Este libro, el primero de Frédéric Beigbeder que se publicó en España, me lo recomendó David Refoyo. Leer a Beigbeder siempre es un placer, supone unas horas de diversión asegurada y un montón de frases lapidarias. Es la novela que escribió para lograr que lo despidieran de la agencia de publicidad para la que trabajaba. El autor utiliza, esta vez, los pronombres personales para contar su historia: Yo, Tú, Él, Nosotros, Vosotros, Ellos, que son los títulos de los capítulos. Su protagonista parece sacado de un libro de Jay McInerney o de Bret Easton Ellis, dada su inclinación al alcohol, las drogas, las prostitutas, la noche y las rupturas con su pareja. Beigbeder ha conseguido una crítica feroz, despiadada, a la publicidad y a su maquinaria, capaz de comernos el coco con productos que ni siquiera necesitamos pero que acabamos comprando. Un ejemplo: ¿Sabéis cuál es la diferencia entre los ricos y los pobres? Los pobres venden droga para comprarse unas Nike mientras que los ricos venden Nikes para comprar droga. O esta otra: Los jóvenes que queman coches han comprendido todo de la sociedad. No los queman porque no puedan tenerlos: los queman para no tener que desearlos.
Hace 12 horas