1 - Ballard, siempre visionario y precursor, no podía escribir unas memorias al uso. Por eso abarcan sólo 236 páginas, la mayoría muy interesantes (su descripción de las calles de Shanghai en la infancia, pobladas de mendigos, prostitutas y mafiosos; sus relaciones con otros escritores; la semilla de donde brotan sus textos; sus reflexiones sobre ciencia ficción, surrealismo y cultura pop), y otras no tanto (en general, las relativas a la familia, porque Ballard es un hombre recto y no hay asomo de morbo ni escándalos en su vida familiar).
2 - Así, el autor salta de un año a otro con facilidad, quedándose sólo en lo importante y olvidando lo accesorio. La primera parte transcurre en China. La segunda en Inglaterra. En la primera está su formación (el lujo, la guerra, el campo de concentración). En la segunda está su paso a la juventud y de ahí a la madurez (la familia, la literatura, los estudios). Ballard va al grano. De sus obras sólo menciona algunas, quizá las más importantes: El mundo sumergido, La exhibición de atrocidades, Crash, El Imperio del Sol y La bondad de las mujeres. Tampoco debemos olvidar que el escritor se está muriendo de cáncer, y de ahí la necesidad de matizar, de resolver rápido una vida.
3 - Uno de los mejores fragmentos es este: En los últimos años La exhibición de atrocidades parece estar surgiendo de la oscuridad, y me pregunto si el uso extendido de internet ha hecho que mi novela experimental sea mucho más accesible. Los párrafos cortos y las interrupciones de los correos electrónicos, los textos solapados y la necesidad de desviar la atención entre temas inconexos crean un mundo fragmentario muy similar al texto de La exhibición de atrocidades.