Nuevo poemario de Tomás Sánchez Santiago, del que nos había ofrecido un adelanto en Lo bastante. Tomás maneja las palabras como pocos; las rescata, las nombra, las utiliza igual que si fueran piezas de orfebre. Es un libro en el que el poeta es consciente de su misión de desordenar el mundo de la burocracia, de desbaratar el reino de las normas, aunque sea a través del sigilo y el lenguaje. Os dejo aquí unos versos:
Ya no sé dónde dejar las palabras.
Sé
de dónde tomarlas
todavía:
del picor de las ortigas, del plasma
oscuro del aburrimiento, de las lágrimas
que cuelgan en los grifos mal cerrados.
Salvar estas palabras
como quien vigila sépalos de lejos.