Aunque los medios de comunicación (principalmente los medios anclados en la derecha, como era de esperar) se han apresurado a darle palos, lo cierto es que la nueva cadena de televisión, Cuatro, cumple con creces su cometido. Y su cometido, me parece, no es otro que ofrecer un canal distinto, y de calidad. Sabrán ustedes que detesto la tele, y que soy incapaz de resistir un minuto frente a la pantalla sin cambiar de canal, salvo, es obvio, que pongan “Los Simpson”, alguna película y poco más. La apuesta de Cuatro a mí me gusta, empezando porque al frente está una fiera de los medios, Iñaki Gabilondo, a quien los populares odian con toda su alma. Reconozco que también me divierto con Eva Hache y con Pablo Carbonell.
Pero, si por algo me convence la propuesta, es porque el canal tiene toda la pinta de haber sido diseñado por gente de mi generación, es decir, la que ronda los treinta años de edad. Y confieso que esa es mi debilidad y que, quizá, a espectadores de sesenta años o más no les guste ni satisfaga sus expectativas. Si lo pensamos bien, reúne todo aquello que atrae a la mayoría de quienes tienen entre veinticinco y treinta y cinco años. En primer lugar, las series de dibujos animados que echábamos de menos desde hace tiempo, esos capítulos con los que crecimos y que han permanecido en nuestra memoria desde entonces: “La pantera rosa” y “Comando G” (y es de suponer que, dentro de unos meses, irán programando otros clásicos del dibujo animado, tales como los primeros episodios de “Spiderman”, y “Ulises 31”, “Mazinger Z”, “Don Quijote” o “Érase una vez el hombre”). A esta programación de dibujos se añaden otras dos series modernas: “Ghost in the shell” y la mordaz “South Park”. En segundo lugar, la reposición de algunas series de los 80 y de los 90 con personajes reales, que entusiasmaron a los de mi generación: “Treinta y tantos”, “Friends”, “Buffy cazavampiros”, “Twin Peaks” y “Melrose Place” (aunque, personalmente, ésta última siempre fui incapaz de soportarla, y me temo que seguiré en mis trece). De “Los Roper” no puedo opinar, pues no recuerdo haberla visto nunca. A esto se añaden otras series prometedoras: “Anatomía de Grey”, “Tan muertos como yo” y “Médium”, con la estupenda actriz Patricia Arquette. Y, también, programas variados, muy enfocados hacia la gente joven. Pero no olvidemos que hay títulos que, a priori, echan para atrás: por ejemplo, eso de “Alerta Cobra” suena a bodrio de tiroteos y mamporreros casposos.
Pero, si por algo me convence la propuesta, es porque el canal tiene toda la pinta de haber sido diseñado por gente de mi generación, es decir, la que ronda los treinta años de edad. Y confieso que esa es mi debilidad y que, quizá, a espectadores de sesenta años o más no les guste ni satisfaga sus expectativas. Si lo pensamos bien, reúne todo aquello que atrae a la mayoría de quienes tienen entre veinticinco y treinta y cinco años. En primer lugar, las series de dibujos animados que echábamos de menos desde hace tiempo, esos capítulos con los que crecimos y que han permanecido en nuestra memoria desde entonces: “La pantera rosa” y “Comando G” (y es de suponer que, dentro de unos meses, irán programando otros clásicos del dibujo animado, tales como los primeros episodios de “Spiderman”, y “Ulises 31”, “Mazinger Z”, “Don Quijote” o “Érase una vez el hombre”). A esta programación de dibujos se añaden otras dos series modernas: “Ghost in the shell” y la mordaz “South Park”. En segundo lugar, la reposición de algunas series de los 80 y de los 90 con personajes reales, que entusiasmaron a los de mi generación: “Treinta y tantos”, “Friends”, “Buffy cazavampiros”, “Twin Peaks” y “Melrose Place” (aunque, personalmente, ésta última siempre fui incapaz de soportarla, y me temo que seguiré en mis trece). De “Los Roper” no puedo opinar, pues no recuerdo haberla visto nunca. A esto se añaden otras series prometedoras: “Anatomía de Grey”, “Tan muertos como yo” y “Médium”, con la estupenda actriz Patricia Arquette. Y, también, programas variados, muy enfocados hacia la gente joven. Pero no olvidemos que hay títulos que, a priori, echan para atrás: por ejemplo, eso de “Alerta Cobra” suena a bodrio de tiroteos y mamporreros casposos.
Lo que intento decir es que ya era hora de encender la televisión y no sufrir la tortura de ver siempre lo mismo: los magazines de cotilleo, los insoportables culebrones sudamericanos rodados para las marujonas y los marujones, el típico partido de fútbol, las películas de Manolo Escobar y Carmen Sevilla, los festivales horteras que graban en Benidorm y Marbella con gente como Bertín Osborne y Ana Obregón, los concursos idiotas donde los famosos se ponen a bailar o los concursantes anónimos a darse trompicones, los llamados reality-show donde fulanos sin ganas de trabajar se dedican a rascarse la barriga y a soltar chorradas, etcétera. Ya sé que toda la caspa que encierran los programas y películas de las líneas anteriores gusta mucho a la gente mayor, sobre todo a nuestras abuelas, y que necesitan pasar unos cuantos minutos al día entreteniéndose con esos contenidos, pero parecía como si a quienes estamos entre los veinte y los treinta y pico años nos ignorasen, condenados a atracones de nuevas series españolas y a contenidos supuestamente cultos o intelectuales. Por eso me gusta esa cadena. Lástima que no pongan películas y olviden la literatura.