jueves, enero 20, 2011

Verano, de J. M. Coetzee


Esta es una de las lecturas que tenía pendientes del año pasado: el tercer volumen de la extraña autobiografía de Coetezee. Hace años leí los dos primeros, Infancia y Juventud, pero no me entusiasmaron por su frialdad (y no es culpa del autor, pues esa frialdad es propia de su obra, uno de sus sellos característicos), o tal vez en aquellos días yo no estaba preparado para unas memorias tan diferentes de lo habitual. Sin embargo, Verano me ha gustado mucho. Es un paso más allá en el género de las memorias, una vuelta de tuerca asombrosa. En Verano Coetzee ya está muerto y su biógrafo se encarga de preparar un libro sobre él. Lo que nosotros leemos no es la biografía, sino el material de investigación que va a utilizar: fragmentos de los diarios de Coetzee (no publicados) y cinco entrevistas, cuatro de ellas a mujeres y una a un hombre.

En un pasaje de estas entrevistas, dice el biógrafo: Lo que estoy haciendo es relatar una etapa de su vida, y si no es posible un único relato, entonces varios relatos desde varias perspectivas. Es decir, algo no muy diferente a lo que hizo con rabia y acierto Chuck Palahniuk en Rant, donde la figura de un asesino la componían las declaraciones de quienes lo conocieron. Lo que resulta más original es el modo en que Coetzee, en esta falsa autobiografía, crea personajes que hablan de él. Porque no son personajes que hablen maravillas del autor. No lo ensalzan y apenas lo añoran. Sino que bordan un retrato tan cruel y tan despiadado (en ocasiones) que, además, esas mujeres y ese hombre se retratan como seres sin compasión. Si un libro así lo hubiera escrito Antonio Gala, todos los entrevistados ficticios se desharían en loas hacia él. Coetzee es otra cosa, es otra clase de escritor. Siempre incomoda y no deja indiferente. Lo que ha hecho es mentir para decir la verdad, contarnos en parte cómo es él mediante la creación de personajes que hablan sobre su vida. Y es un retrato, ya digo, cruel y revelador. Un fragmento:

-Sí, empiezo a ver el atractivo de Merweville. Por lo menos allí no llueve. Pero ¿por qué no compras una casa mejor aquí, en El Cabo? Escribe un libro. Escribe un bestseller. Gana un montón de dinero.
Es sólo una broma, pero él se lo toma en serio.
-No sabría escribir un bestseller –le dice–. No sé lo suficiente sobre la gente y sus fantasías. En cualquier caso, no ha sido ese mi destino.
-¿Qué destino?
-El deseo de ser un escritor rico y con éxito.
-Entonces, ¿cuál ha sido tu destino?
-Exactamente mi situación actual. Vivir con un padre mayor en una casa de barrio residencial que tiene goteras en el tejado.
-Eso es cháchara tonta, una manera de hablar slap. Está hablando el Coetzee que hay dentro de ti. Podrías cambiar tu destino mañana mismo si te lo propusieras.


[Traducción de Jordi Fibla]