Extraño (pero sin duda apasionante) libro de ensayos y anotaciones de Eliot Weinberger, de quien ya recomendamos aquí sus Cartas desde Nueva York. Merced a una abundante bibliografía, el autor nos recopila historias y anécdotas de temas muy variados: los primeros rinocerontes que se vieron en Europa, las fábulas chinas, las leyendas en torno a pájaros y tigres y estaciones, las historias sobre Mahoma o Empédocles, anécdotas sobre los kalulis y los mandeos… Es increíble el saber que encierra este libro en sólo 200 páginas.
Chang Ch’ao, en el siglo XVII, afirmó: “Las flores deben tener mariposas; las montañas, arroyos; las rocas, musgo; el océano, algas; los árboles viejos, enredaderas; y la gente, obsesiones”.
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El Giro es uno de los lugares muertos del planeta, situado en la misma latitud que los desiertos del Sáhara y el Gobi, y el mar de los Sargazos, igualmente sin vida. Los pescadores comerciales no se molestan en ir, los buques mercantes casi nunca lo cruzan, ya que no conduce a ninguna parte. El Giro está lleno de basura a la deriva, proveniente de Japón y la costa occidental de Estados Unidos. Una expedición científica lo barrió durante varios días y extrajo una tonelada de desperdicios: perchas de plástico, bidones de residuos químicos, neumáticos, televisores, pelotas de baloncesto. Hay bolitas de plástico de colores brillantes dentro de las medusas transparentes que por allí proliferan; casi tres kilos de plástico por cada medio kilo de plancton. En las deshabitadas islas de nidificación, los estómagos de los albatros en descomposición son una masa de tapones de botella y trozos de envases de lejía, soldaditos, cordel de plástico, cacahuetes de polestireno, celofán y astillas de los estuches de discos compactos.
[Traducción de Aurelio Major]