Cuando escribes te manchas de ti mismo.
Y pones oscuridad y aire atacado
cuando respiras encima
de lo que nombras.
¿Es así?
Vas arrojando aliento de frente
a las palabras.
Una humedad violenta
las aleja como a un vuelo de aves insultadas
hasta la desorientación.
Eres el que ofusca. Eres el que atiende
las heridas con sal
y el que se remoja en las contradicciones.
He venido a por ti
entre lentas comadronas con la lengua rapada.
He venido a por ti
mas no entraré a buscarte.
Te espero en las afueras de los nombres,
allí se han desalado
de sí mismos
y solo continúa por sus huesos la sombra
de una música.
Esto ya no consuela,
esto ya no consuela y debes aprender
otras maneras
de enjuagarte en los nombres,
como cuando se cruza un mercado
ya desmantelado
y solo se propaga, por toda actividad,
la inversa inflamación
de desdecir.
Tomás Sánchez Santiago, Este otro orden. Poesía reunida (1979-2016)
Hace 12 horas