Estupenda novela sobre un muchacho de pasado turbio y horrible: de crío asesinó, junto a un amigo, a una niña. Luego llegaron los juicios, el correccional y la cárcel. El libro habla de cómo alguien, tras un período negro, trata de borrar el pasado y mejorar y convertirse en otra persona con una vida normal y diferente a la que tuvo. Lo cual, casi siempre, es imposible porque los otros no olvidan. Y casi nunca perdonan. Jonathan Trigell ha retratado a un monstruo que quiere dejar de serlo y su habilidad reside en conferir algo de humanidad a quien cometió un crimen atroz. A veces sentimos piedad por A (aka Jack), y a veces rabia.
Jack no es un peleador. Pero ha estado en suficientes peleas como para saber encajar. Cuando el segundo tío intenta sacudirle, da un paso al frente, y se mete dentro del radio del golpe. Éste apenas le roza la cabeza de refilón. Ahora Jack avanza un poco más y lo coge por la nunca con ambas manos.
Jack no es sucio. Pero pelea sucio. Las peleas son sucias. La gente que no se ha visto obligada a pelear es la que hace distingos. Jack le sacude un cabezazo mientras suelta un gruñido y contrae los músculos del rostro. Nota cómo algo cruje bajo su frente. El otro trata de golpear a su vez, pero sólo consigue llegar a la nuca de Jack con una mano y ayudar a éste a golpearle de nuevo en la nariz. Delante de él, Jack ve un borrón de color rojo. No sabe si es sangre o adrenalina. De todos modos, vuelve a asestar otro cabezazo. Y otro más, antes de que su adversario se recupere del anterior. El tipo trata de quitárselo de encima, pero Jack continúa estrellando su cráneo contra el mismo punto. Le duelen la cabeza y el cuello. Pero no es él quien aúlla de dolor.
[Traducción de Federico Corriente Basús]