En el número de marzo del suplemento cultural El Cuaderno saldrá mi reseña de este libro de Denis Johnson, un autor que siempre me fascina a pesar de que aún no he leído su obra cumbre (Árbol de humo); pero todo se andará… ¿Recomiendo Sueños de trenes? Por supuesto. Hasta que salga mi texto, os dejo con un par de fragmentos de esta novela:
En el verano de 1917 Robert Grainier participó en el intento de matar a un jornalero chino al que habían pillado robando, o al menos lo acusaban de haber robado, en los almacenes de la compañía ferroviaria Spokane International, en el corredor septentrional de Idaho.
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En la última parte de su larga vida, Grainier ya confundía la cronología del pasado y estaba seguro de que el día en que había visto al Hombre Más Gordo del Mundo –aquella misma noche– era el mismo día en que se había detenido en la calle Cuatro de Troy, Montana, a cuarenta y un kilómetros al este del puente, y se había quedado mirando un vagón de tren que llevaba a aquel joven y extraño artista llamado Elvis Presley. El vagón privado de Presley se había parado por alguna razón, tal vez para hacer reparaciones, en aquel pueblito diminuto que ni siquiera tenía estación propia. El famoso joven había aparecido brevemente en una de las ventanillas y había levantado la mano a modo de saludo, pero Grainier había salido de la barbería de la otra acera demasiado tarde para verlo. Se lo habían tenido que contar los lugareños que había allí plantados, en pleno anochecer, desplegados a lo largo de la calle entre el retumbar grave del motor de diesel en ralentí, hablando muy bajito o bien sin hablar, contemplando el misterio y la grandeza de un muchacho tan elevado y solitario.
[Random House. Traducción de Javier Calvo]