miércoles, abril 11, 2012

Noir, de Robert Coover



Estás en el depósito de cadáveres. Donde hay una luz extraña. Sin sombras, pero como en negativo, como si la luz misma fuese sombra al revés. Los fiambres no están a la vista, temporalmente archivados en cajones como datos de carne, congelados a su propia temperatura desangrada. Sus historias no han concluido, sólo que ellos no podrán leerlas. En tu oficio, no es tanto un lugar donde las cosas terminan como un sitio en donde empiezan. Después del preámbulo habitual: te quedaste hasta tarde en el despacho. Recibiste una llamada. Te pusiste la vieja trinchera con agujeros en los bolsillos, enfundaste la pipa en la sobaquera y te dirigiste a los muelles. El escenario del crimen.


[Traducción de Benito Gómez Ibáñez]