y el siguiente recuerdo es que estoy sobre una mesa,
todos se han marchado: el más valiente
bajo los focos, amenazante, tumbándome a golpes....
y después un tipo asqueroso de pie, fumado un puro:
«Chico, tu no sabes pelear», me dijo,
y yo me levanté y le lancé de un golpe por encima de una silla;
fue como una escena de película y
allí quedó sobre su enorme trasero diciendo
sin cesar: «Dios mío, Dios mío, pero ¿qué es lo que
te ocurre?» y yo me levanté y me vestí,
las manos aún vendadas, y al llegar a casa
me arranqué las vendas de las manos y
escribí mi primer poema,
y no he dejado de pelear
desde entonces.
Charles Bukowski, Peleando a la contra
Hace 12 horas