Esta fue la primera novela que el gran Ed Bunker escribió y la última que publicaron (póstumamente; fue encontrada después de su muerte). En esta ocasión nos cuenta la historia de Ernie Stark, un yonqui estafador al que un detective presiona para que delate a un traficante. Su plan consiste en tratar de timarlos a todos y quedarse con la distribución de la droga en una zona de Los Ángeles. Stark es un personaje curioso: fanfarrón, antiguo convicto y duro con las mujeres. Al contrario que el protagonista de No hay bestia tan feroz, él quiere seguir en el negocio. Y tampoco le queda otro remedio: para empezar, es adicto a la heroína. No lo tiene fácil. Vive pendiente del pico.
Precedido de otro prólogo de James Ellroy y completado con un epílogo de Jennifer Steele (quien fuera su mujer y su amiga durante años), Stark es otro de esos libros que el lector de pulp, de novela negra y sobre los bajos fondos no debería perderse. Las obras de Ed Bunker son puro músculo. Cada vez entendemos más las razones por las que Quentin Tarantino lo adoraba. Steele nos relata cómo Bunker, sin estudios primarios y condenado a prisión, quiso convertirse en escritor. Y es un escritor muy grande, hasta ahora prácticamente olvidado en España (salvo sus memorias, publicadas en Alba Editorial), del que Sajalín no sólo ha rescatado las dos obras citadas, sino que anuncia la publicación de Perro come perro (frase que, por cierto, ya aparece en Stark). Esta novela se devora de una sentada. Son los primeros pasos literarios de Bunker, pero en sus páginas ya residen la furia y el talento. Observemos el lenguaje de Stark, un apasionado de Bogart:
Hizo un gesto despectivo con la mano.
-Ninguna mujer puede ganar tanto como yo. No pueden seguirme el ritmo. Yo me muevo, nena, voy siempre hacia delante.
A todo esto le siguió una oleada de palabrería unida a una sensación de poder; en aquel momento, el fanfarronear con frases grandilocuentes reflejaba la verdad de ese momento, su verdad.
-Soy el rey de todo porque soy frío, nena, porque soy ingenioso y soy frío. Hago lo que quiero y no siento nada. Si alguien se interpone en mi camino, me lo quito de en medio de golpe; sabrán que les ha pasado algo malo pero no sabrán cómo. El fajo de billetes es grande ahora pero en una semana tendré mucho más. Puede que hasta me compre este sitio. Tengo algo entre manos…
[Traducción de Zulema Couso]
Precedido de otro prólogo de James Ellroy y completado con un epílogo de Jennifer Steele (quien fuera su mujer y su amiga durante años), Stark es otro de esos libros que el lector de pulp, de novela negra y sobre los bajos fondos no debería perderse. Las obras de Ed Bunker son puro músculo. Cada vez entendemos más las razones por las que Quentin Tarantino lo adoraba. Steele nos relata cómo Bunker, sin estudios primarios y condenado a prisión, quiso convertirse en escritor. Y es un escritor muy grande, hasta ahora prácticamente olvidado en España (salvo sus memorias, publicadas en Alba Editorial), del que Sajalín no sólo ha rescatado las dos obras citadas, sino que anuncia la publicación de Perro come perro (frase que, por cierto, ya aparece en Stark). Esta novela se devora de una sentada. Son los primeros pasos literarios de Bunker, pero en sus páginas ya residen la furia y el talento. Observemos el lenguaje de Stark, un apasionado de Bogart:
Hizo un gesto despectivo con la mano.
-Ninguna mujer puede ganar tanto como yo. No pueden seguirme el ritmo. Yo me muevo, nena, voy siempre hacia delante.
A todo esto le siguió una oleada de palabrería unida a una sensación de poder; en aquel momento, el fanfarronear con frases grandilocuentes reflejaba la verdad de ese momento, su verdad.
-Soy el rey de todo porque soy frío, nena, porque soy ingenioso y soy frío. Hago lo que quiero y no siento nada. Si alguien se interpone en mi camino, me lo quito de en medio de golpe; sabrán que les ha pasado algo malo pero no sabrán cómo. El fajo de billetes es grande ahora pero en una semana tendré mucho más. Puede que hasta me compre este sitio. Tengo algo entre manos…
[Traducción de Zulema Couso]