En su momento leí Un
vasto y desierto paisaje y, aunque me gustó, no me volvió loco. Ahora que
han reunido tres de sus libros de relatos en edición de bolsillo, me pareció el
momento oportuno para seguir adentrándome en la obra de este autor, de cuentos
crueles y afilados como cuchillas. Y esta vez sí, esta vez me ha entusiasmado.
Todo como antes agrupa los siguientes libros: Últimas notas de Thomas F. para la humanidad,
Un vasto y desierto paisaje y Los perros de Tesalonica. Aunque el
segundo de ellos, ahora que lo he releído, me sigue pareciendo el más flojo.
Askildsen es un autor mordaz, parco en palabras (algo en sus frases me trajo a
la memoria la economía de palabras de los poemas de Karmelo C. Iribarren),
dicen que emparentado con los cuentos de Raymond Carver (algo de ello hay, sí,
pero su dureza me parece más próxima a la narrativa de Agota Kristof), y sobre
todo es un autor despiadado. Sus personajes suelen caernos mal. Casi todos
recuerdan un poco a Mersault, el protagonista abúlico y nihilista de Albert
Camus en El extranjero.
Fundamentalmente son hombres. Hombres hartos de vivir, pero que sin embargo
continúan resistiendo, tratando de sobrevivir, afrontando los múltiples
escollos diarios. Hombres que no se llevan bien con sus parientes (sean padres,
hijos o esposas), que mienten continuamente, y que a veces toman oxígeno gracias a que mantienen una especie de doble vida (unos cuantos mienten a sus mujeres sólo
para salir a dar una vuelta y estar solos por ahí).
Casi todos los relatos de Últimas notas… tienen un hilo conductor: el mismo personaje. Un
anciano llamado Thomas que ha perdido a su mujer (y le da igual), que discute
con sus hijos o no se habla con algunos de ellos, que tiene nietos a los que no
conoce, que apenas hace nada salvo estar en casa dando las últimas boqueadas.
Askildsen compone un retrato crudelísimo de la vejez, del absurdo de vivir
cuando uno ya es tan mayor. Sus personajes se aproximan a la muerte y, por
tanto, son fríos e indiferentes.
En los otros dos libros encontramos a hombres perdidos en
malas relaciones con sus esposas, con sus hermanos y hermanas, con sus padres,
con sus hijos… Gente que va a la deriva y que es incapaz de amar, o que se
decepciona de continuo: Si uno dejara de
albergar esperanzas, se ahorraría un montón de decepciones. Una de las
características más notables del autor es que, en sus cuentos, siempre hay un
aire de amenaza, siempre queda algo que no nos relata y que debemos imaginar. Tras esta lectura he comprado el último libro de relatos suyos publicados en
España. Os dejo con un extracto del cuento “En la
peluquería”:
Abrí la puerta y
entré. Ay, el mundo cambia. En la peluquería todo estaba cambiado. Solo el
peluquero era el mismo. Lo saludé, pero no me reconoció. Me llevé una
decepción, aunque, por supuesto, hice como si nada. No había ningún sitio
libre. A tres personas les estaban afeitando o cortando el pelo, otras cuatro
esperaban, y no quedaba ningún asiento libre. Estaba muy cansado, pero nadie se
levantó, los que estaban esperando eran demasiado jóvenes, no sabían lo que es
la vejez. De manera que me volví hacia la ventana y me puse a mirar la calle,
haciendo como si fuera eso lo que quería, porque nadie debía sentir lástima por
mí. Acepto la cortesía, pero la compasión pueden guardársela para los animales.
[Traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo]