viernes, mayo 25, 2012

Escribir es un tic, de Francesco Piccolo



Aprovechando que, en breve, en Anagrama editarán un libro de Francesco Piccolo que, a priori, me parece atractivo (me refiero a Momentos de inadvertida felicidad), he buscado la única obra traducida del autor en España: Escribir es un tic, un compendio de las manías y las técnicas que siguen y siguieron muchos de los grandes escritores de la historia (aunque, como reconoce el propio autor en el prólogo a la segunda edición italiana, él ya no elegiría a algunos de los literatos que escogió). Salvo eso, el libro se lee de una sentada y entretiene porque está plagado de citas. Una de las más jugosas la sirve el propio Piccolo:

Cualquiera puede coger una hoja de papel y un bolígrafo, o sentarse delante de un ordenador, y escribir un relato; y considerarse escritor. No sólo eso, sino que, paradójicamente, se puede considerar escritor quien no escribe, pues si todo es fruto de una combinación de inspiración, luna llena y mal de amores, siempre podemos aplazar una poesía o una novela, podemos pensar que somos escritores que todavía no han encontrado condiciones favorables para escribir. Y un buen día nuestra mujer (o nuestro hombre) nos dejará; volveremos a casa por la noche, habrá luna llena y no podremos dormir, tendremos el corazón henchido de lágrimas y cogeremos un papel y empezaremos a escribir: “Amada mía…”.
Pero esto no significa ser escritor.

Muchas de esas citas o reflexiones de escritores célebres son tan atractivas como ésta:

El estadounidense Don DeLillo confiesa:

Cuando estoy lejos de casa llevo conmigo la máquina de escribir, pero necesito varios días para acostumbrarme al nuevo ambiente. Es un trastorno muy grande no tener tu propia mesa, tus propias paredes, ciertas imágenes, las fotografías, los objetos, los libros. Es como estar perdido en el espacio y necesitas una eternidad para acomodarte. En la escritura hay un profundo y muy arraigado sentido de la costumbre y de las minúsculas manías de cada cual, que siempre llevamos a cuestas y es distinto en cada escritor.

Y termino con otro apunte de Piccolo, en defensa de la informática, que comparto:

Más bien me interesa destacar, en esta historia menuda de los instrumentos de escritura, que el ordenador ha añadido a la escritura una posibilidad más, una posibilidad moderna y a la vez decisiva: el montaje. Esto, el que se haya eliminado gran parte del esfuerzo, sólo puede ser beneficioso para la escritura: el intento de manejar bloques de narración de un modo distinto se ha saldado con una ampliación tan grande de las posibilidades que la escritura de montaje casi se ha convertido en un género.


[Traducción de Juan Vivanco]