viernes, marzo 31, 2017

Magia cruda. Una biografía de Sylvia Plath, de Paul Alexander


En uno de los cuartos del piso de arriba dos niños pequeños, una niña que todavía no llega a los tres años y un bebé de apenas diez meses, duermen tranquilamente en sus camas. En el piso de abajo, en una habitación reconvertida en un improvisado estudio, la única otra persona que hay en la casa, una mujer joven, se inclina sobre su escritorio. Su cuerpo es delgado y su piel pálida y blanquecina. Lleva meses perdiendo peso de manera constante. Su pelo, largo y castaño, le cuelga por los hombros con desaliño. Se sienta absorta en su tarea en el borde de la silla, mientras examina una serie de documentos diseminados por la mesa. De vez en cuando se queda ensimismada mirando por la ventana. No quiere perderse el paisaje iluminado por las luces justo antes del amanecer: la luna nítida, los árboles desnudos y las figuras difusas de las lápidas que se alzan en el cementerio que hay justo entre la casa y una pequeña iglesia de piedra del siglo XII. No suele hacer este esfuerzo a menudo. Sin embargo, puesto que ha de continuar con su trabajo, ha decidido levantarse a las cuatro de la mañana. No es algo nuevo. Lleva haciéndolo varias semanas porque en el momento en que los niños se despiertan, sobre las ocho, tiene que parar de escribir y dedicarles atención plena; tanto a ellos, como a las decenas de tareas propias del cuidado de la casa.

**

Una década después de la aparición de The Feminine Mystique, se había formado un movimiento socio-político de dimensiones desconocidas hasta la fecha en torno a las problemáticas de las mujeres. En abril de 1971, cuando La campana de cristal aterrizó en las librerías americanas, muchas mujeres se sintieron identificadas con la desesperación de su protagonista, Esther Greenwood, indignada con la sociedad hipócrita en la que vive. Respondieron al sufrimiento y muerte de Sylvia Plath, acusando a la estructura patriarcal de poder en la sociedad. A principios de los años setenta, prácticamente todo lo escrito por o sobre Sylvia –sus cuatro poemarios, La campana de cristal, The Savage God y varias memorias–, sugerían que la última crisis que padeció y desembocó en su suicidio, se debió a la desilusión provocada al comprobar que lo que la sociedad le había prometido y lo que realmente acabó obteniendo en su vida eran dos cosas muy distintas. Se había graduado con honores en la Smith, había obtenido una beca Fulbright para Cambridge, había afianzado con enorme determinación los cimientos de una sólida carrera literaria y, a la vez, había cumplido la exigencia de casarse y formar una familia. ¿En qué había desembocado todo eso? En un marido que la abandonaba por otra mujer, en un frío apartamento londinense, con dos niños pequeños y sin posibilidad de ganarse la vida.     


[Barlin Libros. Traducción de Alberto Haller y Sonia Bolinches]

Próximamente: Cuentos escogidos de Joy Williams


En Seix Barral.

En Playtime / El Plural: Paul Alexander & Sylvia Plath



Magia cruda. Una biografía de Sylvia Plath: aquí.

Otro cartel de Free Fire


War for the Planet of the Apes: 2 carteles



jueves, marzo 30, 2017

Homoconejo, de Alfonso García-Villalba


Sí que soy consciente, en cambio, de su interés por la forma en que cuadriculo la realidad. Claro. Para una mejor comprensión de la realidad ésta debe cuadricularse, siempre pienso eso. La cuadrícula –foto, pantalla, libro– facilita la comunicación porque concentra el mensaje en un punto y desecha lo irrelevante, lo que está fuera. Esto funciona también, evidentemente, con esas imágenes que parecen sueños borrosos en las ventanas de los vagones de tren, metáforas muertas sobre cristal.

**

A decir verdad, es frecuente que la trayectoria que va de la vigilia al sueño se vuelva complicada. Mi padre describía tales dificultades para desconectar aquí y sintonizar en el otro lado y precisaba que, cuando por fin lo conseguía, todas las imágenes que veía eran extrañas, como si los distintos niveles de realidad se superpusieran para generar una imagen nebulosa y deforme que se proyectaba en el sueño como si se tratara de una película.

