Aprovechando que, en breve, en Anagrama editarán un libro
de Francesco Piccolo que, a priori, me parece atractivo (me refiero a Momentos de inadvertida felicidad), he
buscado la única obra traducida del autor en España: Escribir es un tic, un compendio de las manías y las técnicas que
siguen y siguieron muchos de los grandes escritores de la historia (aunque,
como reconoce el propio autor en el prólogo a la segunda edición italiana, él
ya no elegiría a algunos de los literatos que escogió). Salvo eso, el libro se
lee de una sentada y entretiene porque está plagado de citas. Una de las más
jugosas la sirve el propio Piccolo:
Cualquiera puede
coger una hoja de papel y un bolígrafo, o sentarse delante de un ordenador, y
escribir un relato; y considerarse escritor. No sólo eso, sino que,
paradójicamente, se puede considerar escritor quien no escribe, pues si todo es
fruto de una combinación de inspiración, luna llena y mal de amores, siempre
podemos aplazar una poesía o una novela, podemos pensar que somos escritores
que todavía no han encontrado condiciones favorables para escribir. Y un buen
día nuestra mujer (o nuestro hombre) nos dejará; volveremos a casa por la
noche, habrá luna llena y no podremos dormir, tendremos el corazón henchido de
lágrimas y cogeremos un papel y empezaremos a escribir: “Amada mía…”.
Pero esto no
significa ser escritor.
Muchas de esas citas o reflexiones de escritores célebres
son tan atractivas como ésta:
El estadounidense
Don DeLillo confiesa:
Cuando estoy lejos de casa llevo conmigo la máquina de
escribir, pero necesito varios días para acostumbrarme al nuevo ambiente. Es un
trastorno muy grande no tener tu propia mesa, tus propias paredes, ciertas
imágenes, las fotografías, los objetos, los libros. Es como estar perdido en el
espacio y necesitas una eternidad para acomodarte. En la escritura hay un profundo
y muy arraigado sentido de la costumbre y de las minúsculas manías de cada
cual, que siempre llevamos a cuestas y es distinto en cada escritor.
Y termino con otro apunte de Piccolo, en defensa de la
informática, que comparto:
Más bien me interesa
destacar, en esta historia menuda de los instrumentos de escritura, que el
ordenador ha añadido a la escritura una posibilidad más, una posibilidad
moderna y a la vez decisiva: el montaje. Esto, el que se haya eliminado gran
parte del esfuerzo, sólo puede ser beneficioso para la escritura: el intento de
manejar bloques de narración de un modo distinto se ha saldado con una
ampliación tan grande de las posibilidades que la escritura de montaje casi se
ha convertido en un género.
[Traducción de Juan Vivanco]