lunes, noviembre 25, 2024

Despertar a los muertos, de Scott Spencer

 

Una de las cosas que más me gustaron de Juror #2 fue la ambigüedad: me entusiasma que en una película no queden claros todos los matices y el final sea abierto. Esa ambigüedad es arte puro porque saber mostrarla y conseguir el equilibrio es muy difícil. El espectador medio actual no pilla la ambigüedad: para él todo tiene que ser blanco o negro, no capta los tonos grises y por eso no aprovecha por completo una obra y es incapaz de discernir los finales abiertos.

Esa ambigüedad es la que refleja Scott Spencer en esta novela de prosa sólida (si leísteis Amor sin fin ya sabéis a lo que me refiero). Cuando comienza la novela, el protagonista, un joven que quiere meterse en política, pierde a su novia porque la asesinan en Chile. Unos años después, ya en plena campaña como candidato demócrata, empieza a sentir que aquella chica, Sarah, está viva. La siente en el aire, la ve en sueños, la nota como una presencia. De ahí el título: Despertar a los muertos (el actor y director Keith Gordon la adaptó al cine, hace años, con Billy Crudup y Jennifer Connelly, pero no la he visto).

Lo interesante, lo ambiguo, es que no sabemos si eso es real o sólo imaginación, como cuando hemos perdido a un ser querido y unos pocos días después creemos haberlo visto en la calle (el poder de la sugestión). Todo esto conecta, y además lo reconoció el propio autor en una entrevista concedida a Lorrie Moore, con Vértigo, la obra maestra de Hitchcock y esa obsesión por una mujer que puede conducir a la locura y a la paranoia. Mantener vivo el recuerdo de alguien que desapareció también es una manera de resucitar a un muerto, traerlo cada día con nosotros.

Scott Spencer, novelista de detalles precisos, y que en esta novela me recuerda un poco al Robert Coover de La hoguera pública, conjuga la campaña política del narrador como candidato a congresista con esa obsesión por una mujer que quizá exista o quizá ya no y que va desmoronando su vida y afectando a su credibilidad como político y a sus relaciones (íntimas, laborales y familiares). No es tan absorbente como Amor sin fin pero os aseguro que es una novelaza. Puede que el giro narrativo de las últimas páginas os despiste un poco: dadle vueltas, y luego leed esa entrevista donde Lorrie Moore habla del final y de su contraste con el resto del libro.



[Muñeca Infinita. Traducción de Ce Santiago]