**

En una pantalla consigo ver imágenes de una película de serie B. Después aparecen libélulas copulando, libélulas que devoran la cabeza de alguna otra libélula muerta. Un montaje imposible, mezcla de delirio científico y documental de insectos diminutos. Un helicóptero parece convertirse en libélula en la pantalla y la cabina del aparato se transforma en una cabeza con mandíbula dentada. Sus ojos compuestos parecen vibrar con el movimiento de las hélices. El aire huele a tierra y en la pantalla se suceden las imágenes: topos muertos, conejos triturados con tierra y raíces muertas, máquinas excavadoras que se mueven como artrópodos en un montaje frenético y convulso, bloques de hormigón prefabricados que se sitúan de forma calculada en la posición que les corresponde en una estructura a todas luces laberíntica, piernas ensangrentadas de mujer, piernas de mujeres bailando, sandalias, tacones de aguja, raíces, peces, caballitos de mar en una sucesión aleatoria y frenética de imágenes que se conecta al ritmo de la música y que se clava en mis ojos como agujas.


[e.d.a. libros] 

It: primer trailer


Cartel de Stefan Zweig: Adiós a Europa


The Book of Henry: 2 carteles



miércoles, marzo 29, 2017

Próximamente: Arenas blancas: Experiencias del mundo exterior


De Geoff Dyer. En Random House.

It: primer cartel


A Ghost Story: primer cartel


lunes, marzo 27, 2017

Bajo la piel, de Michel Faber


Cuando Isserley divisaba a un autoestopista, en principio siempre pasaba de largo para tener tiempo de observarlo. Buscaba grandes músculos: un pedazo de cuerpo con patas. Los ejemplares pequeños o enclenques no le interesaban.
Pero apreciar la diferencia entre unos y otros al primer golpe de vista podía resultar sorprendentemente difícil. Cabía pensar que, en una carretera de segundo orden, un autoestopista solitario destacaría a un kilómetro de distancia, como ocurre con un monumento o un silo; cabía pensar que resultaría fácil calibrarlo sin prisas al írsele acercando, desvestirlo mentalmente y tomar una decisión antes de estar a su altura. Pero Isserley había descubierto que las cosas no eran tan sencillas.

**

El autoestopista, al notar su excitación, le dirigió una vaga sonrisa y empezó a levantar una mano del regazo con un gesto torpe, como si estuviera despertando y tuviera que hacer, todavía aturdido, algo que se esperaba de él. Isserley le devolvió la sonrisa para tranquilizarlo y asintió con la cabeza de un modo casi imperceptible, como diciendo que sí.
Y entonces, con el dedo corazón de la mano izquierda, accionó una palanquita que había junto al volante.
Podía ser la de las luces, o la de los intermitentes, o la de los limpiaparabrisas. Pero no era ninguna de ellas. Era la de la icpathua, la que ponía en funcionamiento las agujas que estaban en el interior del asiento del acompañante y las disparaba en silencio desde sus pequeñas fundas escondidas bajo la tapicería.
Al notar los pinchazos, uno en cada nalga, a través de la tela de los pantalones vaqueros, el autoestopista se encogió.

**

-¿Sabes una cosa? –dijo casi como pensando en voz alta–. A veces pienso que los únicos asuntos de los que merece la pena hablar son justo aquellos que la gente se niega a discutir.
-Sí –dijo bruscamente Isserley–, como el de por qué hay gente que nace para llevar una vida ociosa y dedicada a filosofar y a otras personas las meten en un agujero y les dicen que tienen que joderse matándose a trabajar.

**

A los vodsels que la habían visto en los últimos días les tenía que haber parecido rarísima. Realmente, era una suerte que los dos últimos estuviesen encerrados y aislados del mundo, porque tenía que reconocer que, tal como estaba, no lograría pasar una inspección mínima. Le había vuelto a crecer el pelo por todas partes, menos por las que eran artificiales o tenían demasiadas cicatrices. Tenía un aspecto casi humano.


