Durante una cena, un hombre con el que sólo había hablado una o acaso dos veces, nos cuenta que unos días atrás les puso a sus hijos (de tres y diez años, creo) una película de los Hermanos Marx. La primera reacción del más pequeño, una niña, fue decirle a su madre: “Mamá, la tele se ha estropeado: está en blanco y negro”. Los padres no sabían si la película iba a aburrirles o no, no sabían si entenderían los veloces juegos de palabras. El padre había dicho: “Basta ya de Disney Channel y de High School Musical. Hoy veremos una de los Hermanos Marx, que las tengo todas”. No sabían qué iba a suceder. ¿Y qué sucedió, finalmente? Que a los niños les encantó.
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