John Berger, siempre preciso y lúcido, nos embarca en un viaje a través de la memoria, de algunas ciudades europeas, de los muertos que deambulan a su antojo y con quienes se encuentra y conversa. Su diálogo con los fantasmas (su madre muerta, sus maestros ya desaparecidos, sus antiguos amores) obliga al narrador a volver al pasado, pero no se trata de una autobiografía.
En Aquí nos vemos asombra la capacidad del autor para relacionar las frutas y el cuerpo humano, la tierra y el hombre, la cocina y la reflexión, la historia y el paisaje, el pasado y el presente.
Su madre, muerta y paseando por Lisboa, le aconsejará: "Escribe lo que descubras". Y lo que él descubre y escribe nos alimenta a nosotros (literariamente, se entiende).