Lo conocí en persona hace exactamente dos años; lo conté en este blog. Recuerdo que me preguntó por el estado de salud de mi madre; también me preguntó por ella mediante el correo electrónico. Ahora ninguno de los dos habita este mundo. Su muerte, a los 43 años, nos deja bloqueados, absortos. Recuerdo que se ofreció para ser el maestro de ceremonias si iba a Zaragoza a presentar un libro. Ya lo haremos, creo que le dije. Pero luego la vida pasa y te destroza los planes. Ya apunté que su Amarillo perdurará como un libro de culto y lo mantengo. Gran tipo, Félix.
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