jueves, mayo 17, 2018

Calle de dirección única, de Walter Benjamin


La sensación predominante en el asco a los animales consiste en el miedo que sentimos a que nos reconozcan al tocarlos. Lo que tan hondamente se estremece dentro del ser humano es la consciencia oscura de que en él vive algo nada ajeno a ese animal que nos da asco, por lo que éste podrá reconocerlo. Todo asco, originalmente, es un asco al contacto.

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El hombre enamorado no sólo siente apego por los posibles "defectos" de la amada, por sus tics y debilidades, sino que las arrugas de su rostro y los lunares que aparecen en la piel, los vestidos raídos y los andares al sesgo lo atan más duradera e implacablemente que ninguna belleza.

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Los niños se sienten atraídos irremisiblemente por la basura que se produce en la construcción, en las tareas domésticas, en la jardinería, en las sastrerías o en las carpinterías. En los productos de desecho reconocen el rostro que el mundo de las cosas les va mostrando a ellos, sólo a ellos. Pues los niños no imitan las obras de los adultos, sino que reúnen materiales de tipo muy diverso para jugar con ellos, relacionándolos de una manera nueva.

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Para elaborar una buena prosa es preciso subir tres escalones: el musical, en el que hay que componerla, el arquitectónico, en el que hay que construirla, y por fin el textil, en el que hay que tejerla.

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No dejes de escribir porque nada se te ocurra. Es un mandamiento del honor literario sólo dejar de escribir cuando hay que cumplir una obligación (acudir a una comida o a una cita), o cuando la obra está acabada.

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La polémica consiste en aniquilar un libro con unas pocas de sus frases. Cuanto menos lo estudie el crítico, mejor. Sólo quien puede aniquilar puede criticar.

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Un barrio laberíntico, una red de calles que había evitado durante años, se me hizo claro de repente cuando alguien que amaba se fue allí. Como si hubiera un proyector en su ventana que organizara la zona con sus rayos.

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Ser feliz significa el poder percibirse sin horror.

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En cuanto empieza a vivir, el niño se convierte en un gran cazador. Caza los espíritus, cuya huella rastrea entre las cosas; y entre los espíritus y las cosas van transcurriendo años en los que su campo visual nunca incluye a los hombres. Vive así como en sueños; no conoce nada permanente, porque todo le pasa, le sucede. Y sus años de nómada son horas dentro del bosque de los sueños.



[Abada Editores. Traducción de Jorge Navarro Pérez]