En Kanikosen, el japonés Takiji Kobayashi demostró ser un gran escritor y estar del lado de los trabajadores, de los obreros. Ahora Ático de los Libros vuelve a traducir otra obra del autor, la última que escribió antes de ser asesinado en una cárcel por la policía secreta y, aunque sigo prefiriendo Kanikosen, El camarada es otro ejemplo del modo sutil en que los japoneses cuentan una historia con palabras. La novela, al parecer semi autobiográfica, sigue las actividades clandestinas de tres miembros del partido comunista, y aquí os dejo un fragmento:
Desde el inicio de la guerra, Industrias Kurata había dejado de hacer cables de líneas eléctricas y se dedicaba a la fabricación de máscaras de gas, paracaídas y dirigibles. En aquellos momentos estaban terminando una fase del trabajo así que, al parecer, iban a echar a unos cuatrocientos de los seiscientos trabajadores temporales. En la fábrica, las palabras de preocupación estaban en boca de todos. Todos los trabajadores repetían: “Me van a echar, me van a echar”, pero la empresa contestaba diciendo: “A los trabajadores temporales, por principio, no se los despide. Deben comprender que les hemos dado medio mes más de trabajo de lo pactado”.
Y cierto era que habían trabajado medio mes más de la duración pactada en el contrato, pero los plazos para las entregas habían sido apremiantes y, durante ese par de semanas, las condiciones de trabajo habían sido durísimas. Las mujeres, con una jornada de ocho de la mañana a nueve de la noche, sólo ganaban un yen y ocho céntimos. Desde las seis de la tarde hasta las nueve, ocho céntimos por hora. Sin olvidar que por los veinte o treinta minutos que empleaban para cenar, la empresa se tomaba la molestia de contabilizarlos, les llegaban a descontar dos o tres céntimos del jornal.
[Traducción de Jordi Juste y Shizuko Ono]