jueves, julio 09, 2015

Días bajo el cielo, de José Ignacio Foronda


Fiestas de San Roque. Solo me apetece leer. Ni tan siquiera tengo ganas de pasear por los campos. Siempre igual: esta maldita misantropía, esta indiferencia, este silencio. Noto que tengo la voluntad anulada, o mejor, que solo busco libro o soledad. Aquí no me siento dueño de mí sino atado a otras voluntades que obedezco por temor a ser ingrato, desagradecido, maleducado.

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Atardece. Apetece dar un paseo tonto, sin pretensiones de aventura o ejercicio, carretera abajo, hasta donde quieran las piernas. Da igual solo o con hijos, con el cuaderno o con los prismáticos. Un paseo para estirar las piernas, pisar las sombras, oír al viento, bostezar contra el ocaso. Porque es el último atardecer de septiembre, y es mejor andar que seguir dando vueltas en la noria de la soledad.

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Caminar… aunque solo sea para estar más cerca del horizonte. Escribir… aunque solo sea para estar más lejos del horizonte.


[Pepitas de Calabaza]