Hay personas más grandes que la vida y una de ellas fue Francisco Rivas, con cuyo nombre había topado varias veces pero sin tener una idea concreta de su figura. El pasado 1 de junio se cumplieron 16 años de su muerte y yo acababa de terminar este ensayo. Lo que ha hecho Fran Matute aquí es el mejor homenaje posible a un hombre cuyas agitaciones culturales estaban algo olvidadas: condensar su vida y su obra en una misiva que abarca apenas 100 páginas. Conseguir que sepamos quién era Quico Rivas, qué cosas hizo, a quiénes conoció. Incluso que lo apreciemos, gracias al cariño que muestra el narrador y también gracias a los poemas y breves fragmentos que Fran rescata en esta semblanza en la que un hombre que estaba muerto revive entre líneas. Dos fragmentos:
Creo, querido Quico, que ya es hora de que se diga. Tú fuiste uno de los principales “creadores” de la Movida (la mayúscula es importante) madrileña, hoy tan vilipendiada por algunos, que la tachan de frívola, de revolución burguesa, y no sé cuántas tonterías más. El problema, asumo, son las etiquetas y el uso que luego se ha hecho de ellas. El Madrid que te tocó protagonizar, desde mediados de los 70 hasta finales de los 80, fue sin duda un Madrid excitante en el que una serie de pintores, músicos, poetas, diseñadores y fotógrafos, marginales en la mayoría de los casos, consiguió por primera vez encontrar un altavoz para poder dar a conocer su obra. Y quien sujetó muchas veces ese altavoz fuiste tú, no lo puedes negar.
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Todo el mundo parecía estar sentando cabeza menos tú, que seguías enzarzado con el tema de las cárceles y viviendo en el pasado con los fantasmas de Madrid, dos grandes proyectos que te hubieran dado gloria, sin duda, pero que se quedaron en el tintero, eso sí, por motivos muy distintos: el primero porque no salió adelante y el segundo porque no te dio tiempo a verlo terminado. Quedaba poco tiempo, querido Quico, pero todavía no sabías cuánto.
[Athenaica Ediciones]