Todos los días, sin falta, procuro pasarle a los discos duros un par de rastreadores de espías. Tengo tres o cuatro de estos programas instalados en el ordenador. Si he navegado mucho, hago un scan con cada uno de ellos. Y cada día me encuentran, como mínimo, treinta o cuarenta spywares de estos. Para quien no esté familiarizado con el término, le aclaro por medio de Wikipedia su significado: “Los programas espías o spywares son aplicaciones que recopilan información sobre una persona u organización sin su conocimiento. La función más común que tienen estos programas es la de recopilar información sobre el usuario y distribuirlo a empresas publicitarias u otras organizaciones interesadas (…)”. Demasiados internautas ignoran que sus ordenadores están literalmente colonizados por estos bichejos (y los llamo así porque, en la jerga visual, los espías informáticos están representados por dibujos de insectos), y que sus merodeos por nuestros discos duros retrasan e impiden el funcionamiento del pc y la navegación por la red.
Aunque a diario activo estos programas, y cuento con un par de antivirus vigilantes y siempre en guardia (que no nos despojan de los espías, aunque alguna gente crea lo contrario), el jueves pasado olvidé pasar la aspiradora de bichos. Antes de irme a dormir, apagué el router para darle un respiro nocturno y que no se caliente demasiado, y dejé el ordenador encendido, como tengo por costumbre. A la mañana siguiente, tras encender el router, no había conexión a internet. Un piloto llamado “Alarma” estaba encendido. En rojo. Consulté el manual porque aquello nunca me había pasado y este router sólo es un cachorro. Ponía algo sobre “situaciones anómalas”. Hice las oportunas comprobaciones de cables, reinicié el ordenador y luego cogí el teléfono para llamar al número de las averías. Cuando iba a marcar, pensé en apagar el router y activar los rastreadores de espías, que hallaron alrededor de cuarenta o cincuenta bichos. Cuando limpié el ordenador y encendí la máquina, recuperó la conexión. Es evidente lo que había ocurrido, pero recién levantado no supe darme cuenta. Estos routers cuentan con una especie de cortafuegos que, a la menor señal de peligro (léase espías de alto riesgo), se inhabilitan una vez que los enciendes. Se trata de una protección que te salva de las invasiones o, mejor dicho, las previene. Son demasiados los internautas, insisto, que tienen sus ordenadores invadidos por la mierda, con conexiones que fallan y variados problemas de velocidad, pero son incapaces de solucionar los problemas por ignorancia y, al final, pasa lo que pasa. Que el disco duro se agota y muere. Algo imprescindible, y que no suele hacer nadie que yo conozca, es limpiar los ventiladores del pc cada seis meses. A fondo. Yo lo hago dos veces al año.
Estas cosas, estas prevenciones y métodos de limpieza, las he ido aprendiendo no porque sea un experto en informática, sino a fuerza de sufrir errores, de averías y de estropicios. Hace años se me rompieron los ventiladores por exceso de polvo y grasa y falta de limpieza. Otras veces falló el disco duro o la conexión o el ordenador iba demasiado lento por causas parecidas a las que comento arriba: espías, virus, troyanos. Un par de semanas atrás me ocurrió lo mismo. Cada vez que abría una página web, o una ventana del disco duro para acceder a mis archivos, aquello iba tan lento que tuve que afeitarme entre medias, como hacen Mortadelo y Filemón cada vez que viajan en un medio de transporte cedido por el Súper. Lo solucioné con un antispyware. En apenas unos minutos.