He visto esta extraordinaria película después de que la recomendaran David González y Vicente Muñoz Álvarez. Su director es Jacques Becker, de quien también aconsejo ver París, bajos fondos.
Los amantes de Montparnasse sigue al pintor Modigliani (Gérard Philipe) en su descenso a la autodestrucción: entre tragos al vino y noches en vela en las tabernas y una vida miserable en la que no logra vender un cuadro, se enamora de Jeanne (la bella Anouk Aimée). De fondo, las calles de París. Además de ser una de las películas más románticas que he visto en mucho tiempo (lo cual no supone que sea ñoña, sino todo lo contrario), es una de esas obras que reflejan a la perfección lo duro que es ser artista, trabajando para nada, quizá para la posteridad, trabajando por apenas unas perras que sirven de consuelo para seguir en la lucha. Modigliani, en el filme, sabe que lo más importante es mantener a salvo su dignidad y no venderse, como comprobamos en la espléndida secuencia en la que se cita con un millonario que, a priori, quiere comprar sus pinturas. El guión está repleto de frases gloriosas y de premoniciones. Lamento no haber visto antes esta película sobre el amor, el hambre y las penalidades. Impagable el momento en que Modi trata de vender sus bocetos entre los clientes de los cafés, a cinco francos cada uno.