jueves, diciembre 13, 2007

No se puede estar en todo

No se puede estar en todo. El mes pasado me perdí unos cuantos eventos. Y lo curioso del asunto es que, o bien eran de entrada gratuita, o bien me habían conseguido invitaciones. Primeramente, mis primos consiguieron invitaciones para el espectáculo de humor de Faemino y Cansado, aquí en Madrid. Una entrada gratis para ver a este par de grandes cómicos no es algo que nos toque a diario. Faemino y Cansado dieron invitaciones sin saber que, a última hora y por culpa de unos conciertos, les cambiarían de local. Con el cambio de sala para el espectáculo se anularon las invitaciones para el primer club. Ya no valían. Y nos quedamos sin poder ir. Algunos de mis amigos han intentado varias veces comprar localidades para Faemino y Cansado y no lo han conseguido. Es difícil porque suelen llenar.
Me hubiera gustado ir a ver a mis colegas de Los Sinsong tocar en el Ávalon Café de Zamora, pero para ese mismo día ya teníamos entradas para ver a los Arctic Monkeys. En el Ávalon (garito del que, si no me he informado mal, hoy es el aniversario, y por tanto la fiesta nocturna de celebración) también tocó Cianuro, en acústico; yo iba a sus conciertos de antaño y hubiera estado bien volver a escucharlos. Este directo fue a mitad de puente, y en los puentes evito viajar: hay demasiado tráfico para que merezca la pena desplazarse, y ya tendré mi ración de atascos y horas en la carretera cuando empiecen las navidades y vuelva a la provincia que me vio nacer, “la tierra del pan y del vino”. Hace poco Luis Antonio Herrero presentó, también en Zamora y en la Sala Berlín, su libro de relatos “Quemando las puertas del cielo”. Aunque no nos conocíamos, el autor me escribió un correo, poniéndome al corriente de la presentación e invitándome a ir. Fue a mitad de semana. Y el problema sigue siendo el mismo: viajar a mitad de semana y regresar a Madrid al día siguiente me supone unos cuantos incordios y aplazamientos de mis tareas. En mi ciudad también estuvo Antonio Gamoneda para dar una conferencia. Y a mí me da la impresión de que todo lo bueno (conciertos, presentaciones, conferencias) se da cita en mi ciudad precisamente cuando yo no estoy. Lo cual en el fondo me agrada, porque significa que la ciudad palpita y acaso esté un poco más viva que cuando me fui de allí. Otro de los eventos que me he perdido, pero no hubo manera de poder ir, fue el estreno en Madrid de la obra del amigo Daniel Pérez, “Alicia atraviesa el espejo”. Daniel me hizo llegar invitaciones, pero más o menos a la hora del estreno me surgió un compromiso familiar. Una pena haberme perdido la obra. Estas cosas, ya digo, duelen el doble cuando te han invitado y pierdes la oportunidad. Es posible que me deje en el tintero algún que otro evento del mes pasado. Con tantos conciertos, presentaciones, estrenos y demás espectáculos acaba uno loco e incluso llega a equivocar las fechas.
La mayoría de las citas anteriores están relacionadas con mi ciudad. Y ahora, aprovechando la coyuntura, quiero hacer hincapié en una cuestión. No sé en la actualidad, pero cuando vivía allí uno no siempre se enteraba de los actos, o se enteraba demasiado tarde. No siempre era fácil. Tenías que encontrarte en la calle a algún conocido que, de casualidad, te informara de que se celebraba tal o cual concierto, o que se presentaba tal o cual libro. Otro de los sistemas era pasear por el centro de la ciudad e irte fijando en los escaparates de las pastelerías y de las tiendas de ropa y demás comercios. Sólo así, viendo los carteles anunciadores, te enterabas de la programación. Espero que esto haya mejorado.