Han tratado de venderla como una comedia al uso, pero no lo es: tiene más de cine indie y de proyecto personal que de superproducción. Han tratado de camuflarla como comedia agridulce, ya digo, y de hecho es más agria que dulce. Plantea algo que a muchas personas (tanto a hombres como a mujeres) les ha ocurrido: empezar a salir con alguien que tiene un hijo ya adulto que no ve con buenos ojos esa relación, y que hará lo posible por introducir grietas en ese vínculo. John (John C. Reilly) es un hombre que lleva siete años intentando superar la ruptura con su ex (Catherine Keener). Por fin conoce a Molly (Marisa Tomei: una de mis debilidades) y todo parece ir sobre ruedas. Salvo por un detalle: Molly tiene un hijo de 21 tacos, Cyrus (Jonah Hill), obsesionado con su madre, muy protector y muy hábil tendiendo trampas para que la relación se resquebraje. Los directores han optado por rodarla con la cámara al hombro y una fotografía poco colorista, lo que la aproxima más al cine de vanguardia que a las comedias de, por ejemplo, Adam Sandler. No está mal, y el reparto cumple, sobre todo cuando John y Cyrus libran su batalla a espaldas de Molly.
Hace 13 horas