que, tomadas separada y arbitrariamente, son archibanales y desprovistas de significación lógica, de psicología, de trascendencia literaria. En literatura, un león o un águila pueden representar mil cosas, pero, en la pantalla serán siempre dos animales, y solo eso, aunque el señor Gance desee que representen el valor y el imperialismo.
De ahí el error de algunos intelectuales, de tanto penoso
gourmet de arte al clamar contra la superficialidad de los films americanos, sin darse cuenta de que el cine americano fue el primero en percatarse de que las realidades cinegráficas no tienen nada en común con las de la literatura o del teatro. ¿Por qué se obstinan en pedir metafísica al cinema en lugar de reconocer que en un film bien realizado, el solo hecho de abrir una puerta, de ver una mano –gran monstruo– coger un objeto puede contener una auténtica e inédita belleza? El scénario, siempre el mismo, que nos dan los americanos, nos parece más milagroso que la multiplicación bíblica de los panes o los peces. Todo su valor fotogénico reside únicamente en los procedimientos, en la forma, y esto puede quedar como una verdad fundamental del cinema.

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Un adjetivo vulgar puede romper la emoción de un verso: así, dos metros de más pueden destruir la emoción de una imagen.

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El arquitecto substituirá ya, para siempre, al decorador. El cine será el fiel intérprete para los más atrevidos sueños de la Arquitectura.

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Se ha censurado mucho la trivialidad de los films americanos en general. Pero cualquiera de ellos, incluso el más modesto, contiene siempre una ingenuidad primitiva, un encanto fotogénico integral, un ritmo absolutamente cinematográfico.
Los americanos nos hacen ver la esencia del drama –este es solo secundario– y cuando descubren algo nuevo, no abusan jamás, no lo enseñan demasiado, pues su manera de ser los conduce siempre más lejos.
Es incontestable que poseen el sentido del cine en grado mucho más elevado que nosotros.

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La técnica es una cualidad necesaria para un film, como para toda obra de arte, incluso para un producto industrial. Pero no hay que creer, sin embargo, que esta cualidad determina la excelencia del film. Hay cualidades en un film que pueden interesar más que la técnica. Hay que darse cuenta de que el espectador no pierde nunca el tiempo analizando los medios técnicos de un film; casi siempre solo pide a la película que le proporcione emociones. Pero no debería confundirse la
emoción con la sensiblería.

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El cine es un arma maravillosa y peligrosa si la maneja un espíritu libre. Es el mejor instrumento para expresar el mundo de los sueños, de las emociones, del instinto. El mecanismo productor de imágenes cinematográficas, por su manera de funcionar, es, entre todos los medios de expresión humana, el que más se parece al de la mente del hombre, o mejor aún, el que mejor imita el funcionamiento de la mente en estado de sueño. El film es como una simulación involuntaria del sueño.


[Cátedra Ediciones]

Cartel de Notre-Dame brûle

 


Deep Water: primer cartel

 


Ivan Reitman (1946 - 2022)​

 


lunes, febrero 14, 2022

Los inocentes, de Hermann Broch

 


 

-Sólo la muerte nos evita nuevas obligaciones.

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La amenaza del infierno se cobija por doquier en lo inofensivo.

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Su honestidad es la del tirano, que quisiera arrancar la mentira de los farsantes que no pueden ser tiranos y se siente por ello salvador. En cambio, está condenado a seguir siendo un emisario de la desgracia, porque su doctrina es la del asesinato.

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¿Cuál puede ser el motivo de la culpa y de la conciencia de culpabilidad? Incluso en las personas no religiosas se impone el pensamiento del mal innato del hombre, del pecado original, aparte de toda distinción de clases. Son planteamientos que no se pueden superar, y nada más lejos de mi intención pretender modernizarlos. Mas puedo preguntarme por la forma concreta con que el mal se presenta en nuestros tiempos. Partiendo de ello, busco el denominador común de todos mis malos actos y encuentro mi culpa más profunda, y más merecedora de castigo, en la indiferencia. Es la indiferencia primitiva, la que atenta contra la misma condición humana, la indiferencia ante el sufrimiento ajeno, consecuencia de la anterior.

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Indiferentes ante el sufrimiento ajeno, indiferentes ante la propia suerte, indiferentes ante el Yo humano, indiferentes ante el alma: poco importa quién sea la persona llevada al patíbulo. Hoy serás tú, mañana yo.

