Cada vez encuentro más placer en la lectura de los libros de Georges Perec, ese raro genial. Él decía: casi ninguno de mis libros escapa completamente a una cierta marca autobiográfica, y esa es otra de las razones por las que me interesa. Además, me divierte, me entretiene, me hace gozar de lo cotidiano, de lo cercano, de los objetos, de las cosas, de lo que tenemos a mano. Su manía de hacer listas no es muy diferente a la mía.
Como advierte Jorge Fondebrider en la introducción, el lector que busque argumentos o diálogos se verá decepcionado. Con Perec hay que dejarse llevar. En Tentativa... el autor se dedica a consignar, enumerar, registrar, todo lo que ve en la Place St. Suplice de París durante un fin de semana. Son sus palabras: Mi objetivo en las páginas que siguen ha sido más bien describir el resto: lo que generalmente no se anota, lo que no se nota, lo que no tiene importancia: lo que pasa cuando no pasa nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes. No pasa nada, pero pasa, añado yo: la vida. El constante movimiento, el tráfico, la lluvia, los paseantes. Aparte de la magnífica introducción, el libro se completa con una estupenda cronología-estudio que nos sirve para comprender a Perec y para gozar de algunos fragmentos y declaraciones de su obra. Sería necesario reeditar todos sus escritos, como hicieron hace un año y medio con Me acuerdo.