En el jardín de las acacias mi amor y yo nos encontramos;
por el jardín pasaba ella con sus menudos pies, tan blancos.
Un amor me pidió pausado, cual crece la hoja en el árbol;
pero era yo joven y torpe, y a mi amor no le hice caso.
A un campo cerca del río mi amor y yo nos acercamos,
y en mi hombro, hacia ella inclinado, apoyó sus dedos, tan blancos.
Me pidió una vida pausada, cual crece la hierba en el lago;
pero era yo joven y torpe, y ahora me deshago en llanto.
W. B. Yeats, Antología poética
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