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No soy yo quien debe decidir si la decencia, aunque sea un alejamiento del mal de este mundo y de su absoluto, un alejamiento inmediato de la bestialidad infraanimal, será capaz de acercar de nuevo el mundo a Dios. Lo que sí es seguro es que no conseguirá ningún acercamiento a Dios mientras persistamos en la indiferencia y aumentemos nuestra culpa colaborando a que el mundo caiga más rápidamente por la pendiente que lo está llevado a la criminalidad.

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Del epílogo de Hermann Broch:

Para explicar el fenómeno del mal se pueden alegar toda clase de razones. Por ejemplo, el quebrantamiento de la tradición de los valores occidentales, hecho que trajo consigo una inseguridad espiritual y una inestabilidad que afectaron más intensamente a la burguesía media, encuadrada en un estadio intermedio de tradiciones débiles. De ser válido este razonamiento, es comprensible que esta clase intermedia alcanzara el poder en Alemania, ya que, a consecuencia de la derrota de 1918, la caída en picado de los valores adquirió gran resonancia en el país; puede decirse que desembocó en la arbitrariedad total de valores. Como en tales circunstancias nadie atiende a sus semejantes, la comprensión entre los hombres hubo de reducirse a la violencia más desnuda, más cruel y más abstracta. ¡Espantoso progreso encabezado por el burgués medio, quien, al parecer, no piensa detenerse! Los campos de concentración proliferan por todo el mundo, el terror aumenta por doquier, como si el espíritu nazi del burgués medio debiera convertirse en paradigma para toda la humanidad, dispuesta a encontrar, en el crimen abstracto, no su esencia de vida sino de muerte.



[DeBolsillo. Traducción de María Ángeles Grau; revisada por Jaume Bonfill]


Cartel de Alice

 


Trailer de Father Stu

 

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Cartel de The Outfit

 


viernes, febrero 11, 2022

Próximamente: La red y la roca

 

 

De Thomas Wolfe. En Piel de Zapa.

En Aleteia: Mediterráneo

 

 

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Cartel de The Adam Project

 


miércoles, febrero 09, 2022

Emerge, memoria (conversaciones con W. G. Sebald). Edición de Lynne Sharoyn Schwartz

 

 

Bueno, donde vivo ahora está en pleno campo. En un pueblito cerca de Norwich, en el este de Inglaterra. Y siento de verdad que estoy mejor allí que en cualquier otro lugar en medio de todo. Realmente me gusta estar en los márgenes, si es posible.

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Hay mucha ansiedad en el mundo, y una parte de ella la vemos y es con la que intentamos lidiar. Y está aumentando. Creo que el dolor físico y el dolor espiritual en cierto sentido están aumentando. Si se considera la cantidad de analgésicos que se consumen cada año, digamos, en la ciudad de Nueva York, sería posible levantar una montaña con todos ellos en la que se podría esquiar; con el polvo, en fin, de tanto paracetamol. Por supuesto que vemos una parte, pero habitualmente la gente sufre en silencio o en privado. Y con toda seguridad, cuando se trata de ansiedad, sólo se revela muy poco de ella, en absoluto todo. Vivimos de algún modo en la ignorancia; lo hacemos quienes pasamos por la vida sin cobrar conciencia del hecho de que por todas partes hay enormes frenopáticos y de que hay una fluctuante parte de la población que vaga para siempre dentro de ellos. En términos de evolución, se trata de una característica de nuestra especie; somos una especie desesperada, por muchas razones.

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Sí, siempre me vi tentado, por así decir, a declarar abiertamente desde muy pronto mi gran deuda de gratitud con Thomas Bernhard. Pero también era consciente del hecho de que uno no debe hacerlo tan abiertamente, porque entonces de inmediato se lo clasifica en una casilla donde pone Thomas Bernhard, un discípulo de Thomas Bernhard, etcétera, y esas etiquetas nunca desaparecen. Una vez que te las asignan, se quedan contigo.


[KRK Ediciones. Traducción de Cristian Crusat]

Men: teaser trailer


 

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Firestarter: primer cartel

 


Douglas Trumbull (1942 - 2022)​​

 


Morbius: 2º cartel

 


Margarita Lozano (1931 - 2022)

 


Lightyear: 2 carteles

 



martes, febrero 08, 2022

Nominaciones a los Oscar 2022

 

 

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