Frédéric Martel entrevistó a 1.250 personas durante años para la elaboración de este libro, un ensayo que nos ayuda a comprender por qué ciertos productos culturales triunfan en todo el mundo y otros no siguen ese camino. La primera parte me parece la más interesante porque se ocupa del entretenimiento norteamericano, y, para bien o para mal, es el tema que nos resulta más familiar debido a los blockbusters de Hollywood, las bandas de rock y pop norteamericanas y las marcas populares y los inventos de aquel país (el autocine, las multisalas, etc). En la segunda parte el autor recorre el mundo y nos habla de la industria cultural de la India, Gran Bretaña, Japón, Israel…
Este libro ofrece una respuesta a preguntas sobre la cultura de masas que, de vez en cuando, nos hacemos: ¿Por qué la MTV es una mierda, en la actualidad? ¿Por qué en algunos multicines sólo venden Pepsi y, en otros, sólo Coca-Cola? ¿Cómo fue la creación, auge y declive de los “drive in”? ¿Por qué Estados Unidos exporta más películas de éxito que, por ejemplo, España o Francia? ¿Por qué Oprah marca las tendencias? ¿Por qué la mayoría de los productos se enfocan a un mercado de gente muy joven? La investigación del autor es muy interesante, y abajo copio un fragmento sobre una de las razones del triunfo de la cultura popular de USA:
Y, sobre todo, frente a la escasez de productos populares en muchos países, los estadounidenses han aprendido muy pronto a adaptarse a las realidades locales: practican una globalización activa, que combina una difusión de contenidos de masa, indiferenciados y mainstream, con una difusión especializada de nichos que tienen en cuenta a los países importadores. En materia de televisión, como los mercados son sobre todo nacionales, venden formatos. En la música y el libro, son mercados mixtos con una cuota nacional importante, y por lo tanto venden hits y best sellers globalizados pero también producen discos y libros locales. En cuanto al cine, sus blockbusters tienen éxito en todo el mundo, porque lo que producen no son tanto películas estadounidenses como productos universales y globales. Los franceses hacen películas para los franceses, los indios para los indios, los árabes para los árabes; sólo los estadounidenses hacen películas para todo el mundo. Además, son los únicos que hoy día hacen películas para la exportación, antes incluso de pensar en su mercado interior.
[Traducción de Núria Petit Fontserè]