Es admirable el esfuerzo conjunto que han hecho Jaime
Priede (como traductor, y también encargado de las notas y el prólogo) y Pepo
Paz (como editor de Bartleby) para traernos la edición íntegra de la Antología de Spoon River de Edgar Lee
Masters, el libro de poesía más vendido en la historia de EE.UU. Ante una
afirmación así uno podría echarse a temblar, pero no es el caso: los poemas de Spoon River conforman un auténtico tour
de force, como suele decirse.
Masters convoca a los muertos de un cementerio y éstos nos
van contando su historia, y el coro nos brinda un peculiar retrato de una
localidad, con sus intrigas y sus tejemanejes, sus infidelidades y sus cotilleos,
sus asesinatos y sus peleas, sus evoluciones y sus fracasos. Cada poema es un
monólogo de un muerto, que siempre lleva por título el nombre y apellido (o
apodo) del personaje en cuestión.
Spoon River es
un largo poemario cuyos monólogos acaban componiendo una suerte de novela con
ecos que luego recogería William Faulkner, o una especie de libro de cuentos en
verso. Una obra extraordinaria, la mires por donde la mires. Tres poemas:
OLLIE MCGEE
¿Os habéis fijado en
un hombre mustio y cabizbajo
que deambula por el
pueblo?
Es mi marido, que
con secreta crueldad,
nunca confesada, me
robó juventud y belleza.
Hasta que, llena de
arrugas y con los dientes amarillos,
perdida la dignidad
y de vergüenza humillada,
me bajaron a esta
tumba.
¿Y qué creéis que le
roe a mi marido por dentro?
¡La cara de la que
fui y la otra que hizo de mí!
Las dos le están
llevando al sitio donde yazgo.
Logro mi venganza
después de muerta.
**
JOHN HORACE BURLESON
Gané el concurso de
redacción aquí
en la escuela del
pueblo
y publiqué una
novela antes de los veinticinco.
Me fui a la ciudad
en busca de temas para enriquecer
mis obras.
Allí me casé con la
hija de un banquero
y llegué a ser
presidente del banco,
esperando tener
algún día tiempo libre
para escribir una
novela épica sobre nuestra guerra.
Trabé amistad con
gente importante, amante de las letras,
y fui anfitrión de
Mathiew Arnold y de Emerson,
conferenciante y
autor de ensayos
para asociaciones
vecinales. Al final me trajeron de vuelta
al lugar de mi
juventud, como sabéis,
sin tener siquiera
una pequeña placa en Chicago
que mantuviera vivo
mi nombre.
Qué grande habría
sido escribir este solo verso:
¡Sigue adelante,
hondo océano azul, siempre adelante!*
*Verso de Lord Byron
**
EDITH CONANT
Por aquí andamos.
Nosotros, los recuerdos.
Apartamos los ojos
porque nos da miedo leer:
¡17 de junio de
1884. 21 años y 3 días”.
Todo ha cambiado.
Nosotros, los
recuerdos, seguimos aquí, solos,
pues no hay ojo que
pueda vernos ni saber por qué
estamos aquí.
Tu marido ha muerto.
Tu hermana vive lejos.
A tu padre ya le
dobla la edad.
Te ha olvidado,
apenas
si sale de casa.
Nadie que recuerde
tu rostro delicado,
tu voz aflautada,
ni cómo cantabas,
incluso la mañana en que se hirió
el intenso dulzor de
un dolor palpitante
hasta la llegada del
hijo que murió contigo.
Todo está olvidado,
salvo por nosotros, los recuerdos,
que hemos sido
olvidados por el mundo.
Todo ha cambiado,
salvo el río y la colina…
Pero también ellos
han cambiado.
Solo el sol ardiente
y las plácidas estrellas son iguales.
Y nosotros,
nosotros, los recuerdos, seguimos aquí,
aterrados,
los ojos anegados
por el cansancio de las lágrimas,
con un inmenso
cansancio.
[Traducción de Jaime Priede]