[Editorial Anagrama. Traducción de Cecilia Cerianoi y Txaro Santoro]

Valerian and the City of a Thousand Planets: 2º cartel


Próximamente: El señor de las muñecas y otros cuentos de terror


De Joyce Carol Oates. En Alba Editorial.

Spider-Man: Homecoming: 3 carteles




Three Billboards Outside Ebbing, Missouri: primer cartel


Alien: Covenant: 4º cartel


miércoles, marzo 22, 2017

Aunque por supuesto terminas siendo tú mismo. Un viaje con David Foster Wallace, de David Lipsky


David Lipsky:
Los escritores suelen tener dos grandes temas que van rumiando sin parar, una lista de reproducción bastante escueta. Sus trayectorias, sus achaques.

**

David Lipsky:
Los libros son un sustituto social; leemos a gente con quienes, en ciertas circunstancias, nos gustaría alternar. Después vienen los capítulos, las páginas, las novelas, los artículos. Hasta cuando se trata de un escritor que se cierne a los hechos, entran ganas de estar con él para enterarte mejor de esos hechos, del mismo modo en que uno se sienta junto al empollón de la clase para copiar de su examen. El lado escritor de David –más pronunciado en sus ensayos– era el mejor amigo que cabía tener, pues se quedaba con todo, susurraba chistes, te paseaba por los detalles irritantes o tediosos o atroces con un estilo humano.

**

David Foster Wallace:
Cuanta más publicidad recibo como persona, más me daña como escritor. Pero digo sí a esto para poder decir con la conciencia tranquila que no a otro par de cosas que son muchísimo más tóxicas. Y eso es lo que yo saco de esto. Y cuando acabemos, no creo que vaya a haber muchas más ocasiones así.

**

DL: Entonces si tu satisfacción se derivase de hablar de tu trabajo, de actuar como un escritor, en vez del hecho de escribir, paradójicamente producirías menos.

DFW: Sí. Esa es muy buena. Y no hay nada más grotesco que quienes van por ahí en plan, "Soy escritor, soy escritor, soy escritor". Ahí va una buena frase. No me importa aparecer en Rolling Stone, pero no quiero aparecer en Rolling Stone como alguien que quiere salir en Rolling Stone.
Es el rollo posmo de siempre, esa clase de cosa. Así que mi preocupación es que en realidad no soy tan íntegro. Porque lo que de veras me preocupa es dar la impresión de ser la clase de persona que aparecería en ese tipo de fiestas. Y la diferencia entre eso y más o menos ser la persona que no quiere tal cosa no me queda clara.

**

DFW: Y creo, creo que hay un motivo de que gran parte de las cosas vanguardistas sean rechazadas: en mi opinión muchas se lo merecen. Lo mismo pasa con gran parte de la poesía. Que está escrita para otros que escriben poesía, y no para quienes leen.

**

DFW: Y la razón de que me enfade ante la porquería que resulta la mayor parte de este tipo de narrativa, y de cómo ignora al lector, es que en mi opinión es muy, muy, muy valiosa. Porque es la que se ocupa de qué se siente al estar vivo. En lugar de ser un desahogo de lo que se siente al estar vivo.

[Profunda inspiración tipo eructo inverso.]

No sé tú: para mí mi vida y mi yo no se parecen en nada a ningún personaje de desarrollo unificado en una narrativa lineal. A lo mejor estoy mentalmente enfermo y tú no. Pero, en mi opinión, observamos las cosas como en los vídeos de la MTV o los anuncios de moda, con cada vez más planos relámpago, o usamos metáforas informáticas que únicamente serían metáforas útiles si la capacidad de seleccionar y desarrollar diagramas de árbol tuviese un eco en la existencia de la gente. Me parece que mucha gente se siente así. No abrumados por la cantidad de cosas que han de hacer. Sino abrumados por el número de alternativas que tienen, y por el número de cosas distintas que les llegan. Y el número de pequeños… en tanto que forman parte de numerosos sistemas, el número de pequeños tirones que se les da desde una serie de sistemas y direcciones diferentes. Que eso sea cualitativamente distinto a como era la vida para, digamos, nuestros padres o nuestros abuelos, no estoy seguro. Pero estoy por creer que sí. Al menos en algunos casos, en lo que respecta a cómo se experimenta en las terminaciones nerviosas.

