-[…] No piensas correctamente, ¿lo sabes, Earl? Crees que el mundo es estúpido y tú eres muy inteligente. Pero no es así. Me das pena. Podrías haber llegado a ser alguien, pero las cosas se te torcieron en alguna parte.
[Del relato "Rock Springs"]
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-¿Qué piensas todas las noches cuando te metes en la cama conmigo? No sé por qué, pero el caso es que quiero saberlo –dijo Arlene–. A mí me parece importante.
Y la verdad es que no tuve que pensar en absoluto la respuesta porque ya la conocía; ya había pensado en ello, y me había preguntado si mi respuesta se debía a la época que estaba atravesando, o a la existencia de un ex marido, o a que tenía una hija a quien educar yo solo y nadie más de quien pudiera estar totalmente seguro.
-Lo único que pienso –dije– es que ha pasado otro día. Un día que he pasado contigo. Y que ha quedado atrás.
-Y en eso hay como una pérdida, ¿no es cierto? –Arlene movió la cabeza y me sonrió.
-Supongo que sí –dije yo.
-Pero después de todo no es tan malo, ¿no crees? Puede haber un día siguiente.
-Es cierto –dije.
-No sabemos adónde nos lleva todo esto, ¿verdad? –dijo Arlene, y me apretó con fuerza la mano.
-No –dije.
[Del relato "Novios"]
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De alguna manera, quién sabe por qué, tus decisiones un día dan un vuelco y pierdes tu dominio de las cosas. Y un día te despiertas y te encuentras en la situación en la que juraste que jamás te encontrarías, y ya no sabes qué es para ti lo más importante en este mundo. Y después de eso, todo ha acabado. Y yo no quería que a mí me sucediera; jamás pensé, de hecho, en la posibilidad de que llegara a sucederme. Sabía el significado del amor. El amor era no crear problemas, no ponerse en situación de crearlos. Era no dejar a una mujer porque se ha puesto el pensamiento en otra. Era no llegar nunca a estar donde se juró que nunca se estaría. Y no era vivir aislado, estar solo. Eso nunca. Nunca.
[Del relato "Novios"]
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Todo el mundo se estaba quedando sin trabajo. Eran malos tiempos en aquella parte de Montana, y la cosa no tenía trazas de cambiar.
[…]
No había nada que hacer. Ver la televisión. Ir al bar. Bajar paseando hasta Clark Ford y ponerme a pescar donde habían hecho un pequeño parque. Buscar la forma de pasar el tiempo. La gente piensa que le encantaría tener libre todo el santo día, pero no es más que un espejismo. Yo me sentía contra las cuerdas, no sabía lo que iba a ser de mí al cabo de una semana, y eso es algo que te obsesiona y hace difícil cualquier alegría. A nadie le puede gustar eso.
[Del relato "Letal invierno"]
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Lo que voy a contar sucedió cuando yo tenía tan sólo quince años, en 1959, el año en que mis padres se divorciaron, el año en que mi padre mató a un hombre y fue a la cárcel por ello, el año en que dejé mi casa y el colegio, mentí acerca de mi edad para engañar al ejército y ya no volví más. El año, dicho de otro modo, en que la vida cambió para todos nosotros para siempre –en que, a decir verdad, concluyó de un modo que jamás habríamos llegado a imaginar ni en nuestros sueños más locos.
[Del relato "Optimistas"]
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Mi padre me miró con sus ojos azules oscuros y frunció el ceño. Y entonces, por primera vez, deseé que mi padre no hubiera hecho lo que había hecho, y que hubiera resuelto las cosas de otra manera. Lo vi como un hombre que cometía errores, un hombre que podía hacer daño a los demás, arruinar vidas, poner en grave riesgo la felicidad ajena. Un hombre que no entendía lo bastante las cosas. Era como un jugador, aunque en aquel tiempo yo no supiera siquiera lo que era ser un jugador.
[Del relato "Optimistas"]
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Starling llevaba sin trabajo seis meses; una temporada de ventas completa y parte de la siguiente. Era vendedor en el ramo inmobiliario, y no había estado parado tanto tiempo en toda su vida. Al cabo de cierto período de inactividad, empezó a preguntarse si uno no llegaría a olvidar cómo trabajar, a olvidar los pormenores de su oficio, y hasta su razón de ser. Si uno llegaba a tal estado, corría el riesgo de no volver a encontrar trabajo en lo que le quedaba de vida. De convertirse en una estadística: el desempleado crónico. La idea atormentaba a Starling.
[Del relato "Fuegos de artificio"]
[Anagrama. Traducción de Jesús Zulaika]