En tan sólo 120 páginas, Houellebecq compone un estupendo ensayo sobre la vida y la obra de Lovecraft, un autor de vida enigmática, compleja y polémica, como demuestran sus arrebatos racistas y su odio hacia el mundo, que deviene en una obra poblada de monstruos y pesadillas. Houellebecq nos enseña que, en esa obra, deliberadamente no realista, huye de dos vínculos con el realismo: el sexo y el dinero. Merece la pena leerlo. Un par de extractos:
Este hombre que no consiguió vivir consiguió, finalmente, escribir. Le costó lo suyo. Le llevó años. Nueva York lo ayudó. Él, que era tan amable, tan cortés, descubrió allí el odio. De regreso en Providence escribió relatos magníficos, vibrantes como un conjuro, precisos como una disección. La estructura dramática de los “grandes textos” es de una riqueza impresionante; los recursos narrativos son hábiles, nuevos, audaces; pero tal vez nada de todo eso bastaría si no intuyésemos, en mitad del conjunto, la presión de una fuerza interior devoradora.
Toda gran pasión, ya se trate de amor o de odio, termina produciendo una obra auténtica. Podemos lamentarlo, pero hay que reconocerlo: Lovecraft se sitúa más bien del lado del odio; del odio y del miedo. El universo, que intelectualmente él concibe como indiferente, se vuelve estéticamente hostil. Su propia existencia, que podría haber sido tan sólo una serie de triviales desengaños, se convierte en una operación quirúrgica y una celebración invertida, especular.
[Traducción de Encarna Castejón]