miércoles, septiembre 29, 2010

En terreno resbaladizo

A unos cuantos, esta huelga general de hoy nos encuentra sumidos en una especie de limbo extraño o de territorio de nadie en el que no sabemos con certeza a qué atenernos. Seguramente alguien se encargará de afearme esta conducta y, no obstante, cada cual tiene su opinión o debería tenerla aunque en este país ejercer dicha libertad empieza a estar mal visto en sociedad: me refiero a quienes la ejercemos desde las tribunas de prensa. A unos cuantos, pues, nos coge en ese terreno resbaladizo en el que se conjugan los sentimientos enfrentados. Estaré pendiente de lo que suceda hoy en Zamora, y sin embargo no vivo en esta pacífica ciudad, sino en la estrepitosa Madrid, de modo que el seguimiento será desde la lejanía y mediante las noticias que pueda rastrear en los medios: sabremos entonces si han “cerrado” Zamora o no, como anunciaba un líder sindical. También soy uno de esos cuatro millones y medio de desempleados que ni siquiera pueden plantearse hacer huelga porque no tienen un trabajo fijo, en mi caso es una suma de colaboraciones y de porcentajes de la literatura; pero, al mismo tiempo y como es evidente, me preocupa la situación laboral de mis allegados aunque cada vez conozco a más parados y a menos trabajadores.
Me interesa lo que opinen los cabecillas de la cultura de este país, y sin embargo observo un patinazo en una de sus últimas declaraciones colectivas, por así decirlo: “Que quede claro: no es una huelga contra el gobierno”. Como si quisieran decir: “Ni contigo ni sin ti”, un quiero y no puedo lamentable. Si no es contra el gobierno, ¿contra quién es? Esa actitud preventiva recuerda un poco a la de los boxeadores: primero entrechocan la mano y luego, tras darse de hostias, se abrazan. Sólo que esto no es un ring ni es un deporte: es la vida real, es la calle y es la política. En este terreno resbaladizo en el que nos encontramos unos cuantos, por no decir demasiados, no hay una visión clara de lo que supone esta huelga y de todo el lío de los sindicatos: en parte, porque en España nos hemos hartado tanto del panorama político, con las gastadas consignas y fatuas promesas del gobierno y de la oposición, que apartamos la mirada y la enfocamos en otros asuntos. Por eso, España es un país en el que predomina la imagen de Belén Esteban en los canales de televisión y en las tertulias digitales por encima del presidente o de cualquier ministro. En eso han convertido el panorama político: en un circo que nos repugna y del que nos alejamos asqueados.
Por estas y otras razones, porque soy uno de esos que no saben a qué atenerse y que andan despistados, picoteo de aquí y de allá, y entre otras razones anoto lo que en su blog, y acerca de la huelga, escribe Antonio Muñoz Molina, una de esas voces a las que a menudo debemos prestar atención: “No me parece oportuna, no creo que vaya a servir para nada. O quizás sirva para mostrar la desconexión entre las cúpulas sindicales y la gente trabajadora”. O la figura lúcida de Peridis, quien publicó una viñeta en la que Cándido Méndez dice: “Ya sabemos que no sirve para nada pero lo exige el guión”. Zapatero responde: “Haced huelga pero que no se note. ¡Que no haya vencedores ni vencidos y a ser posible que sea incolora, inodora e insípida!”. Y Cándido replica: “Confórmate con que sea indolora, ¡compañero!”: Por otra parte, Zapatero se merece que le planten cara. Si alguien me preguntara de qué lado estoy pese a transitar por esa zona de sentimientos encontrados, le diría que estoy junto a los parados y junto a los trabajadores. Los demás son los que tratan de manejar los hilos.


El Adelanto de Zamora / El Norte de Castilla