**

DFW: Una de las cosas de ser escritor es que eres capaz de dar la impresión –tanto en las líneas como entre líneas– de saber una enormidad. De que sabes y has vivido en contacto íntimo con todo lo que escribes. Porque quieres que tus cosas tengan esa clase de efecto sobre las terminaciones nerviosas. Y en eso… eso es algo que se me da bastante bien. Creo poder parecer, creo poder dar la impresión de saber una barbaridad sobre temas de los que en realidad la mayor parte de todo lo que sé está justo ahí. Hablo de un tipo de investigación muy dirigida y táctica.

**

DFW: […] creo que se da un fenómeno curioso: si escribes de cosas íntimas y extrañas, gente extraña tiende a sentir intimidad contigo. ¿Sabes? O hay gente que dice, y me cansé mucho de oírlo, "Me gustó mucho, mucho, mucho, mucho". Algo que sienta bien durante nanosegundos. Pero luego no sabes qué decir aparte de, "Gracias". O sea, me daba cuenta de que ellos esperaban que yo dijese otra cosa. Que me dejase llevar por el ritmo de la intimidad que ellos sentían. Y por supuesto tal cosa no se daba. Y eso, eso era triste y perturbador. Y, no sé…

**

DL: Háblame del tema de la bandana del que conversábamos ayer.

DFW: Empecé a llevar bandanas en Tucson porque allí hace cuarenta grados continuamente. Cuando hace mucho calor, transpiro tanto que las gotas caen en la página. En realidad, empecé a llevarlas ese año, y luego se convirtió en una gran ayuda en el 87 en Yaddo, porque las gotas caían en la máquina de escribir, y me preocupaba la posibilidad de electrocutarme.
Y luego descubrí que me sentía mejor con ellas puestas. Y luego salí una temporada con una mujer que era, en realidad era una musulmana sufí, pero sabía cantidad de… era como una mujer de los sesenta, y sabía de un montón de cosas distintas. Y me dijo que había varios chakras, y uno de los grandes era lo que denominó el orificio caño, en la misma coronilla. [Señala dónde está, el espiráculo del delfín y la ballena.] Y que en muchas culturas se consideraba mejor llevar la cabeza cubierta. Y entonces comencé a pensar en la expresión "írsele a uno la cabeza", ¿sabes?
O sea, no la llevo siempre. Me la pongo –la considero una manta de seguridad– cuando estoy nervioso. O cuando me parece que he de estar preparado, o mantenerme entero, tiendo a ponérmela. Me da… anoche nos reímos, pero me dan escalofríos de pensar que la gente la vea como una afectación o un distintivo o algo. Es más una mera rareza, el reconocimiento de una debilidad, la mera preocupación de que la cabeza me vaya a estallar.


[Pálido Fuego. Traducción de José Luis Amores]

Cartel de The Sweet Life


En Playtime / El Plural: David Lipsky & David Foster Wallace


Aunque por supuesto terminas siendo tú mismo. Un viaje con David Foster Wallace: aquí.

Próximamente: Los Mandible. Una familia: 2029-2047


De Lionel Shriver. En Anagrama.

Cartel de Black Butterfly


The Lost City of Z: nuevo cartel


martes, marzo 21, 2017

Cada día es del ladrón, de Teju Cole


La plenitud del niño es la cosa más frágil y poderosa del mundo. La confianza de un niño es la cosa más maravillosa del mundo.

**

En el medio extraño, familiar de esta ciudad el aire está poblado de historias y eso me lleva a pensar en la vida como tejido de relatos. De todos lados vuelan hacia mí narraciones. Todos los que entran en esta casa, cada extraño con quien trabo conversación, tienen una historia fascinante que ofrecer. Los detalles que tan cautivadores encuentro en Gabriel García Márquez están aquí, esperando a su ángel consignador. La gente se sincera en cuanto les sonsacas un poquito. Y esa urdimbre literaria, de vidas plenas de narrativa impredecible, es lo fascinante.

