Mario Crespo me recomendó este libro, que consiste en una serie de historias breves, a la manera de episodios sobre la guerra y sus secuelas, y a su reseña os emplazo. Sólo quiero añadir a lo que él ya dijo que, en efecto, esta obra es una bomba. Cada anécdota te deja huella, te impacta como si te hubieran agredido. Hombres a los que les cortan las extremidades, casas e iglesias destruidas, ciudades arrasadas por completo, prisioneros arrastrados por los huevos y a los que luego obligan a lamer un espejo lleno de excrementos, civiles a los que empalan… La suma de atrocidades de una guerra no se oculta aquí, donde el autor nos lo hace pasar mal, pero gracias a su prosa contundente, directa y sin aditivos, devoramos las páginas hasta el final. En post previos (en la etiqueta Prosas) he colgado varias de las historias de este libro. Aquí van otras dos:
Anto
Vicepresidente por Modriča de la Comunidad Democrática croata, Anto Patljak fue detenido por los serbios, en su coche, el primer día de la guerra.
A continuación lo llevaron al campamento de Doboj (a unos cincuenta kilómetros de Modriča), donde vivió una docena de días más.
Los guardianes del campamento serbio le cortaban cada día un dedo de la mano.
El decimoprimero por la mañana le cortaron la cabeza.
Doboj, Bosnia-Herzegovina, mayo de 1992
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Višegrad
Un tiempo antes de la guerra destruyeron el monumento a Ivo Andrić en la ciudad de Višegrad.
Los musulmanes acusaron a los serbios, los serbios a los musulmanes.
Ivo Andrić, único yugoslavo que había obtenido el premio Nobel, tuvo una existencia singular, al igual que la Bosnia que describió en sus obras.
Autor de grandiosos libros que evocaban la Bosnia turca, escribía en serbio y vivía en Belgrado.
Razones suficientes para que los nacionalistas de ambos bandos destruyeran su monumento.
No había dado tiempo a que se posara el polvo del atentado cuando una sanguinaria guerra comenzó, y Višegrad no se salvó.
Los serbios tomaron las armas para combatir a la REPÚBLICA ISLÁMICA DE BOSNIA. Los musulmanes tomaron las armas para defenderse. Nos lanzamos a una lucha encarnizada y homicida.
Hoy, la ciudad de Višegrad, que Andrić evocó, está destruida.
Por completo.
Los musulmanes continúan acusando a los serbios.
Y los serbios a los musulmanes…
[Editorial Periférica. Traducción de Laura Salas Rodríguez]