Consigo invitaciones para acudir a la fiesta de presentación de Calle 20, la nueva revista del diario 20 Minutos, el número uno de los periódicos gratuitos. La revista, de contenidos culturales y muy atractivos, goza de una factura impecable y se regala en establecimientos públicos. La fiesta se celebra en Florida Park, o sea, dentro del Parque del Retiro. Es curioso embarcarse en una celebración nocturna en un edificio que está en medio de un bosque, que a su vez está en medio de una ciudad. Hay algo mágico en la propuesta. Mientras nos extraviamos por el inmenso Parque del Retiro, y tenemos que preguntar a una pareja de policías que hacen ronda, alrededor se oyen susurros, voces y pisadas fuertes: son las criaturas de la noche de esta jungla, a saber, camellos, reprimidos sexuales, mendigos, drogatas y deportistas. Florida Park me trae gratos recuerdos; estuve allí hace cinco años y medio, con motivo de un festejo literario al que me invitaron: la presentación de la editorial De Bolsillo, de Plaza & Janés. Pero los gratos recuerdos no sólo guardan relación con conocer el sitio, distinguir a los famosos y probar los canapés y las bebidas, sino que aquel evento fue la materia de base o la argamasa para cocinar mi primer artículo para este periódico.
Cinco años y medio atrás (fui con un par de amigos) hicimos unas quitadas de boina salvajes: no sabíamos si darle la tarjeta de invitación al fulano de la primera puerta, no sabíamos si era barra libre o si había que abonar las consumiciones, no sabíamos qué hacer ni cómo conducirnos en sociedad. Esta vez, pues repitió visita uno de esos amigos, íbamos avisados. Después de todos estos años el Florida Park ha cambiado, o yo no lo recordaba así: nos hacen pasar a un elegante salón con lámparas y alfombras de lujo y una barra para las bebidas. Avanzamos. La estancia desemboca en una especie de discoteca con bar y gradas, en las que han dispuesto mesas para los canapés y las cervezas, los refrescos y los vinos. Al fondo hay una pista y varias pantallas. Lo asociamos a Ramsés II, aquella discoteca de mi tierra a la que acudíamos en las fiestas del instituto.
Cinco años y medio atrás (fui con un par de amigos) hicimos unas quitadas de boina salvajes: no sabíamos si darle la tarjeta de invitación al fulano de la primera puerta, no sabíamos si era barra libre o si había que abonar las consumiciones, no sabíamos qué hacer ni cómo conducirnos en sociedad. Esta vez, pues repitió visita uno de esos amigos, íbamos avisados. Después de todos estos años el Florida Park ha cambiado, o yo no lo recordaba así: nos hacen pasar a un elegante salón con lámparas y alfombras de lujo y una barra para las bebidas. Avanzamos. La estancia desemboca en una especie de discoteca con bar y gradas, en las que han dispuesto mesas para los canapés y las cervezas, los refrescos y los vinos. Al fondo hay una pista y varias pantallas. Lo asociamos a Ramsés II, aquella discoteca de mi tierra a la que acudíamos en las fiestas del instituto.
Tanto el salón como las barras de bar y la discoteca (salvo la pista, vacía al principio) están llenos de gente. Gente importante. El despliegue, la fiesta que han montado, impresiona. En Madrid puedes convocar a una amplia cantidad de público en eventos literarios y artísticos siempre y cuando haya barra libre y se cene de gorra. Lo he comprobado varias veces. Luego, en la pista, hablan de la publicación. Las personas del fondo no se callan. Hay ejemplares dispersos de dicha revista en cada rincón. El azar cuenta con sus mecanismos de sorpresa: encuentro a un zamorano con el que hacía siglos no me topaba. Su mujer trabaja en la revista. Siempre lo he dicho: en todas partes hay, como mínimo, un zamorano. En este caso somos varios. También veo a mi “jefe” de Literaturas.com, Ignacio Fernández, a quien ya se conoce en el mundillo como Nacho Faroni (Faroni es un personaje de la novela “Juegos de la edad tardía”). Corre esta leyenda por Madrid: si estás en los ambientes literarios, y Faroni no conoce tu nombre, probablemente no existes. Llevo años comprobándolo: te presenta a este, al otro, te dice nombres de editores, poetas, literatos y críticos, te enumera sus premios, recita los títulos de los libros. Conoce a todo el mundo. Esta vez me presenta a la escritora Eugenia Rico, al periodista Peio Hernández y a la directora de Escuela de Escritura Marta Sanuy. Cuando nos vamos de la fiesta la gente, algo excitada por la ebriedad, ya ha invadido la pista para bailar.