**

El lugar ejerce en mí una atracción elemental. Hay un sinfín de cosas fascinantes. La gente habla todo el tiempo e invoca un sentido de la realidad que no es idéntico al mío. Tienen soluciones fantásticas para ciertos problemas desagradables: en esto veo una nobleza de espíritu muy rara en el mundo. Pero también abunda el dolor, no sólo dramático, sino el del desgaste que entrañan las dificultades económicas, que degradan a las personas y se ensañan con sus debilidades hasta que muchos hacen cosas que ellos mismos detestan, hasta reducirlos a sombras de lo que un día fueron. Antes el único problema solían ser los que mandaban. Pero ahora, cuando salgo a la calle, es probable que el opresor sea tu conciudadano, alguien cuya moral han erosionado años de sufrimiento y vida al borde de la desesperación. Aquí prolifera la venalidad, y lo más desgarrador es la atmósfera de derrota, de impotencia. Decido que me gusta demasiado mi tranquilidad como para tontear con problemas ajenos. No volveré a vivir en Lagos.

**

Todo el que vive lejos de su hogar tiene algo a lo que aferrarse.

**

Un claro ejemplo de la desconexión de Nigeria con la realidad son las tres cosas por las que ha destacado últimamente en la prensa mundial. Nigeria fue declarado el país más religioso del mundo, se dijo que los nigerianos son el pueblo más feliz del planeta y, en el informe de Transparencia Internacional de 2005, el país quedó sexto desde abajo entre ciento cincuenta y ocho según el índice de percepción de la corrupción. Religión, corrupción, felicidad. ¿Por qué, si la sociedad es tan religiosa, se preocupa tan poco por la ética y los derechos humanos? ¿Por qué, si es tan feliz, tanto cansancio y sufrimiento reprimido?


[Acantilado. Traducción de Marcelo Cohen]

Free Fire: nuevo cartel


Cartel de Lady Macbeth


domingo, marzo 19, 2017

Chuck Berry (1926 - 2017)


The Dark Tower: primer cartel


Derek Walcott (1930 - 2017)


jueves, marzo 16, 2017

En Playtime / El Plural (con Paloma Fidalgo e Israel Paredes): 10 recomendaciones literarias


Cartel de The Bleeder


Próximamente: En busca de aquel sonido


De Ennio Morricone. En Malpaso Ediciones.

The Circle: nuevo cartel


Cartel de Megan Leavey


Delincuentes de medio pelo, de Gene Kerrigan


Había gente que se entrometía en las vidas de los demás sin pensar en el daño que causaba. A veces lo peor no era el estropicio que dejaban a su paso, sino la falta de consideración y el desprecio. Era como si algunas vidas tuvieran importancia y otras tan solo sirvieran para adornar el paisaje.

**

-Hace más o menos veinticuatro horas, Frankie Crowe ha secuestrado a una mujer llamada Angela Kennedy.
-¿Por dinero o es algo personal?
-El mensaje es que el marido tenga preparado el rescate dentro de cuarenta y ocho horas o la matará.
John Grace enarcó una ceja.
-El problema de Frankie Crowe es que es un delincuente de medio pelo y no lo sabe. Algo así… a Frankie le supera.
O'Keefe se había reclinado hacia atrás en su silla. Cuando volvió a abrir la boca, pareció que hablaba solo.
-La mitad de los problemas del mundo los causa gente que no conoce sus limitaciones.

**

Crowe merecía morir.
A veces hay gente que merece que la maten. Lo merecen por lo que han hecho, porque lo volverían a hacer y porque las emociones y el dolor causado exigen una venganza sangrienta. Y Crowe, el muy cabrón, era uno de ellos. Era de los que destruían las vidas de los demás.


[Sajalín Editores. Traducción de Damià Alou]

Cartel de May It Last: A Portrait of the Avett Brothers


Banner de The Promise


Cartel de The Hero


lunes, marzo 13, 2017