Mi opinión sobre Carmina
o revienta y Paco León & familia:
UNO. La película es cojonuda. Me ha hecho reír, me ha
salvado un día jodido, tiene la gracia y la frescura de las
comedias clásicas del cine español, la de los grandes cómicos que hicieron El viaje a ninguna parte, La marrana o Belle Epoque. Es un falso documental,
una sabia mezcla de realidad y ficción.
DOS. Cada vez tengo menos tiempo para ver las noticias y no
estaba al tanto de la polémica que ha surgido a raíz de las opciones elegidas
por su director, Paco León, para distribuirla: cine, dvd, internet, televisión
a la carta. La venta de películas por internet (vía iTunes, por ejemplo) es un
modelo que, como comenté hace unos días en este blog, ya se practica en Estados
Unidos. Dudo que allí se rasguen las vestiduras. Mi apoyo a Paco León, Carmina
Barrios y María León es total, algo que trataré de explicar en el próximo punto.
El exitazo en las descargas de pago ha sido absoluto.
TRES. El cine debe adaptarse a los nuevos cauces de
distribución. Recomiendo la lectura del libro de Ángel Quintana, Después del cine, para entender
completamente lo que digo. A la industria no le queda otro remedio que
adaptarse, o estará perdida. Por eso me parece lógico que algunas películas se
ofrezcan en distintos soportes: para que cualquiera elija en función de su
economía. Porque estamos hablando de economía. Supongo que, si el precio de la
entrada fuera el mismo que el precio de la película en internet, muchos
preferirían ir al cine. Pero es que el cine (y lo dice alguien que viene de una
tradición familiar de empresas de cine, alguien que se ha criado viendo películas gratis
durante tres décadas) se ha convertido en un producto de lujo. Y, en tiempos de
crisis brutal, no todo el mundo puede pagar una entrada de 8 o de 7 euros para
entrar en una sala. La película de Paco León nos habla de gente jodida, gente
al filo, que sobrevive como puede para llevar la comida a casa, nos habla de
una madre que debe hacer lo imposible para mantener a su familia, con hijos en
paro, una familia que trata de evitar la bota de los que están más arriba, de
los que siempre vienen detrás pisando y jodiendo a los más pobres. Y, por eso, también me
parece consecuente que el filme esté al alcance del bolsillo de quienes menos
tienen, de esa gente con menos posibilidades que retrata el filme.
CUATRO. Aun apoyando esos modelos de distribución, yo sigo
siendo clásico, lo que llaman un dinosaurio. Y por eso preferí ir a verla al
cine. Y en la sala había espectadores: quiere decirse que, al final, si la
película es buena, tendrá público en el cine, en internet o en las ventas de
dvd. Pero soy de esos tipos que ya no van de copas, que no fuman, que no tienen
coche, que no se compran ropa, que apenas tienen gastos: y por eso me puedo
permitir entrar al cine una vez a la semana (eso sí: buscando siempre el Día
del Espectador o tirando de las tarjetas de descuento). Por mí iría al cine
todas las noches: pero por el precio de la entrada, al menos en Madrid, no
puedo permitírmelo.
CINCO. Y volvamos a lo que aquí más nos interesa. La película.
Carmina o revienta nos devuelve la fe
en el cine español. En ese cine español modesto, original y barato, bien
escrito y bien dirigido, sin grandes pretensiones, con un reparto eficaz y
competente (creo que María y Carmina se merecen, por lo menos, el Goya). Un filme
que divierte y entretiene. Todo lo contrario que, por ejemplo, los últimos
tostones de Garci o esos largometrajes subvencionados que, al final, nos
decepcionan a todos.