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miércoles, diciembre 05, 2012
La noche cerca, de Juan Gil Bengoa
UNIVERSO
No puedes hablar
y el silencio es una sonrisa
quebrada. A través de la ventana
contemplo mecerse un rosal.
La vida como un torbellino
girando alrededor. Y siento
reparo en moverme, en caminar
por esta habitación habitada por una mariposa
rígida con sondas y alfileres.
Ahora los sedantes te han dormiro.
El médico ha dicho que tal vez no sobrevivas
a esta noche, y alguien de la familia ha creído
observar un repunte afilado en tu nariz.
Una auxiliar ha retirado la bandeja
con el puré intacto y el envase de flan
vacío, devorado por tu marido.
Si nos vieses dirías que formamos
una esperpéntica naturaleza muerta.
Pero tu mano no volverá a coger un pincel.
Es hermosa la cicatriz, la línea
hendida alertando tu ausencia
irremediable; hermoso el relieve rosado
de tus labios que duermen su sueño
de morfina y cortisona.
Aún faltan veinte días para que mi torpe
e inútil aliento se funda
con tu último suspiro
hermana.
**
INTIMIDAD
Quince años. Estudia tercero de la ESO. Tiene
clase práctica de inguru en el parque y llega diez
minutos tarde. Me pide que le guarde
dos libros y un cuaderno de anillas.
Los guardo.
Mando un fax.
Saco unas fotocopias.
Me tomo un café.
Me doy cuenta que llevo un rato largo
mirando el cuaderno de anillas.
Lo cojo.
Lo abro.
Hay pétalos pegados en las hojas cuadriculadas,
flores de vivos colores y delicados trazos.
Un perfume que no sé identificar me hace
cerrar los ojos.
Corazones de niña en tinta rosa.
El nombre de un chico se multiplica
en todas las páginas. Y encabeza una carta:
Mi niño, mi bálsamo, cómo te echo
de menos. No puedo comer, no puedo dormir,
no puedo vivir, a este paso ni tan siquiera voy a terminar
el curso. Pienso en ti a todas horas. No sabes cómo
te quiero, cómo te adoro mi niño. Me muero
por verte, por sentir otra vez tus besos y tu aliento.
Te voy a decir una cosa: me quemo por dentro, me falta
el aire si no estás a mi lado. Eres lo más importante
de mi vida, lo único importante en mi vida. Estoy
deseando llegar a casa, tumbarme en mi cama
para soñar despierta contigo. Te quiero tanto, tanto,
mi niño. Sé que estás un poco cortado por lo que ocurrió
en tu casa, pero no te puedes imaginar lo que
ha significado para mí haber sido tu primera vez.
Te quiero mi niño, te quiero...
Dejo de leer.
Cierro de golpe el cuaderno.
Respiro.
No sé por qué, pero tanto amor, tanta entrega, me han asustado.
Cuando recoge los libros y el cuaderno me sonríe como siempre.
Supongo que ha dejado de ser una niña.