jueves, marzo 12, 2015

Diarios (Tercer volumen: 2008 – 2010), de Iñaki Uriarte


Dicen que en el origen de las religiones y de las filosofías se encuentra el miedo a la muerte. No hace falta tanto. En la muerte pensamos poco. Es el sufrimiento lo que cuenta. Lo que está por todas partes. El alivio de un dolor de muelas justificaría la existencia de cualquier religión o filosofía.

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Ya llevo diez años con este diario. Hay días en que pienso que podría dejarlo, pero creo que se ha convertido en una adicción. Según Lejeune, existen autores de diarios que el 1 de enero queman lo escrito el año anterior. Les entiendo. Yo tomo estas notas con la certeza de que luego eliminaré gran parte de ellas. A menudo se dice que nadie escribe para no ser leído. Esto es falso. Somos muchos los que a veces escribimos solo para ordenar nuestros pensamientos, guardar memoria de algo, calmar los nervios, o por mil otras razones que no tienen nada que ver con la ambición de ser leídos. Probablemente entre los diaristas neuróticos somos mayoría.

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En Avilés. Al apoyarme en una pared me manché el tabardo de cal. Alguien, a quien acababan de presentarme, me dio unos tremendos golpes en la espalda para limpiarlo y me dijo: "Mira por dónde, una buena oportunidad para dar de hostias a un vasco".

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Se habla a menudo de una generación que, por primera vez, va a vivir peor que la de sus padres. No creo que sea la primera vez. Y, desde luego, no lo es en los casos individuales. Yo siempre supe, y no me importó, que iba a vivir "peor" que mis padres, quiero decir, con una menor disponibilidad de dinero.

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10 de agosto, en Benidorm.
Más o menos se cumplen tres meses desde que publiqué el libro y apenas he apuntado nada en este tiempo. Un día consigné aquí en tono marcoaureliano: "Si escribes despreocupadamente, publica también despreocupadamente". Una tontería. He estado los tres últimos meses pendiente de los Diarios, sus presentaciones y su repercusión.


[Pepitas de Calabaza]