lunes, febrero 18, 2013

Accidente, de Max Frisch / Uwe Johnson



Estamos ante un volumen insólito, dado lo original (y atípico) de su propuesta, y me extraña que no se haya publicado antes porque aquí se unen dos textos de indudable calidad. Norbert Mecklenburg explica, en el estudio que sirve de epílogo, los pormenores de ambos, y se explaya en torno al segundo de ellos mediante el análisis de sus secretos, sus guiños y sus referencias intertextuales: su lectura es esencial, por tanto. 

Accidente agrupa dos relatos. El primero, “Apuntes de un accidente”, fue escrito por Max Frisch e incluido en sus Diarios, y cuenta en pocas páginas el viaje de una pareja en automóvil, con sus paradas en el camino, sus disputas y sus caprichos, y el conjunto, estructurado mediante fragmentos breves, a mí me recuerda un poco a la película Dos en la carretera (una de mis cintas favoritas). Aunque el texto no es tan complejo como el segundo del volumen, sin embargo ostenta un estilo pop y fresco que engancha en seguida, y del que os copio dos extractos (y en este enlace se accede a las primeras páginas): 

Es delgada. Tiene una gran dentadura, y detrás de sus carnosos labios siempre se ven los dientes, aun cuando no se ría. Si alguien le dice que es guapa, suspende el examen. En cambio, hace todo lo posible para que el hombre que reconoce su inteligencia la encuentre guapa.

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En Aviñón, la espera en el descapotable mientras ella tiene que hacer algunas compras. Hay tiempo. Están de vacaciones. Fuma, desea portarse bien. Cuando por fin aparece, la recibe como un caballero, sale del coche, le abre la puerta, dice: “¡Encontré tus gafas! Estaban debajo del asiento”. Marlis dice: “¿Ves?”, como si fuese él quien le hubiera perdido las gafas, el segundo par en este viaje. Marlis no ha encontrado la lima de uñas que también quería comprar, pero sí unas zapatillas de playa, que él encuentra graciosas. ¿Por qué está malhumorada? Siempre tiene la sensación de que Viktor se impacienta. Como en Marsella. Ella tiene media maleta llena de zapatos, y él no entiende por qué desde Marsella sólo lleva puestos los zapatos que le aprietan. Con su propuesta de volver a pasar por Marsella no quería ser irónico, pero ella no lo cree. Ahora los dos están de mal humor.

El segundo es “Apuntes de un accidentado”, escrito por Uwe Johnson. Éste fue amigo de Frisch y en dicha amistad no faltaron disensiones sobre ciertos temas, y tampoco homenajes, como demuestra este relato, en el que Johnson toma el mismo eje sobre el que gravita la historia de Frisch (un accidente) para contarnos la tragedia de un escritor que mata a su mujer acusándola de infidelidad. El resultado es una serie de notas, apuntes e informes que consignan la tristeza de disco escritor: antes del asesinato de ella no es feliz, pero tampoco después del mismo. Y, así, vive como un muerto en vida. Aunque me gustó más el primer relato, el autor del epílogo nos desvela el sinfín de alusiones a ciertos títulos literarios, los múltiples guiños y los diversos significados; después de ese epílogo, el lector es forzado a revisar algunos de los pasajes para releerlos con esta nueva luz que aporta Mecklenburg. Y aquí os dejo un fragmento:

Habiendo vivido durante diecisiete años como niño acogido en diversas casas, habiendo sido testigo de las heridas que pueden infligirse un hombre y una mujer, dice que tuvo que inventar para sí mismo su propia idea de la vida matrimonial, idea anacrónica en una época en que el adulterio había degenerado en una farsa burguesa. Niño solitario que sólo había recibido aliento a través de instrucciones, reprimendas o palabras de orden, se reafirmó en la elitista decisión de realizar, por lo menos en lo que a él concernía, cuanto iba en contra de las reglas. Probablemente le guiaba también el ingenuo deseo de protegerse de la traición, ciego como estaba al, incluso aquí, manifiesto trueque convencional que pretendía pagar la lealtad con un valor correspondiente. Podía seguir la teoría de los amigos marxistas de la universidad, también su teoría moral, pero siempre vacilaba cuando citaban a KALININ: “El matrimonio es una tarea política”. 


[Traducción de Eva Scheuring]