En la página 48 de esta edición, Therese, la chica que trabaja temporalmente en unos grandes almacenes vendiendo juguetes, se fija en una mujer espectacular de clase alta: la Carol del título de la que se enamorará. Aún no hemos visto la película, que dicen es magnífica, pero uno de los carteles de promoción (figura más abajo) capta perfectamente ese momento, que copio a continuación:
Sus ojos se encontraron en el mismo instante, cuando Therese levantó la vista de la caja que estaba abriendo y la mujer volvió la cabeza, mirando directamente hacia Therese. Era alta y rubia, y su esbelta y grácil figura iba envuelta en un amplio abrigo de piel que mantenía abierto con una mano puesta en la cintura. Tenía los ojos grises, incoloros pero dominantes como la luz o el fuego. Atrapada por aquellos ojos, Therese no podía apartar la mirada. Oyó que el cliente que tenía enfrente le repetía una pregunta, pero ella siguió muda. La mujer también miraba a Therese, con expresión preocupada. Parecía que una parte de su mente estuviera pensando en lo que iba a comprar allí, y aunque hubiera muchas otras empleadas, Therese sabía que se dirigiría a ella. Luego la vio avanzar lentamente hacia el mostrador y el corazón le dio un vuelco recuperando el ritmo. Sintió cómo le ardía la cara mientras la mujer se acercaba más y más.
Más o menos hacia la mitad de la novela, Therese le dice a Carol: Tú eres exactamente la persona que yo necesitaba conocer.
Son sólo dos ejemplos de la sutileza de Patricia Highsmith en este libro, que publicó por primera vez con pseudónimo y con el título de El precio de la sal. Partiendo de un momento autobiográfico (la escritora trabajaba en una juguetería cuando atendió a una mujer rubia con la que nunca más se cruzaría, pero cuya aparición la sacudió tanto como para escribir una novela en torno a esa figura y los posibles caminos que hubieran tomado de conocerse), Highsmith construyó la historia de amor de dos mujeres en tiempos en los que el lesbianismo y la homosexualidad daban lugar al escándalo y en los que los garitos clandestinos y los secretos imperaban para que los implicados no se convirtieran en proscritos (algo que, en algunos puntos de esta sociedad y en algunas familias no ha cambiado mucho).
Uno de los aspectos de la historia que más me ha interesado es cómo ambas mujeres sufren por culpa de los chismorreos: Carol está en trámites de divorcio y su marido encarga a un detective que las espíe; Therese tiene una especie de novio al que no ama y que en realidad no le interesa ni le atrae, y el tipo siempre está encima de ella, presionándola para que no se deje engatusar por una mujer, escandalizado por la atracción que sienten. Patricia Highsmith nos presenta a dos mujeres que quieren ser libres, que están muy enamoradas, que fuman y beben en una época en la que ese aspecto de la mujer fuerte sólo era bien visto en el cine negro, dos mujeres que apasionan al lector. Aquí no hay asesinatos ni tramas criminales, y aun así uno queda absorbido por la lectura desde el principio.