Un camarero sin
sonrisa pregunta, bebo solo y me gusta, soy de corazón alcohólico.
No importa que mires
mientras me transformo, es parte del juego, mirar y ser mirado, bueno, malo y
regular, mentir, asumir un pulso débil y buscar uno agitado. Quererme y
despreciarme. Dar, recibir, escribir. No importa que mires. Hola, cómo te
llamas. Que pienses de mí lo que yo de todos. Que se escupan. Que me escupo.
Que pido otra y sigo. Que la tarde es corta y la noche no lo sé, una mujer me
espera y estoy sin ganas, debo tener cuidado, pegar está mal visto, no se
lleva, debería dejarme pegar pero no sé, no lo veo claro. El amor es mentira
suave en oído taponado.
**
Doy vueltas en el
supermercado, la vida sigue, eso es lo bueno y lo malo, siempre hay una segunda
oportunidad para el desastre. En el carro cuatro cosas y no creo que necesite
más pero, ¿por qué no me voy? No lo sé, solo miro al resto de carros zombis y
hago lo mismo.
Puedo vivir comiendo
piedras. NO, ya no, podías, pero ahora no estás seguro.
Ahora eres otra
persona. Ahora paseas por este almacén de gordura como un don alguien que no
sabe qué coger, qué hace falta para vivir, porque tú sabes sobrevivir, el resto
te queda grande.
Hay comida aquí para
alimentar a cuántos. A todos. Atrás se tiran kilos y kilos, tú lo has visto
¿recuerdas?, trabajaste en uno igual. Sí, pero hace mucho: el seguro paga.
**
La piedad es el peor
sentimiento del ser humano, un buen invento para recaudar fondos.